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La red grafitera de Berlín

Los artistas urbanos de la ciudad se han organizado para reivindicar su trabajo

Uno de los últimos murales del colectivo ‘Graffiti Lobby Berlin'.
Uno de los últimos murales del colectivo ‘Graffiti Lobby Berlin'.Belén Kayser

Desde hace poco, un concesionario de coches y un colegio de Berlín comparten una obra de arte: un muro en el que Saruman pelea contra una legión de letras wildstyle. Esta muestra de arte urbano, situada en el berlinés barrio de Pankow, es una de las últimas obras del colectivo Graffiti Lobby Berlin, una red de pintores que reivindica el grafiti como arte.

“Lo que queremos es hacerles ver que una pared vacía, es una pared triste, y que a esta ciudad le vienen bien este tipo de alegría”, apunta el rapero y grafitero Akte One. La principal meta del lobby la tienen clara: “Queremos un muro en cada distrito”.

El beso entre Breznev (exjefe de Estado de la URSS) y Honecker (Presidente de la RDA) en la East Side Gallery es una de las imágenes más representativas de la cultura urbana de Berlín y su idiosincrasia. El "muro de los turistas", como lo llaman los grafiteros locales, es visitado cada día por cientos de cámaras que inmortalizan el falso beso de tornillo. Es difícil encontrar una pared en la ciudad que no tenga un grafiti gigante y, sin embargo, los pintores todavía no son considerados artistas.

“El grafiti en Berlín no sería lo que es sin la historia de la ciudad, sin la inmigración turca y sin el Muro”, expone el lobby. “Yo crecí con él”, cuenta Panter. “Para mí era normal tenerlo ahí. Cuando viajé la primera vez a Londres me pregunté ¿dónde está su muro, dónde pinta esta gente?”. Este legal writer forma parte de ‘Denots Crew’, un movimiento de artistas callejeros que protagonizaron en los 80 el nacimiento del grafiti político en Berlín, en el barrio turco de Kreuzberg, por entonces distrito marginal. Pero la vieja escuela ha crecido. “Empezó como flower power; luego paramos de abrazarnos y buscamos la calidad: el arte”, explican.

Ahora, 30 años después, Kreuzberg es uno de los barrios más de moda de la ciudad, y aunque ellos siguen moviéndose con bici, son usuarios habituales de monovolúmenes con sillitas de niño. Su forma de vida sigue siendo en gran parte el grafiti: muchos de ellos se dedican a la publicidad, como Panter o Jan Schmidt, fundador de 0815-industries, una famosa compañía de grafiti comercial. “Nos hemos hecho mayores, tenemos familia”, explican, “lo de pintar trenes no es lo que queremos, seguimos considerando el grafiti un arte de respeto”.

En los próximos meses, el lobby celebrará el primer congreso de grafiti en el que pretenden contar con la presencia de los partidos políticos. Jurij Paderin es arquitecto y fundador de esta red de artistas. “Siempre hubo grafiteros, pero nunca una organización detrás y claro, la última vez que el Ayuntamiento se reunió para hablar de los grafitis”, apunta, “solo convocaron a los que limpiaban las paredes de pintadas vandálicas”.

Miembros del lobby como Paderin, Akte o Thomas Painter se dedican a dar talleres en colegios; creen que los niños son “el puente con la sociedad”. “El problema es que están recortando las horas de arte y plástica para dárselas a las materias científicas”. ¿Y cómo reaccionan los chicos en las clases de grafiti? “Alucinan con los colores”, relata Panter, “ pero te hacen preguntas rarísimas como si tienes permiso para pintar o si los materiales son tóxicos...”. Y suelta una carcajada.

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