10 cataratas atronadoras
De la más grande a la más visitada, nos plantamos ante las cascadas más bellas del mundo
Nos atraen como un imán. Son poderosas, sugerentes, magnéticas y tienen una belleza especial. Las hay misteriosas, potentes, fotogénicas, salvajes, solitarias y hasta literarias. Desde las más grandes del mundo hasta las más visitadas, nos plantamos ante algunas de las cataratas y cascadas más potentes y bellas del planeta.
01 El humo que truena
VICTORIA (ZAMBIA Y ZIMBABUE)
La reina Victoria de Inglaterra fue el símbolo de la sobriedad de toda una época. Tal vez no fue muy acertado por parte del explorador David Livingstone ponerle su nombre a las impresionantes cataratas que descubrió en el río Zambeze, en lo que hoy es la frontera entre Zambia y Zimbabue. De sobrias no tienen nada. En realidad, son grandiosas y los lugareños, que las conocen mejor y desde mucho antes, le dieron un nombre más adecuado: Mosi-oa-Tunya (Humo que truena). Esto sí es acertar plenamente, pues hacen un ruido monstruoso y la neblina que levanta el Zambeze al caer 108 metros desfiladero abajo, a más de 12.000 metros cúbicos por segundo en su momento más álgido, crea nubes inmensas. Sea como sea, hay que verlas al menos una vez en la vida: desde arriba, desde abajo, desde el Knife Edge, desde la Devil’s Pool o desde el mirador Cataract View, al amanecer o a la luz de la luna.
La corriente aumenta de abril a junio, meses en los que más agua arrastra el Zambeze, pero la mejor época para fotografiar el atardecer es de octubre a diciembre, cuando la bruma es menos intensa.
02 Más allá del viaje de novios
NIÁGARA (EEUU Y CANADÁ)
Son las cataratas más visitadas del mundo, fronterizas entre Canadá y Estados Unidos, pero incluso con la avalancha de novios en luna de miel y turistas que la visitan cada año (desde ambos lados) no dejan de ser imponentes: llegan a precipitar hasta 2.800 metros cúbicos de agua por segundo. Son tan magníficas que incluso las centenares de horteradas comerciales que generan a su alrededor no llegan a eclipsar su belleza. Y por supuesto, no faltan las atracciones para empaparse (literalmente) en algún punto de las cascadas, como el Maid of the Mist, la moderna recreación del primer barco venerable que navegó entre la bruma de estas aguas en 1846.
La gran ventaja de las cataratas del Niágara es su accesibilidad y la amplia oferta turística, tanto a un lado como al otro de la frontera.
03 La tumba de Sherlock Holmes
REICHENBACH (SUIZA)
¡Elemental, querido Watson! En los profundos desfiladeros y escarpados picos del Oberland bernés, en Suiza, las espectaculares Reichenbachfälle conforman el escenario perfecto para la última morada del famoso detective de Arthur Conan Doyle.
Fue en las estruendosas cascadas del río Aar (250 metros de altura), cercanas a Meiringen, donde Sherlock Holmes luchó con su archienemigo, el profesor Moriarty, antes de que ambos cayeran al vacío en El problema final, relato de 1891. Los fans de Holmes acuden en tropel a pasear por la cima y bajar por la ladera hasta la placa que marca el saliente en el que se cree que tuvo lugar la lucha final. Si murió o no allí el célebre detective es algo que los curiosos pueden descubrir leyendo otras obras de Doyle, como La aventura de la casa deshabitada.
Las cataratas son una de las más altas de los Alpes y están cerca de la pequeña ciudad alpina de Meiringen. Para ambientarse conviene tomar el teleférico histórico que pasa por las cataratas y sale de Willingen.
04 Salvajes y escondidas
KAIETEUR (GUYANA)
Ni son las más altas ni las más potentes ni las más famosas, pero las cascadas perdidas de Kaieteur, en el interior de Guyana, un pequeño estado al este de Venezuela, son probablemente las más salvajes. El río Potaro, que recorre una zona nada turística y apenas accesible, cae en picado unos 250 metros desde una meseta selvática de roca arenisca.
Los que se animen a ir, en el camino hacia las cascadas podrán contemplar mariposas Morpho, de un azul intenso, el rojo escarlata de los gallitos de las rocas, así como ranas dardo, doradas y venenosas, además de oír a los monos aulladores. Al llegar, tendrán que reptar hasta el extremo del saliente y asomarse al precipicio: verán la rugiente y brillante cortina de agua, rodeada de vencejos de cuello blanco, que saltan desde la cascada. Pura adrenalina.
Se puede ir en un vuelo chárter desde la capital de Guyana, Georgetown, o en un viaje épico de varios días por tierra que comibna microbuses, barcos y caminatas.
05 ¿Y tú, de qué lado estás?
IGUAZÚ (ARGENTINA Y BRASIL)
Entre Argentina y Brasil hay muchas cosas en común, como algunos de los grandes paisajes de Sudamérica y, también, algunos de sus mejores reclamos turísticos. Por ejemplo, las cataratas de Iguazú (Iguaçu para los brasileños). Unos prefieren verlas desde un lado, otros desde el otro, y todos compiten en cifras, fotos y visitantes. La vertiente argentina es la idónea para sumergirse en ellas, la brasileña cuenta con las mejores panorámicas.
Aunque la caída más grande es de solo 82 metros, con 275 cascadas (una cantidad imponente) a lo largo de 2,7 kilómetros del río Iguazú, la fuerza combinada es alucinante. También ensordecedora: se aconseja un chubasquero y pasear hasta el mirador, tras la Garganta do Diablo, para sentir la brutalidad de las cascadas.
