Un cóctel clandestino en Madrid

Tocamos el timbre y un camarero con chaleco nos abre la puerta sonriente. Huele afrutado y la luz se compensa cálida con el exterior. Entramos y no nos resultaría extraño que el mismo Don Draper, el protagonista de la serie de televisión Mad Men, pudiera estar sentado en el sofá de cuero de la esquina. Pero no, no es el personaje interpretado por Jon Hamm, vamos a ser nosotros los que ocupemos ese rincón de estilo años cincuenta. Estamos en El Back, el local clandestino del coctelero Diego Cabrera, situado en la calle Piamonte de Madrid, cuyo número no se nos está permitido confesar.

El Back trae su nombre precisamente de eso, de ser la parte de atrás de la gastro-coctelería del famoso barman Le Cabrera (Calle de Doña Bárbara de Braganza, 2, 0034 913 19 94 57), pero viene con un aire de local de uso privado y exclusivo, únicamente accesible previa reserva. A escasos cinco minutos del paseo de la Castellana se encuentra este espacio que, en palabras del propio Diego, “es adaptable a cada persona, donde, salvo la decoración, se puede cambiar, hacer y deshacer prácticamente todo, es tu casa durante el tiempo que lo contrates”.

Entrar en El Back requiere reservar previamente por teléfono y pagar una media de 100 euros por comensal para disfrutar de absoluta privacidad en un piso donde te puede llegar a cocinar el chef marsellés Benjamín Bensoussan y disfrutar de un cóctel de mano del propio Cabrera, 24 horas los 365 días del año. El piso en cuestión, decorado por el interiorista Luis Galliusi, tienen un hall, un comedor con una mesa redonda, un salón con una barra de bar de los años cincuenta, sofás con cojines de Missoni y una cómoda cocina.

Es el usuario el que elige, como si fuera su propia casa, el lugar donde se desarrollará la velada y con absoluta discreción. “Lo exclusivo es tendencia, y no sólo en hostelería”, cuenta Diego sobre este proyecto que ya están contratando marcas para eventos privados o particulares para tranquilas despedidas de soltero. El secretismo sobre El Back está amplificado cuando al salir del piso los vecinos te miran extrañados como si fueras un nuevo huésped de este inmueble de principios del siglo XX que, como dice el propio barman, “puede que en realidad llevara abierto toda la vida”. Si te preguntan, di que vienes de casa de un amigo, tu amigo Diego Cabrera.

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