_
_
_
_
África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

“Soñar juntos es superar los egoísmos”

El escritor mauritano Beyrouk ha publicado su primer libro traducido al español 'Estoy solo' dentro de la colección Libros del Baobab

El escritor mauritano Beyrouk.
El escritor mauritano Beyrouk.Valérie Marin

En Mauritania el asfalto de una carretera desaparece bajo la arena que se desprende de los picos de las dunas que forman el desierto. A lo lejos, una jaima se protege o se esconde a la sombra de una de esas dunas que con el tiempo va cambiando de lugar. Unos nómadas peregrinos avanzan despacio dejando una hilera de huellas dibujadas en la arena del desierto que el viento, poco a poco, va barriendo hasta borrarlas por completo. Las sombras que proyectan los animales mientras abrevan en un pequeño y milagroso manantial permanecen poco tiempo en el mismo lugar… ¿A dónde va esa carretera? ¿Es un espejismo el reflejo de esa jaima? ¿Los peregrinos, los animales cómo sobreviven allí, bajo el sol?

Más información
El libro que nos abre la puerta a la literatura de Mauritania
Recomendaciones africanas para un 23 de abril

El escritor mauritano Beyrouk, quien fuera fundador del primer periódico independiente del país, Mauritanie demain, y de la primera asociación de prensa independiente, afirma que casi no se conoce nada de la cultura de su país. Pero, ¿cómo es posible conocer algo de un país donde todo parece volátil, efímero y temporal? ¿Qué permanece fijo y estable en un lugar donde el 90% de su territorio es arena; un rincón del mundo en el que casi todo está dentro del desierto?

Pregunta: ¿Qué es Mauritania para Beyrouk?

Respuesta: Mauritania es mi país, tal vez sea el azar lo que me ha hecho nacer aquí, pero me gusta el rigor de nuestro clima, nuestra cultura que nadie conoce, nuestros prejuicios, nuestras tonterías, nuestro "atraso". Soy, creo, como todos los demás. Me gusta mucho, no viviría en otro sitio por nada del mundo, pero también me gusta viajar y me gustan todos los pueblos, sobre todo aquellos que son devastados culturalmente.

P: Cuando visité su país, tuve la sensación de que se medían mucho las palabras y los comentarios dependiendo de con quién o dónde se estuviese.

R: Sí, en mi tierra hay siempre una contención con respecto al extranjero, creo que es la vieja desconfianza del nómada frente a la población urbana, pero también hay un miedo a la censura, no la del poder sino la de la sociedad, la de ciertos ambientes muy conservadores y muy atrasados, y que a veces son muy poderosos.

Beyrouk habla con calma, muy bajito a veces; como si no quisiera cometer error alguno

Beyrouk tiene 64 años, pero su sonrisa tímida parece la de un niño. Apenas muestra los dientes bajo un bigote blanco perfilado irregularmente y arruga los ojos, como si caminase en medio de una tormenta de arena. Habla con calma, muy bajito a veces; como si no quisiera cometer error alguno. Como si fuera un poeta que mide cada línea, cada palabra para que encaje en la métrica que busca. El color de su piel es significativo, pues parece una metáfora de su propio país. Es un tono a medio camino entre el del África subsahariana y el del África árabe; justo en la bisagra donde se encuentra Mauritania: en la puerta de acceso a una u otra de esas áfricas.

P: En el libro Estoy solo ocurre lo mismo. En ciertos momentos se puede tener la sensación de estar leyendo una de las narraciones de Sherezade, por la prosa poética de Beyrouk, y en otros un nuevo capítulo de Todo de se desmorona de Achebe, por la magia y la importancia que le concede el protagonista a sus antepasados, como Nacereddine.

R: Me gustan mucho esos dos relatos. ¿Prosa poética dice usted? Soy de una cultura que solo conoce la poesía, que ennoblece a los poetas, todo el mundo o casi debe, para ser apreciado, intentar recitar versos. Nacereddine es un personaje emblemático de nuestra historia, un iluminado que a finales del siglo XVII llamó a la yihad contra las familias principescas de la región y contra la trata de los negros que se llevaba a cabo desde Saint Louis, en Senegal. No era ningún poeta, para aquellos que lo siguieron era un santo.

