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TROTAMUNDOS

La loca del café olé

La actriz Eva Isanta se fue a París a curar una pena de amor cuando estudiaba teatro. No le importó no hablar francés...

Pablo León
La actriz Eva Isanta.
La actriz Eva Isanta.

Eva Isanta, cuando no tenía un duro y estudiaba teatro, tuvo la necesidad de hacer un viaje. “Para curar una pena muy grande de amor”, dice la actriz, que estrena hoy Atrapados en el madrileño teatro Alfil. Y se fue a París.

¿A una ciudad tan romántica?

Bueno… Iba con medio plan: a visitar a un chico que conocí en verano. Así que no lo pensé mucho y con una amiga nos compramos el billete de autobús; sí, íbamos en bus.

Seguro que pudieron hablar durante el camino.

La verdad es que nos acabábamos de conocer ensayando unas funciones. Como teníamos el corazón partido, decidimos salir de la ciudad. Pasamos 16 horas de viaje sentadas la una junto a la otra, contándonos la vida. Cuando llegamos ya éramos amigas. Y lo seguimos siendo.

¿Qué compartieron?

Nada más llegar, un cruasán. Yo tenía muchas ganas de ir a los bistrós, sentarme y ver a la gente pasar mientras me tomaba algo. Encontramos uno maravilloso. Todo era perfecto hasta que llegó la cuenta: 18 euros. “Ya hemos comido, Rose”, le dije a mi amiga.

¿Ligaron para redimir su tristeza?

No queríamos ligar, sino reconciliarnos con la humanidad. Pero sí, ligamos. Un día nos fuimos cada una por nuestro lado. Yo no hablo francés y había quedado con el chico este que conocía. La cita de mi amiga era antes, por lo que tenía que pasar un rato de espera. Me fui a tomar un café. Cruzo la puerta de una cafetería, digo “bonsoir” lo mejor que puedo, pido el café y el camarero me pregunta: “¿Au lait?” [¿CON LECHE?], que significa “con leche” y se pronuncia olé. En ese momento, yo monto en cólera.

¿Cómo?

Pensaba que se había dado cuenta de que era española y, riéndose de mí, me decía “¡olé!”. El hombre me miraba un poco impactado. “¿Y esta loca?”, debió de pensar. Al final me tomé el café solo.¿Llegó a su cita? Sí, y me entretuve bastante. Tuve a mi pobre amiga esperando un buen rato. Nuestro hotel estaba en las afueras, así que teníamos que quedar para ir juntas a dormir porque era una pesadilla llegar.

¿Se curaron de su enfermedad?

Era nuestra primera vez en la ciudad; de los cuatro días, uno y medio fue el viaje. Yo acudía con la intuición de que encontraríamos el amor en París y al mismo tiempo las dos teníamos la seguridad de que no íbamos a poder enamorarnos nunca más. Nos reímos tanto que nos curamos. Y sí, nos volvimos a enamorar.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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