Telón de fondo con Juan Mayorga
Una panadería, tres teatros y un café en la plaza de Lavapiés de Madrid donde el dramaturgo se sienta a escribir
Todas las butacas están vacías, pero cuando Juan Mayorga las observa con detenimiento revive aquel día de 1994 en que estrenaron su primera obra. “Luego vinieron más estrenos. Y también aquí me han ocurrido cosas como espectador. Este espacio es muy importante para el teatro madrileño. Porque por este sitio han pasado actores y directores que luego se han confirmado en otros escenarios”. Por eso ha elegido la Sala Cuarta Pared (1) (Ercilla, 17; 915 17 23 17) para comenzar el camino por las calles madrileñas donde le “ocurren cosas”.
Este dramaturgo amante de la filosofía y las matemáticas obtuvo en 2007 el Premio Nacional de Teatro. Algunas de sus obras, como Cartas de amor a Stalin o Hamelin, se han montado en varios países de Europa y América. Hace poco adaptó La vida es sueño protagonizada por Blanca Portillo y ahora presenta en el teatro Marquina su última obra, Si supiera cantar, me salvaría: el crítico. Cuando el director francés François Ozon vio El chico de la última fila, la historia de un profesor y un inquietante alumno aficionado a la literatura, le propuso a Mayorga llevarla al cine. La película se llama En la casa y obtuvo la Concha de Oro en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián.
Al salir de la Cuarta Pared nos topamos de frente con La Grada (2) (Ercilla, 20; 915 17 96 98), otro pequeño espacio escénico donde, según Mayorga, “se produce una reunión entre público y artistas para crear una experiencia poética”. Unos metros más adelante está El Rincón de Rovier (3) (Moratines, 15, esquina con Ercilla; 914 73 80 79), un bar en el que varias veces entra para escribir en una mesa del fondo mientras se toma una caña. “Yo sé cuáles son las condiciones ideales de escritura: dormir bien, desayunar bien, escribir por la mañana y con tranquilidad en mi casa. Pero en la realidad casi nunca se dan esas condiciones. Porque la vida es agitada. Porque tengo tres niños y ahora un gato. Así que escribo donde puedo y cuando puedo. Siempre cargo material y siempre que encuentro tiempo me siento a trabajar”.
Lenguajes creativos
En la contraesquina del bar está la panadería Rovier (4) (Ercilla, 11; 915 17 06 53), un pequeño local de ladrillo rojo y empalagosos olores. Aquí entra para comprar un trozo de pastel que irá comiendo por el camino. “Estamos a dos minutos de Lavapiés. ¿Vamos?”. Vamos, y al pasar la glorieta de Embajadores, Juan Mayorga mira con afecto el edificio de la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid (5) (Ronda de Valencia, 3; 913 36 62 30). “Aquí di clases de matemáticas durante unos meses. Es que las matemáticas son una extraordinaria creación de la imaginación humana. Disfruté mucho estudiándolas. Luego fui cinco años profesor de Secundaria y disfruté mucho enseñándolas. Me han formado como dramaturgo en la medida en que se trata de un lenguaje de síntesis, un lenguaje desengrasado, como ha de ser el lenguaje teatral”.
Atravesamos la calle y en la acera derecha nos detenemos en la librería Yorick (6) (Valencia, 21; 915 28 87 04), especializada en artes escénicas (Yorick es el personaje del bufón cuyo cráneo exhumado inspira a Hamlet un monólogo sobre la vida y la muerte). Aquí venden varios de los libros escritos por Mayorga. Incluso, al curiosear los anaqueles, se sorprende al encontrar algunas ediciones que él creía agotadas. “Este es uno de los poquísimos sitios en España donde encuentras buenos libros y revistas de teatro”, comenta con nostalgia. Más allá está el Centro Dramático Nacional (7) (plaza de Lavapiés, s/n; 915 05 88 01) en su sede del Teatro Valle-Inclán. “Es la antigua Sala Olimpia, que fue muy importante para mi vocación teatral porque aquí tomé un taller de dramaturgia. Y entonces dejé de ser un escritor aislado. Conocí a actores y directores, y toda esa experiencia fue decisiva para mi carrera”.
Al también profesor de dramaturgia y filosofía de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid le encanta su ciudad natal. “En Madrid puedes encontrar mucha vida. Y cómplices: gente que te acompañe en tus pasiones. Además, aquí tengo mis cuarteles de invierno y a la gente que quiero”. Es un acérrimo estudioso de la vida y obra de Walter Benjamin. “Qué pena que Walter Benjamin no pisara Madrid. Porque él era un gran paseante, un filósofo cartógrafo, alguien que caminaba y percibía lo singular, aquello que podía dar cuenta de toda una época”. Lo dice porque él mismo sigue ese ejemplo. “Cuando leo el periódico, o voy en el metro, o camino por la calle y veo algo que me sugiere una historia, inmediatamente lo anoto en un pequeño cuaderno que siempre cargo y empiezo a pensar en esa historia en términos teatrales”.
Reescritura
La última parada del recorrido es en el Café Barbieri (8) (Ave María, 45; 915 27 36 58), un espacio amplio de atmósfera bohemia en un extremo de la plaza de Lavapiés donde Juan Mayorga ha tenido algunas reuniones con compañeros de trabajo. También se las ha ingeniado para encontrar, al fondo, un rincón en el cual se sienta a gusto para escribir. O reescribir. “Reescribo muchas de mis obras o muchas escenas de ellas porque el tiempo tacha y subraya. Es el propio tiempo el que te va revelando cosas sobre tus personajes y sobre la historia que construiste. Te vas dando cuenta de lo relevante y de lo fallido. Reescribo porque no soy infalible y soy ambicioso. Por escribir lo mejor que pueda. Para que cada texto tenga la forma, la intensidad y la hondura que puedan alcanzar”.
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