Berlín, ahora contra la caída del Muro
La East Side Gallery es el segundo punto más visitado de la capital alemana. Un proyecto urbanístico la pone en peligro
Parece un error, pero en 2013 los berlineses no quieren que caiga el Muro. O por lo menos, lo que queda de él. La East Side Gallery, la parte emblemática del Muro de Berlín y todo un símbolo de libertad, se ha vuelto a convertir estos días en el centro de la movilización ciudadana. Las manifestaciones y peticiones online que se han sucedido durante todo el fin de semana han paralizado, momentáneamente, las obras que se disponían a desmantelar una sección de unos 25 metros para construir, según la versión oficial, un puente peatonal sobre el río Spree. Pero los manifestantes argumentan que lo que hay detrás son los intereses privados de un grupo inmobiliario para edificar apartamentos de lujo.
El pasado viernes los manifestantes lograron paralizar el derribo, ya comenzado, y al grito de "¡Tapad el agujero!", llamaron a recolocar una réplica exacta de la parte demolida (elaborada con espuma de poliestireno) en el hueco abierto por los obreros. El deseo de preservación de este tramo de 1.300 metros, el segundo punto más visitado de la ciudad, desencadenó la protesta.
Más de un centenar de artistas procedentes de una veintena de países, algunos de ellos presentes en la protesta del pasado viernes, crearon obras sobre este fragmento del lado oriental del muro en 1989, a lo largo de los 1.300 metros que separan el puente Oberbaumbrücke de la estación de Ostbahnhof. Sus trabajos eran la máxima expresión de euforia ante un futuro que abría sus puertas con la caída del Muro.
El artista iraní Kani Alavi estuvo allí. También ha estado presente en la manifestación del pasado domingo y en los momentos más relevantes de los 23 años de historia de la East Side Gallery. En este tiempo esta galería de arte al aire libre se ha enfrentado a otras amenazas a las que también ha sobrevivido.
El tráfico de la zona, las duras condiciones climatológicas y el vandalismo deterioraron las obras tras diez años expuestas a la intemperie. Por eso, a finales de los 90, Alavi y otros autores de las pinturas originales crearon la asociación Künstlerinitiative East Side Gallery. Se encargaron de una primera restauración del lugar, financiándose exclusivamente con donaciones y el patrocinio privado.
Con la llegada de las celebraciones por el 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín se realizó una segunda y más completa restauración, entre 2008 y 2009. De nuevo Kani Alavi se puso al frente de las labores de recuperación del lugar. Se invirtieron 2,5 millones de euros de fondos públicos para volver a dar vida a piezas tan conocidas como El Beso fraternal -entre el soviético Leonid Brezhnev y el alemán Eric Honecker- o la bandera de Vaterland.
El uso de una materiales más resistentes y la participación de 90 de los 118 artistas fundadores de la East Side Gallery, los que aceptaron la oferta de volver al lugar, pretendían proteger este icono político y artístico de la capital. Se contaba con un presupuesto de 3.000 euros para cada uno de los autores, con los que costear su viaje y alojamiento. A pesar de las buenas intenciones, la propuesta derivó en polémica cuando algunos de los creadores que no participaron en ella demandaron en 2011 a la ciudad por violar la propiedad intelectual de sus obras. Y es que algunas de las piezas que no contaron con la presencia de su autor original quedaron tapadas por una superficie blanca o fueron pintadas de nuevo por otros artistas.
Toda este esfuerzo e inversión económica han estado a punto de resultar inútiles este fin de semana. "No podemos decepcionar a los miles de visitantes del lugar. Tampoco entendemos que el beneficio de intereses privados destruya el monumento y viole los derechos de autor de los artistas implicados en este proyecto", asegura la Künstlerinitiative East Side Gallery, frente a un nuevo ejemplo de la imparable transformación urbanística de la capital alemana.
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