Culmen 2010, emoción y terruño

Hay pocas bodegas que ejemplaricen mejor los vaivenes del mundo vitivinícola español que Lan. Desde su creación, en 1972, ha pasado por varias manos, en un proceso que, en líneas generales, ha ido hacia mejor. Tras un inicio fulgurante, la bodega entra en un periodo de estancamiento y posterior declive, hasta que en los años noventa la compró Juan Celaya, quien contrata para su relanzamiento a Javier Echarri, profesional dotado de una excelente nariz para el vino y su comercialización. Finalmente, es venida a Mercapital, para terminar en manos del grupo Sogrape.

Resulta milagroso que tantos cambios en la propiedad no hayan afectado a la calidad de sus vinos, tal vez porque los mejores, como este Culmen, la obra magistral de Echarri, se basa en un soberbio viñedo de 72 hectáreas, Viña Lanciano, de cuyo pago El Rincón salen las uvas, para elaborarlo, solo los años extraordinarios. El rigor en la selección y una enología de precisión hacen el resto.

Así, el vino impacta con su intenso aroma, complejo y elegante, en el que destaca la limpia presencia de los frutillos rojos y negros, bien maduros, y las hierbas balsámicas, en un marco de ajustada y excelente madera con sus sutiles notas de cacao, especias, cedro, torrefactos, tabaco. De sabor intenso, goloso, y paladar aterciopelado, deja un final cargado de emoción y terruño.