Telón de protones en Canadá
Si la Tierra no fuese un enorme imán, el viento solar nos freiría. Por suerte, la magnetosfera, el campo magnético que la rodea, actúa como un escudo, desviando ese chorro de partículas que el Sol expulsa al espacio a casi 1.000 kilómetros por segundo como lo haría el pretil de un puente con la corriente de un río. Parte de ese torrente de protones y electrones de alta energía incide en la atmósfera cerca de los polos, donde chocan con los átomos de oxígeno y nitrógeno del aire, emitiendo luz en un proceso análogo al de los tubos de neón o los televisores: son las auroras, australes en el hemisferio Sur, boreales en el hemisferio Norte. La aurora boreal de la foto se vio en la región del Yukón, en el Ártico canadiense, aunque la intensa actividad solar de este año está extendiendo el espectáculo a latitudes más meridionales.
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