Noche entre arabescos
El centenario hotel Alhambra Palace, en Granada, mezcla la herencia cristiana y musulmana al pie de la histórica ciudadela andalusí
Cuando uno visita la Alhambra de Granada le apetece hacer muchas cosas, pero se pueden hacer más bien pocas. No hace mucho, sin ir más lejos, a una insensata turista suiza se le ocurrió la feliz idea de intentar grabar un corazón precedido de una inicial en una pared del Cuarto Dorado, la misteriosa estancia donde el Sultán daba audiencia a sus súbditos en el siglo XIV. La chica dio con sus huesos en un calabozo presumiblemente muy distinto al Cuarto Dorado, donde pasó una noche detenida.
Otra cosa que puede apetecer al visitar los suntuosos Palacios Nazaríes es pernoctar allí, vivir por un día como se vivía en los tiempos de esplendor del Reino de Granada andalusí, como hizo el escritor Washington Irving, entre arabescos y fuentes, escuchando el sonido del agua cayendo sobre el agua.
Esto tiene más fácil solución. El hotel Alhambra Palace (www.h-alhambrapalace.es), situado en la colina de la Sabika, dentro del bosque de la ciudadela de la Alhambra, y de estilo neomudéjar que mezcla la herencia musulmana y cristiana, ofrece un ambiente de lujo árabe que hace que las noches allí sean como una de Las Mil y Una Noches. Puede uno imaginar los cuentos sin fin de Scherezade en los salones comunes con arcos y aljibes, o en las habitaciones que mezclan el confort moderno y la ornamentación neonazarí.
Precisamente el hotel, una fortaleza de color naranja galatea que trata de emular el color original de la Alhambra (y que incluye una recreación de la Torre del Oro), fue inspirado en el gran monumento y, como un faro, se levanta sobre Granada: dispone de salones panorámicos con espectaculares vistas a la ciudad, a Sierra Nevada, y hasta el puerto del Suspiro del Moro (donde se dice que el rey Boabdil "lloró como un niño lo que no supo defender como un hombre"). Se recomienda asomarse y tomar algo al atardecer, cuando el cielo se tiñe entre anaranjado y violeta.
Una necrópolis en el aparcamiento
Recientemente el hotel, que está protegido por la Unesco como parte de la ciudadela, ha reabierto sus puertas tras unas reformas técnicas en las que, por sorpresa, se han hallado restos arqueológicos cuando se excavaba un nuevo parking subterráneo. "Se encontró una necrópolis con los restos de 102 personas orientados hacia La Meca, datados en mil años de antigüedad, y algunos restos arquitectónicos, como un arco de medio punto de dos metros y medio de altura, que todavía no sabemos a qué construcción pertenece", explica Ignacio Durán, director comercial y de marketing del hotel. Por el momento las obras se han paralizado hasta que se realice un nuevo proyecto y se apruebe por la Unesco.
Construido por el Duque de San Pedro de Galatino uniendo 12 solares de la zona, fue inaugurado el día de Año Nuevo de 1.910 por Alfonso XIII, unos meses antes de que el mismo rey inaugurara la Gran Vía madrileña. Buscaba atraer al turismo romántico que venía a maravillarse con el exotismo de la Alhambra: en aquellos tiempos el monumento recibía 18.000 visitas al año, ahora son en torno a los dos millones. Al rey le gustó la idea, y, tras la estela del Alhambra Palace, impulsó la construcción de otros hoteles de lujo como el Ritz de Madrid o el Alfonso XIII de Sevilla. El hotel, además de historias, tiene Historia. "En el teatro del hotel, por ejemplo, Federico García Lorca presentó un concurso de cante jondo, en junio de 1922, que había organizado con Manuel de Falla. Durante la presentación el poeta recitó por primera vez composiciones del Poema del cante jondo, como la Baladilla de los tres ríos, que se publicarían años después", cuenta Durán.
El gato de Sofía Loren
Los 102 años que han pasado desde la inauguración le convierten en el segundo hotel más antiguo de España y, claro, en ese tiempo han pasado por aquí tropecientas personalidades que figuran en un Libro de Oro del que en el hotel se sienten muy orgullosos. La lista es inabarcable (www.h-alhambrapalace.es/goldenbook-es.html), pero podríamos destacar a científicos como Severo Ochoa o Stephen Hawking, líderes espirituales tan variopintos como el Papa Clemente (el del Palmar de Troya) o el Dalai Lama, músicos que van de Marujita Díaz a Lenny Kravitz y los rap-metaleros de Rage Against de Machine, pasando por Cole Porter, Rostropovich, Herbert Von Karajan o Daniel Barenboim, lo más granado del cine español y también de Hollywood: Lawrence Olivier, Burt Lancaster, Brad Pitt, Vigo Mortenssen y Orson Welles. Hasta Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, se hospedó en este palacio.
La cosa ha dado anécdotas, como aquella ocasión, cuenta Durán "en la que uno de los camareros del hotel se quedó blanco al ver corretear por los pasillos a Sofía Loren en camisón persiguiendo a su gato". En 2003, incluso, un millonario saudí de identidad desconocida quiso, no pasar una noche, sino hacer del hotel su propio palacio. El director puso un precio exagerado a sabiendas: 120 millones de euros. No volvió a saberse del millonario.
El hotel resiste bien la crisis "porque mucho de nuestro público", dice Durán, "viene de mercados que han resistido, como el estadounidense (un 60% de la clientela), el alemán o el asiático. Mucha gente viene de California, donde la Alhambra es muy popular y donde todo el mundo sabe donde está España", explica el director comercial. Pero no solo extranjeros pisan el Alhambra Palace: "todos los granadinos tienen de alguna manera una relación con el hotel", continúa Durán, "en la ciudad es costumbre venir a admirar los atardeceres. Entre los jóvenes más románticos es muy habitual traer aquí a la pareja para impresionarla".
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