17 fotos
Bolonia: de la granja a la mesa La pandemia ha puesto de relieve el círculo virtuoso entre agricultura tradicional, preservación de la biodiversidad, recuperación del paisaje y solidaridad social El artista gerundense Joan Crous, de 59 años, pasea el 22 de octubre por el huerto de la cooperativa que fundó en Bolonia, Eta Beta, que trabaja en la inserción laboral de enfermos mentales, toxicómanos y menores migrantes llegados a Italia solos. Eta Beta ha recuperado cinco hectáreas de terrenos industriales contaminados por la tinta de la rotativa de un periódico local, 'Il resto del Carlino', para cultivar hortalizas ecológicas. Jaime Villanueva "Debemos dejar de envenenar esta tierra". Costantino Poluzzi, trabajador de la hacienda agrícola Ca' de Cesari, en Pianoro, a diez kilómetros de Bolonia, defiende la necesidad de proteger la tierra y el derecho de "todas las personas a comer sano. En este mundo hay comida para todos". Poluzzi, de 36 años, tenía su propia empresa de ropa pero decidió abandonar "el frenesí" de la vida que llevaba para convertirse en agricultor. Jaime Villanueva En la hacienda Ca' de Cesari, en las cercanías de Bolonia, trabajan cinco operarios agrícolas, todos menores de 40 años. Cultivan hortalizas y frutas sin fertilizantes químicos ni pesticidas y solo de temporada. El Parlamento Europeo dio luz verde el 20 de octubre a la estrategia “De la Granja a la Mesa”, que recoge que para 2030 el 25% de la superficie agraria total de la Unión Europea sea ecológica. Jaime Villanueva Chiara Sansone, de 28 años, una de las agricultoras de Ca' de Cesari, carga una caja de huevos en una furgoneta. La empresa vende directamente al público en mercados de la zona. Cuando empezó el confinamiento por la pandemia en Italia, el 9 de marzo de 2020, Ca’ de Cesari empezó a ofrecer un servicio de pedidos a través de internet, que entregaba a domicilio en Bolonia y sus alrededores. Jaime Villanueva Sansone es licenciada en Ciencias de la Historia y Orientalística. Esta agricultora por elección aboga por "ennoblecer" su oficio y por “recuperar el sentido de las estaciones”. “Hay gente que viene a pedirnos tomates en diciembre”, lamenta. Jaime Villanueva Los Mercados de la Tierra de la organización Slow Food ofrecen a los productores locales, como la que aparece en la imagen con un queso parmesano en el mercado del Novale, en Bolonia, la posibilidad de vender directamente al público sin pasar por la gran distribución alimentaria. Jaime Villanueva Antonella Bonora es la fiduciaria de Slow Food en Bolonia. Esta mujer de 59 años coordina las actividades de la organización, incluidas sus iniciativas solidarias. Durante la pandemia, sus productores asociados donaron alimentos frescos de forma gratuita para proporcionar comida de calidad a familias sin recursos, entre ellas, a madres de familia víctimas de violencia machista. Jaime Villanueva Invernadero del vivero de la cooperativa Eta Beta en su sede, a unos cuatro kilómetros del centro de Bolonia. Una de las actividades económicas con las que esta cooperativa se financia es la venta de plantas en el mercado del Novale, de Slow Food. Jaime Villanueva Matteo Scarpellini, de 37 años, es el propietario de Ca' de Cesari, cuyas hortalizas muestra en su puesto en el mercado exDazio, en Corticella, Bolonia. Su hacienda es uno de los “baluartes” de Slow Food, el título que se otorga a las explotaciones que luchan por preservar un producto en riesgo de desaparición, en su caso, la alcachofa violeta de San Luca. Scarpellini recuperó esta variedad local tras conseguir que un viejo agricultor de la zona le regalara 10 matas. Ahora tiene “unas 600”. Jaime Villanueva Tommaso Maio (sentado) y Flavio Benassi son los propietarios de la Trattoria Serra, un restaurante asociado a la red Slow Food, que solo trabaja con alimentos ecológicos de los productores de la organización. Este establecimiento, que tiene en su fachada una bandera arcoíris y se declara "antirracista, inclusivo y LGTBI", es uno de los negocios que ha dinamizado el barrio obrero de la Bolognina, situado a espaldas de la estación central de Bolonia, hasta hace unos años degradado. Jaime Villanueva En la Trattoria Serra la pasta se elabora a mano. No hay productos procesados. Durante el confinamiento que empezó el 9 de marzo de 2020 en Italia, sus propietarios optaron por cerrar y no entregar comida a domicilio. Flavio Benassi explica que tomaron esta decisión para "no utilizar 'riders", un método de entrega a domicilio que descartaron por el "riesgo que suponía para estos trabajadores". Jaime Villanueva Unos beneficiarios del proyecto de inclusión social y laboral para discapacitados de la pizzería Porta Pazienza, situada en Pilastro, el suburbio más desfavorecido de Bolonia, preparan la pizza. Este restaurante aboga por implantar una "ética del consumo" que incluye la exclusividad dada a los alimentos ecológicos, no solo de productores locales, sino también los que se cultivan en terrenos confiscados a la mafia en el sur de Italia. Jaime Villanueva Giacomo Crous Ramió, trabajador de Eta Beta, posa ante un arce japonés en el vivero de la cooperativa en Bolonia. Jaime Villanueva Castañas del bosque de Castelluccio, a 65 kilómetros de Bolonia. La castaña y la harina que se extraía de ellas tras desecarlas y molerlas permitía en el pasado subsistir durante el invierno a los habitantes de esta zona de la región de Emilia-Boloña. Jaime Villanueva Domenico Medici es un productor de harina de castaña. En la imagen, en el secadero de ese fruto de su familia, donde se mantiene una tradición ancestral de la zona de Castelluccio, en el Alto Valle del Reno, a una hora en coche de Bolonia. Durante 40 días, las brasas de una hoguera de madera de castaño se mantienen vivas para desecar el fruto y luego molerlo con el fin de obtener su harina. Jaime Villanueva Angela Montebugnoli, de 76 años, en su casa de Villanova di Castenaso, a 10 kilómetros de Bolonia. La señora Montebugnoli fue una de las clientes de la entrega de la compra de comida ecológica de productores de Slow Food durante el confinamiento por la pandemia en 2020. "Yo no podía salir. Me salvaron la vida", explica. Jaime Villanueva Colas ante los puestos del mercado del Novale de Slow Food, en la plaza dedicada al poeta Giosuè Carducci de Bolonia, el domingo 24 de octubre. Jaime Villanueva