Una playa en la que andar tres horas mar adentro
En Duhnen, a una hora de Bremen, hay incluso rutas guiadas para no perderse
En el norte de Alemania a veces, pocas, hace calor. Cuando este milagro sucede pilla a todos desprevenidos porque la mayoría de las casas, oficinas y lugares públicos no están preparados para soportar altas temperaturas. Por eso lo mejor es escaparse al mar del Norte y disfrutar del Parque Nacional Wattenmeer, uno de los conjuntos de marismas más grandes del mundo. Aproximadamente a una hora en coche de Bremen, Cuxhaven es el punto central de esta reserva natural que se extiende desde la costa holandesa hasta la danesa. Esta vez, pasaremos el día en la playa de Duhnen, una conocida estación balnearia a pocos kilómetros de Cuxhaven. Tras buscar aparcamiento, algo tan difícil como en cualquier playa del Mediterráneo, encontraremos un paisaje realmente especial.
Una pequeña pendiente cubierta de una hierba nos separa de la playa. Hay que localizar uno de los pasos abiertos y pagar 3 euros de entrada para sentir la arena en los pies y disfrutar del día. Si se ha reservado con antelación se puede alquilar uno de los característicos sillones de mimbre que salpican las playas del norte de Alemania. Un paisaje idílico si no fuera porque no hay agua. Solo fango. La marea está tan baja que no hay ni rastro del agua. Unos carteles a la entrada de la playa anuncian el horario de las mareas. Esta información es vital y se debe consultar con atención. Tras comprobar que tenemos varias horas de marea baja por delante, dejamos las toallas y las neveras en nuestro sillón y emprendemos el camino. Aquí no se viene a tomar el sol ni a darse un chapuzón, sino a caminar. Nos adentramos en la zona donde debería estar el agua y comenzamos a andar mar adentro. Al principio, el fango y los gusanos que huyen de nuestras pisadas no son muy alentadores, para qué vamos a mentir, pero la brisa marina, el sol y la charla animan el recorrido y pronto el paseo se convierte en un placer.
Después de una hora y media caminando comenzamos a encontrar agua en algunas zonas. Curiosamente, a tan solo 200 metros de este punto los barcos entran y salen del puerto a sus anchas, lo que recuerda que el paseo es peligroso y hay que conocer bien la zona y los horarios de las mareas. Y es que el agua no llega de manera homogénea, como uno podría pensar. Hay diferentes corrientes y profundidades, y la subida de la marea puede llegar a sorprendernos sin apenas darnos cuenta. Por eso existen una suerte de isletas a las que encaramarse si nos pilla desprevenidos. Si ocurre, una vez resguardados del peligro hay que esperar a los servicios de salvamento. Ojo: el despistado que se encuentre en esta situación deberá hacerse cargo de todos los gastos ocasionados por su rescate.
Llaman la atención los postes señalizadores que indican hacia dónde está el puerto, la playa y la isleta más cercana. Como decíamos, este paseo aparentemente sencillo y cómodo, puede resultar peligroso. Es por ello que numerosos profesionales ofrecen rutas guiadas para aquellos que quieran disfrutar de la diversidad y riqueza natural de la zona de una manera segura.
Los más aventureros pueden atreverse a caminar hasta la vecina isla de Neuwerk, en un trayecto que durará aproximadamente tres horas. Una vez en la isla se puede acampar, visitar su faro -construido ente 1300 y 1310- y esperar a que la marea vuelva a bajar para regresar a tierra firme (caminando) al día siguiente. Otra opción es llegar hasta la isla en unos peculiares carros amarillos tirados por caballos.
Ya de vuelta en la playa de Duhnen, encontraremos numerosos restaurantes en el paseo marítimo (no olvidar el resguardo de pago, pues de lo contrario habrá que pagar otra vez la entrada a la playa) en los que el pescado empanado acompañado de ensalada de patata es la comanda más solicitada. Después de comer se puede hacer tiempo paseando entre las típicas tiendas de recuerdos, artículos de playa y baratijas que abundan en cualquier localidad costera, o tomando un helado, hasta que la marea haya subido y el agua bañe la arena. Ahora sí podremos darnos un merecido chapuzón.
El acontecimiento más esperado del en esta zona es una tradicional carrera de caballos que comenzó a celebrarse en 1920 y que este año tendrá lugar el 18 de agosto. Una amplia oferta gastronómica y musical amenizará el día.
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