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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
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Garajonay: senderismo por el Terciario

Canarias es mucho más que sol y playa. Islas como La Gomera son un paraíso senderista, con lugares tan espectaculares para caminar como los bosques de laurisilva de este parque nacional

Parque nacional Garajonay, en la isla de La Gomera.
Parque nacional Garajonay, en la isla de La Gomera.ida plaza
Paco Nadal

A la Canarias manida de sol y playa, de escaparate mundano sin ninguna particularidad frente a otros cientos de escaparates mundanos igualmente globalizados en otros rincones del planeta, se opone esa otra Canarias verde y rojiza de vulcanismo reciente, de naturaleza salvaje y de bosques de laurisilva que permiten dar un paseo por el Terciario. Una Canarias que, por desgracia, muchos turistas —en especial, peninsulares— ignoran.

Las Canarias son un paraíso para el senderismo. Nos lo enseñaron los trotamundos alemanes, los primeros en detectar que a este universo de ocho islas tan diferentes entre sí se podía venir a más cosas que a tomar el sol. De todas ellas, la que más condiciones reúne, sobre todo para senderistas avezados y gente con buena condición física —porque los desniveles son de récord Guinness— es la isla de La Gomera, desde donde hoy escribo.

La Gomera es la isla canaria más abrupta y quebrada. Una impresión que asalta al viajero nada más poner pie en tierra en la capital, San Sebastián de la Gomera, donde está el puerto en el que atracan los ferris que llegan de la vecina Tenerife. Vista desde el aire asemeja un gran y perfecto volcán de perímetro redondeado, evidencia de su origen eruptivo. Pero observada y vivida de cerca es una sucesión de barrancos y quebradas en los que no parece existir la línea recta. Tan compleja es su orografía que no existe una sola carretera que circunvale la isla: para saltar de un valle a otro hay que subir y bajar, subir y bajar… siempre por cintas de asfalto que en el mapa parecen la radiografía de un intestino grueso.

Detalle de vegetación laurófila en la zona del bosque del Cedro, parque nacional Garajonay.
Detalle de vegetación laurófila en la zona del bosque del Cedro, parque nacional Garajonay.paco nadal

La Gomera, además de un magnífico ejemplo del vulcanismo que dio origen al archipiélago canario, alberga uno de los bosques más peculiares de España: la selva húmeda de laurisilva, vestigio relicto de los bosques que en el Terciario poblaron toda la cuenca mediterránea y que apenas han sobrevivido en Sudamérica y en las escarpadas laderas de las otras islas Macaronesias (Madeira, Azores) gracias a la envoltura de nieblas que llegan desde el océano e impregnan las cumbres de estas islas.

La laurisilva no es un árbol sino un tipo de bosque formado por especies cuyas hojas tienen una cubierta de cera que les protege del clima húmedo y cálido en el que crecen, como el laurel, del cual toma el nombre. Pero en un bosque de laurisilva se pueden encontrar también hayas, tilos, naranjeros salvajes, sauces y madroños canarios, tejos, brezos arbóreos y acebiños, entre otras especies.

El monteverde, como llaman los canarios a la laurisilva, de La Gomera ocupa 40 kilómetros cuadrados, algo más del 10% de la superficie total de la isla y la tercera parte de todo este bosque nuboso subtropical que aún queda en el archipiélago. Un paisaje enigmático, misterioso, casi de aquelarre, capaz de transportarte 20 millones de años atrás en el tiempo. Para protegerlo se creó en 1981 el parque nacional de Garajonay.

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Garajonay es, además, un parque muy accesible porque lo atraviesan las dos principales carreteras de la isla, la GM 1 —de Vallehermoso a Valle Gran Rey— y la GM 2, que viene desde San Sebastián y se cruza con la anterior. Subiendo por esta última se pasa por uno de los lugares icónicos gomeros: el roque de Agando, que preside la caldera de Benchijígua. Los roques son pináculos puntiagudos de roca volcánica, muy típicos del vulcanismo canario. Este de Agando marca la entrada al parque de Garajonay. Siguiendo por esa misma GM 2 se llega al área recreativa Laguna Grande. El centro de interpretación e información Juego de Bolas está algo más lejos, en la entrada norte del parque por Agulo.

Señalización del Camino Natural Cumbres de La Gomera a su paso por Garajonay.
Señalización del Camino Natural Cumbres de La Gomera a su paso por Garajonay.Ida Plaza

Pero para disfrutar bien del parque, para conocer la verdadera dimensión de lo que significa una reliquia botánica como Garajonay, solo existe una manera: caminar. El parque está lleno de senderos balizados de todo tipo de longitud y dificultad para hacer por tu propia cuenta. Lo atraviesa, por ejemplo, el Camino Natural de las Cumbres de La Gomera, un sendero GR (gran recorrido) que cruza toda la isla, entre la capital y Vallehermoso, en tres etapas y 41 kilómetros.

Hay senderos PR (pequeño recorrido), como el PRLG 17, que va del Roque de Agando a La Laja; o el PRLG 3, de Contadero a Hermigua pasando por el bosque del Cedro, uno de los lugares donde el bosque de laurisilva es más espeso y bello. También hay muchos senderos circulares. Todos ellos se pueden consultar (con mapa y audioguía) en la web del parque.

Otra posibilidad son las rutas guiadas por agentes del propio parque. Se organizan todos los viernes del año (en verano, también los miércoles) y son gratuitas. Deben reservarse a través de esta central de reservas online.

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