En Amberes, viste como vieres
Laboratorio de la industria de la moda, contemplar la ropa que la gente lleva por la calle es toda una inspiración. Visita al MoMu, el Museo de la Moda, y a originales tiendas donde los detalles cuentan
Pantalón pitillo, gafas con armazón de madera y silueta retrofuturista, mocasines acharolados y flequillos con temperamento. A Amberes hay que saber pasearla con cierto estilo, pues aunque únicamente salten a los titulares de las revistas capitales como París, Londres o Milán, la ciudad belga es una de las ciudades clave de la moda europea (y no solo de la moda: que nadie se pierda, en la catedral, una obra maestra del arte como es el Descendimiento de Rubens). En Amberes la moda existe como algo cotidiano, como parte del acervo cultural con el que crecen y respiran sus ciudadanos. Si en Amberes se testean las colecciones de las grandes firmas internacionales antes de ponerlas a la venta en otras ciudades, es que aquí se viste de otra manera.
10.00 Té y Madame Grès
La luz discreta entre las cortinas de madera que se cuela por el patio ajardinado de nuestra habitación del hotel Julien (1) (Korte Nieuwstraat, 24) nos ha despertado. Este establecimiento de 21 suites respira filosofía belga entre sus sábanas blancas, sus muebles vintage y las enredaderas que trepan por sus muros interiores. El té negro del desayuno nos ha preparado para la jornada de inmersión en una ciudad que tiene el 85% de la producción mundial de diamantes en bruto. Hasta el MoMu (2), el Museo de la Moda (Nationalestraat, 28), caminamos con los ojos como platos observando el estilismo de una ciudad en la que no hay lugar para el desaliño. En el centro expositivo vemos colecciones de históricos como la francesa Madame Grès, antecesora de Chanel, o piezas de John Galliano o Alexander McQueen.
11.30 Victoria Beckham
A la salida del MoMu nos chocamos con Tina Debo, diseñadora local y responsable de una de las firmas más exportables y conocidas de Bélgica, Kipling. “¿Un té en Renaissance?” (3), nos invita, y allí vamos. Pegado al museo está este espacio que lo mismo es un restaurante y café donde se citan los creadores de la zona que una tienda exclusiva de moda para que firmas como Helmut Lang o Margiela vendan sus colecciones. Mientras, Tina Debo nos dice: “Amberes es una ciudad no tan cosmopolita como Barcelona, pero sí tiene una atmósfera similar de diseño y cultura”. Miramos de reojo a uno de los lados de la tienda. El lateral más grande está ocupado por unas letras grandes luminosas con el nombre de Victoria Beckham, donde reposan parte de sus últimos diseños de moda. Si la excantante británica escoge Amberes como ciudad esencial para su firma será que aquí hay negocio.
12.00 Los Seis
La fama mundial de Amberes en la moda europea surgió en 1987 cuando un grupo de diseñadores locales hicieron una exposición en Londres donde la crítica y el público se arrodillaron sin vergüenza ante sus creaciones. Eran los Seis de Amberes. Uno de ellos era Dries van Noten, y hasta su tienda en el número 16 de Nationalestraat (4) vamos junto a Tina Debo. “El edificio de Dries es una joya arquitectónica”, nos avisa. Y así es, un esquinazo de estilo art déco con escaparates parisinos donde exhibir los estampados geométricos del pope belga. Unos pasos más allá nos acercamos a Coccodrillo (5) (Schuttershofstraat, 9), una de las tiendas de zapatos más famosas del mundo. Aquí todo es un escándalo, los precios del calzado firmado por Yves Saint-Laurent, Balenciaga o Lanvin, los materiales con los que son fabricados y la cola de gente para pagar por un par cerca de 1.500 euros. Tocamos los zapatos con guantes, como los dependientes.
14.00 Patios con plantas
Hay dos aspectos para conocer el civismo de una ciudad. El trato a los animales y la integración de los espacios verdes. Aquí, en Amberes, se dan ambas cosas. En las tiendas está permitido entrar a comprar con perros y no hay restaurante de diseño que no tenga patio con plantas naturales. Un ejemplo es Graanmarkt 13 (6), un multiespacio en la plaza del mismo nombre que te recibe con este mensaje: “Esta es una casa especial donde cada cosa y cada planta te cuenta una historia”. Y así es, tienda de ropa y muebles en el piso del medio, espacio minimalista arriba, para exposiciones y eventos, y abajo, el restaurante, con vistas a un patio industrial.
15.00 La ciudad que mira al río
Ahora damos un rodeo para visitar un interesante museo. La actividad portuaria de Amberes frente a su río Escalda siempre fue prolífica, pero desde mayo de 2011 también la cultura se asoma al espejo de su aguas, fecha en la que se inauguró el museo MAS (7) (Hanzestedenplaats, 1), cuyas siglas significan “museo al borde del río”. Es un centro expositivo (el proyecto arquitectónico lo firma el estudio de Rotterdam Neutelings Riedijk) con grandes cristaleras y cubierto de ladrillo rojo que lleva impresas las huellas de los trabajadores amberinos que hicieron posible la construcción. Dentro se puede ver una parte de las cerca de 500.000 obras y objetos de la cultura flamenca, clásicos y contemporáneos, así como del folclore y la etnografía del país.
17.00 Vestidos floreados
Seguimos teniendo en la mente, con ansia, el deseo de merendar como lo hacen los belgas. Tina Debo nos ha dejado frente al teatro Bourla (8). “Este lugar es uno de los secretos de Amberes, aquí hemos pasado todos nosotros mucho tiempo con nuestras familias y amigos, hay una mezcla de generaciones en torno al arte”, dice. Este teatro (Komedieplaats, 18) programa exposiciones contemporáneas de fotografía y en su restaurante se puede charlar entre infusiones y pasteles rodeados de jóvenes enganchados al iPad, señoras con vestidos floreados y creadores minimalistas con afiladas gafas de pasta. Ahora sí, ha llegado el tiempo de la merienda: “Un pastel de arroz con chocolate, por favor”.
19.00 Milhojas de colores
Apuramos los últimos minutos con las tiendas abiertas y el estómago lleno para visitar otros iconos de la moda belga cuyo centro de operaciones están en Amberes. El ejemplo más claro es Kipling (9) (De Keyserlei, 58), una de las firmas de bolsos más famosas del mundo, con 35 millones de unidades vendidas en 64 países. Y todo, impulsado desde una ciudad que no tiene aeropuerto y que era, hasta hace unos años, conocida por ser donde Rubens desarrolló su carrera. Con alguna bolsa entre las manos volvemos al hotel y, de camino, tropezamos con una cola ordenada y civilizada de gente (como era de esperar en Bélgica, por otra parte). Están esperando frente a Bakkerij Goossens (10) (Korte Gasthuisstraat, 31), la tienda de bollería y pasteles más popular de Amberes. Milhojas de colores, hojaldres, cremas, chocolates de múltiples formas… El ansia por lo dulce regresa, ¿merendamos otra vez?
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