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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
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Seis rincones poco conocidos de Galicia para un otoño espectacular

Lugares llenos de encanto y menos trillados que los habituales para disfrutar de esta época del año en una comunidad que lo tiene casi todo

Fragas y río Eume.
Fragas y río Eume.Ramón Espelt Photograpy / Getty
Paco Nadal

Galicia es inmensa. Un destino que nunca cansa y siempre sorprende. Costa, montaña, cultura rural aún en activo, pueblos pesqueros, gastronomía, monasterios, balnearios... Pocas comunidades autónomas ofrecen tantas propuestas para un viajero como la gallega. Más allá de sus archiconocidos centros turísticos quedan rincones menos trillados para deleitarse en esta época del año que acaba de arrancar. Estos son seis de mis favoritos.  

Cementerio neogótico de Goiriz
Cementerio neogótico de GoirizPaco Nadal

1. Cementerios góticos de Terra Chá (Lugo)

Hay cementerios en los que uno se quedaría a vivir; o, por lo menos, a pasar un buen rato deleitándose con ese extraño y cautivador paisaje creado por el hombre para acompañarle en la vida eterna. Es el caso de los cementerios neogóticos de Goiriz y San Xoán de Alba, en la comarca de Terra Chá lucense, con sus pináculos de filigrana formando un conjunto casi fantasmagórico, sobre todo en días de niebla.

Los dos cementerios están anexos a sendas iglesias rurales por las que pasa el Camino de Santiago del Norte. La de Santiago de Goiriz fue construida en el siglo XVI, aunque reformada en el XVIII. La iglesia de San Xoán, una pequeña aldea cerca de Vilalba y Baamonde, es otro excelente ejemplo de la arquitectura rural religiosa lucense y tiene un miliario romano adosado a la pared del cementerio. Oscuras piedras de granito comidas por el verdín de la humedad en una región, Galicia, que siempre mantuvo una relación especial con la muerte.

Fachada del monasterio coruñés de Sobrado dos Monxes
Fachada del monasterio coruñés de Sobrado dos MonxesPaco Nadal

2. Sobrado dos Monxes (A Coruña)

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Las rebuscadas torres del monasterio cisterciense de Santa María de Sobrado despuntan como mazorcas de piedra en la llanura gallega. Es uno de los grandes centros monásticos gallegos y el primero de la orden del Císter en toda la Península. Sus orígenes se remontan al siglo X, pero fue en 1142 cuando los monjes cistercienses se hicieron cargo del recinto, al igual que ocurrió en otros muchos lugares del norte peninsular, favorecidos por los deseos de repoblación y restauración de los reyes y nobles cristianos.

Desde entonces, Santa María de Sobrado ha estado ocupada por estos monjes austeros de túnica blanca, seguidores de la regla de San Benito, con un paréntesis de 120 años (de 1834 a 1954), cuando tras la Desamortización de Mendizábal fueron obligados a abandonar el monasterio. El nuevo propietario lo usó como cantera, lo que llevó a su completa ruina. A principios de los años sesenta monjes de la abadía de Cóbreces (Cantabria) retornaron al lugar y empezaron las obras de reconstrucción.

Otoño en las Fragas do Eume
Otoño en las Fragas do EumeRamón Espelt Photograpy / Getty

3. Fragas do Eume (A Coruña)

Una fraga en gallego es un espacio montañoso donde crece salvaje la vegetación. Un bosque. Y este de Eume, a poco menos de una hora en coche de los ruidos de la ciudad de A Coruña, es uno de los bosques atlánticos mejor conservados de Galicia. Fresnos, castaños, abedules, sauces, arces, avellanos, laureles y, por supuesto, carballos (robles) forman una pantalla densa de verdor y misterio, acrecentada por los helechos relictos del Terciario que crecen en las zonas más húmedas.

La magia de la fraga se ve acrecentada por las ruinas de algunos molinos y presas, por viejas torres defensivas y por el monasterio de Caaveiro. Es el bosque milenario, la cubierta vegetal que se extendía por buena parte de Galicia antes de que llegara el eucalipto. Algo más de 9.000 hectáreas de biodiversidad a lo largo de las riberas del Eume que fueron declaradas parque natural en 1997. El acceso está señalizado desde Pontedeume.

Neblina matinal en el puerto de Aldán
Neblina matinal en el puerto de AldánPaco Nadal

4. Ría de Aldán (Pontevedra)

Todos hemos oído hablar de las grandes y famosas rías Baixas (Vigo, Pontevedra, Arousa, Muros-Noia, Corcubión), pero muy pocos viajeros conocen esta pequeña y preciosa ría, transversal a las demás y mucho más pequeña que sus hermanas. Aldán es una ensenada encajada entre las dos rías “mayores” de Vigo y Pontevedra, mucho menos explotada y más genuina. Una ría en miniatura que conserva el espíritu y la fisonomía que un día hubieron de tener las grandes antes de la explosión inmobiliaria. En la gran explanada del puerto de Aldán siempre hay pescadores en sus quehaceres.

La antigua factoría de salazones es ahora A Casa de Aldán, un increíble alojamiento rural. Y en la cantina de la lonja dan los fines de semana el mejor y más fresco pescado de la ría. Deambular por el paseo construido a lo largo de la ría nos transporta a otro tiempo, cuando las rías eran aún territorio de pescadores y mariscadores. En la parroquia de Coiro puede visitarse un interesante templo barroco y el pazo de Vista Alegre, que perteneció a los condes de Aldán. La ría tiene excelentes y tranquilos arenales, como las playas de Castiñeiras, Areacova y Areabrava.

Monasterio de Oseira
Monasterio de OseiraSpain.info

5. Monasterio de Oseira (Ourense)

Fue también una fundación muy temprana del Císter en Galicia y el germen de la colonización y desarrollo de toda esta comarca orensana del concello de Cea. Un enorme y monumental conjunto monástico cuyos orígenes se hunden en el siglo XII, que se ha conservado casi intacto y al que se le ha llamado el Escorial gallego. Tiene una fascinante iglesia románica, tres claustros y una vistosa sala capitular.

Dicen que el pulpo llegó al interior de Ourense gracias a los monjes de Oseira, que cobraban los diezmos a sus feligreses del puerto de Marín en pulpo. Lo cierto es que una de las Festa do Pulpo más famosas del mundo se celebra en el cercano municipio de O Carballiño. Oseira se encuentra a nueve kilómetros al norte de Cea por la OU-0406.

Restos de viviendas circulares en el castro galaico de Baroña
Restos de viviendas circulares en el castro galaico de BaroñaPaco Nadal

6. Castro de Baroña (A Coruña)

Ni tan grande ni tan conocido como el de Santa Tegra (en A Guarda, desembocadura del Miño), el castro galaico de Baroña es para mí el más impresionante de Galicia. Y lo es por su ubicación: una estratégica península unida a tierra firme por un istmo en la península de Barbanza, ría de Muros-Noia. Baroña estuvo habitado durante la Edad del Hierro (I a.C – I d.C). Se han excavado una veintena de viviendas circulares distribuidas en dos barrios y separadas por una especie de plaza comunal. El conjunto lo rodeaban dos murallas de mampostería, de la que aún se observan lienzos. En el istmo había un foso y otra muralla como primera línea defensiva.

Fue excavado por primera vez en 1933. Se han encontrado restos de trabajos en metal y piedra, así como tejidos. Quedarse sentado en lo alto al atardecer, cuando ya se han ido la mayoría de los turistas, a escuchar cómo el mar bate contra los acantilados que defienden el poblado es una experiencia mágica.

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