Arqueología sorpresa

El palacio del Marqués de Caro, en el barrio de la Seu Xerea, escondía un botín que todo arqueólogo habría deseado soñar para Valencia. Un grupo de jóvenes emprendedores valencianos excavaba los cimientos del que habría de ser un hotel boutique de lujo cuando se les aparecieron sillares medievales, arcos visigodos, trozos de una insospechada muralla árabe, columnas romanas y hasta un mosaico original de la época en que fue fundada Valentia Edetanorum, en el siglo II antes de Cristo. Los hermanos Juan Emilio y Gustavo Bru, Luis Beilvis y Santiago Máñez se quedaron pasmados ante semejante descubrimiento. Lo que explica, y justifica, por qué algunas habitaciones no resultan todo lo espaciosas que un cinco estrellas se merecería o que los materiales empleados velan más por el sueño de las piedras que por el de sus inquilinos. Francisco Jurado fue el artífice de la restauración.

Con hilo de seda tuvo que proceder después Francesc Rifé en su programa decorativo, aséptico y cauteloso, minimalista, pero sin pacatería. Tiene oficio y sabe que un haz halógeno bien orientado dialoga de maravilla con un muro en ruinas, o que un sillón escultórico de cuero beis descansa bien debajo de un arco carpanel. Cada habitación tiene su aquel. Y su este, como el artesonado de la Suite del Marqués, emplazada en el antiguo salón de baile del palacio. La habitación 21 saca a la luz una escalera secreta. Bajo cubierta, la 31 sirvió de desván. La 24 es el adarve desde el que vigilaban la muralla los soldados musulmanes del siglo XII. Desde la 33 se divisan los tejados colindantes. La 15, probablemente la estancia más antigua del palacio, ocupa la torre principal de la muralla árabe.

Con tanto peso histórico no es extraño que la fachada decimonónica pase inadvertida... Salvo cuando se vuelve uno a pie después de haber aparcado el coche algo lejos, pues el hotel carece de garaje. Entre estas colosales ruinas no había dónde meterlo.

Claro que el servicio, complaciente y ducho en los gajes de la bienvenida, resuelve de inmediato cualquier inconveniente. El huésped de cumpleaños encontrará una botella de champán en la habitación, junto a los cosméticos Bvlgari y otros detalles de lujo más discretos. Tras la marcha de Ricard Camarena, el restaurante Alma del Temple se defiende gracias a la entrega personal de Martina Estevan, ideóloga de una sencilla carta local y anfitriona inolvidable para un hotel con encanto.

{ "active": true, "code": "187529", "elementType": "offerExtension", "id": 9, "name": "VALENCIA", "service": "tripadvisor" }