Para acercarnos a estas grandes cascadas americanas podemos visitar el Parque Nacional do Iguaçu, en el lado brasileño, o el Parque Nacional Iguazú, en la parte de Argentina.
06 Lo que importa es el paisaje
DETIAN (CHINA)
Las cataratas chinas de Detian han decidido pasar de esa ridícula carrera por proclamarse las más altas, las más bellas o las más estruendosas del planeta. Se anuncian modestamente como "las segundas cataratas más grandes del mundo en una frontera nacional”. El frente de las cascadas, de 200 metros, se extiende por la frontera entre la provincia china de Guangxi y el norte de Vietnam (China se lleva la mejor parte de la corriente). Aquí no se viene por las cifras, ni por el tremendo rugir del agua, ni siquiera por hacerse una fotografía junto a la señal fronteriza, sino porque sencillamente es un sitio precioso: vistas verdosas enmarcadas por salientes kársticos que dominan el paisaje y serenos bancales de arroz.
La mejor época para apreciar la potencia de la corriente es en pleno verano. En invierno, el flujo de agua es menor y predomina la niebla.
07 Una lección de geografía
GULLFOSS (ISLANDIA)
Los buenos profesores de geografía suelen viajar a Islandia al acabar sus días de enseñanza. Esta maravilla geológica en forma de isla, de paisajes únicos propios de otro mundo, explica por qué tantos islandeses creen en elfos y duendes. Enormes glaciares cubren una décima parte del país, se pueden contemplar géiseres escupiendo agua caliente y montañas multicolores en el interior, también humeantes fuentes geotérmicas y, por supuesto, estruendosas cascadas. La de Gullfoss se compone de varios niveles que van cayendo desde un tajo imponente; cuando el sol da vida al arco iris es un espacio mágico, pero quizá no tanto como en invierno, cuando la nieve brilla y la escarcha cubre las rocas alrededor de una concha burbujeante.
A Gullfoss se llega desde Reikiavik apuntándose a uno de los circuitos Golden Circle de Reykjavík Excursions, que circunvalan la isla en coche de alquiler o en autobús.
08 Cascadas en el fiordo de Milford
SUTHERLAND FALLS (NUEVA ZELANDA)
En la Tierra de la Gran Nube Blanca llueve bastante, claro, sobre todo en la húmeda Costa Oeste de su isla Sur. Buen aliciente para los aficionados a las cataratas, pues tras el chaparrón las muchas cascadas de Nueva Zelanda fluyen aún más furiosas. El fiordo de Milford es famoso por las cascadas que caen por sus paredes, pero lo mejor está en los accesos: tras una caminata de cuatro días y 53,5 kilómetros a través del Milford Track, surgen las Sutherland Falls, un torrente de 580 metros de alto que se precipita desde un lago situado sobre las paredes del valle. Cuendo sale el sol son un espectáculo maravilloso, cuando llueve –algo bastante probable–, mucho más.
Para realizar la ruta del Milford Track hay que reservar plaza en cabañas para pernoctar. Entre octubre y abril la caminata se realiza de sur a norte.
09 Agua que rompe el desierto
JIM JIM FALLS (AUSTRALIA)
¿Qué impresiona más, flotar en una poza remota bajo una cascada de 215 metros que cae sobre unos acantilados de roca marrón rojiza o preguntarse si habrá algún reptil prehistórico de cinco metros de largo al acecho? Las Jim Jim Falls, en las profundidades del parque nacional de Kakadu, en el Territorio del Norte de Australia, ofrecen ambas cosas. Un camino complicado para todoterrenos más una ascensión de un kilómetro por un escarpado sendero conducen hasta este espectacular salto de agua. Antes de sumergirse y nadar (muy tentador en el caluroso outback australiano, conviene pedir consejo local: en la zona hay cocodrilos de agua salada.
Para entrar al Kakadu hay que pagar entrada, a la venta en centros de Darwin, Katherine y en el propio parque.
10 Una caída única de vértigo
SALTO ÁNGEL (VENEZUELA)
Que los románticos no sigan leyendo. La cascada con la caída libre más grande del mundo -tiene 979 metros, 807 literalmente en picado- no debe su nombre a un ser celestial, aunque el viajero se sienta en el paraíso al ver semejante vuelo acuático, dividido en franjas blancas, sobre la pared de este neblinoso tepuy de superficie plana, en Venezuela. Su nombre honra al aviador Jimmie Angel, el primero en sobrevolarla en 1933, aunque un español, Félix Cardona, la contemplase antes que él: fue quien guió al piloto estadounidense hasta la zona. En un vuelo posterior, Angel tuvo un accidente en la zona y fue Cardona quien le rescató, pero precisamente la noticia de aquel accidente fueron el motivo de que esta espectacular cascada se bautizase como Salto Ángel.
Los locales pemón hacen más poética la imponente altura del salto, tan alto que en la estación seca la mayoría del agua se evapora antes de alcanzar el suelo: la llaman Kerepakupai merú (cascada del lugar más profundo). Está en el Parque Nacional de Canaima y llegar hasta ella no es tan sencillo como en otras cataratas turísticas del mundo. Eso sí, la aventura merece la pena.
Varios operadores de Canaima ofrecen excursiones para sobrevolar la zona y circuitos de entre dos y tres días en piragua a motor entre mayo y noviembre.
Más información en el libro 1000 lugares únicos y en www.lonelyplanet.es
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