P: En pleno siglo XXI suenan las voces que claman por una nueva yihad. África no se escapa a ello y Mauritania menos. Si el país de Beyrouk se encuentra en la bisagra del África árabe y el África negra, también lo está en la puerta del terrorismo que llega del oeste; pero cuando hablamos de terrorismo, tengo la sensación de que, desde Europa, los terroristas radicales islámicos no tienen rostro, que son como fantasmas que aparecen de la nada. Sin embargo, en las páginas de Estoy solo logré ver a uno de ellos -a Ethman- e intuir así cuál podría ser su procedencia ¿Quiénes son estos terroristas?

R: Nos hacemos las mismas preguntas: ¿quiénes son esos terroristas? Creo que son personas en su mayoría indignadas por la explotación, indignadas por las injusticias, por la situación del mundo musulmán y que no han encontrado respuestas. Ni el comunismo ni los nacionalismos han aportado ninguna solución, por lo tanto, volvemos hacia atrás, hacia los primeros años del Islam, cuando se ganaba, es la vuelta al salafismo, es decir, al entusiasmo combativo de los primeros musulmanes.

Ni el comunismo ni los nacionalismos han aportado ninguna solución, por lo tanto, volvemos hacia atrás, hacia los primeros años del Islam

P: ¿Tiene algo que ver esto que escribe?: “¿Por qué siempre me enfrentan con lo infinito? El Estado lo primero, la unidad nacional, me dijeron, después el socialismo, después nuestra democracia incongruente, después esa pamplina que llamaron desarrollo, todo tipo de utopías… ¿Y si nos dejan vivir en paz?”. ¿Cuál es esa paz?

R: La paz de los corazones quiere decir libertad, una cierta justicia económica y sobre todo respeto. Las ideologías no han podido hacer nada, porque se mueven por filosofías exteriores y por élites occidentalizadas. La paz también es pensar en uno mismo, partiendo de los valores propios, de la cultura de uno mismo y teniendo en consideración los intereses de la inmensa mayoría. La paz no son los yihadistas, pero tampoco el desprecio hacia los pueblos, las culturas y la fe.

P: Acostumbrados al boom de los autores y autoras de ascendencia africana, pero que apenas han vivido en el continente, no encuentro en ellos la misma fuerza ni el mismo espíritu que el que trasmite Beyrouk. En Estoy solo podemos sentirnos parte de África; podemos ver y escuchar lo que ocurre allí, en un barrio cualquiera de Nuakchott, sin la negativa y pesada carga de ser un turista extranjero. ¿Para quién escribe, para un público europeo o para uno africano?

R: Me da vergüenza, pero voy a ser honesto con usted: solo escribo para mí. La escritura es una pasión personal, una manera de vivir y de encontrarme conmigo mismo; sí, una suerte de medicamento que me libera de las angustias del mundo. Pero creo que en cada uno de nosotros, está el universo entero, así que creo que al fin y al cabo, escribo para vosotros.

Solo escribo para mí. La escritura es una pasión personal, una manera de vivir y de encontrarme conmigo mismo

P: Y, ¿para quién escribió Estoy solo?

R: Justo para mí mismo, para no quedarme solo, sino para compartir mis miedos y también las esperanzas que a veces me habitan.

P: Una de las características más conocidas de África es que los africanos, por lo general, son muy sociables. La familia amplia, la tribu, el clan y las aldeas siguen estando muy presentes. Pero, ¿por cuánto tiempo puede escapar el continente africano de la tendencia individualista que invade el resto del mundo? Usted mismo escribe: "Hemos dejado de soñar juntos, son los demás quienes fantasean por nosotros". Habría que definir quiénes son esos que han o que hemos dejado de soñar juntos y también quiénes son esos otros que fantasean por nosotros. En cualquier caso, sería bonito encontrar un sueño conjunto, pero… ¿Cuál debería de ser ese sueño?

R: Soñar juntos es superar los egoísmos, es pensar en un futuro beneficioso para todos, es superarse, no pensar solo en uno mismo, ni solo en nuestro país, es albergar a la humanidad dentro de nosotros mismos y esta es al mismo tiempo la mejor manera de servir a nuestro país.

P: En ocasiones, el desierto está más cerca de lo que creemos, pero incluso en medio del desierto las estrellas permanecen en el mismo lugar y por ello nos sirven de guía. ¿Es posible hoy vivir de otra manera que así, solo, como su protagonista?

R: A veces nos sentimos solos al lado de nuestra familia, en medio de una multitud, pero cuando estamos solos, el mundo entero nos habita, nuestros recuerdos, nuestros amigos, nuestros padres, nuestra educación, nuestros prejuicios…

Puedes seguir ÁFRICA NO ES UN PAÍS en Twitter y Facebook.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_