Cómo un premio Ortega y Gasset intervino en la España vacía
Un especial multimedia sobre Aragón, ganador de la última edición de los galardones, logró retratar y mejorar algunos de los problemas de los pueblos de la comunidad
Cinco meses atrás, los periodistas Pablo Ferrer y Laura Uranga recibieron una de las mejores llamadas de su carrera profesional. Al otro lado del teléfono sonó un “no sabes quién soy, pero te voy a dar una alegría”. El jurado de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo había fallado que su trabajo Aragón, pueblo a pueblo era merecedor de uno de estos galardones, en concreto, en la categoría de Cobertura multimedia. Redactor y fotógrafa del Heraldo de Aragón han presentado su trabajo a un grupo de suscriptores de EL PAÍS, detallando qué ha supuesto para los pueblos de esta comunidad castigada por la despoblación.
La concesión del premio Ortega y Gasset, galardones que tienen abierta su 38ª edición, fue el culmen de un trabajo de más de dos años para retratar los 731 pueblos de la comunidad aragonesa. Una encomienda muy ambiciosa para un medio de comunicación regional que, al principio asustó a los periodistas, como reconocieron en el encuentro con los suscriptores, enmarcado en las actividades exclusivas de EL PAÍS +. “Era una maratón al ritmo de velocistas”, ejemplificó Ferrer.
Con un mes de antelación comenzaron a preparar las publicaciones, que debían salir una al día, pero a los tres meses la amplitud del territorio les hizo pedir ayuda a algunos colaboradores del diario. Al final casi una veintena de personas acabaron participando en el especial multimedia, un retrato coral de la España vacía protagonizado por quienes resisten al abandono.
Al inicio del proyecto, cuando la pareja llegaba a un pueblo, la desconfianza era evidente. Los vecinos preguntaban “¿pero aquí a qué habéis venido?”, acostumbrados a ver periodistas solo cuando ocurría algún suceso. Les recriminaban su presencia porque temían que no fuesen a contar ninguna de las virtudes del lugar. Poco a poco, conforme los pueblos iban siendo publicados, todos tratados de igual manera, a doble página en el periódico, el proyecto ganó popularidad y los vecinos confianza.
Aragón, pueblo a pueblo, que ha tenido una segunda vida gracias al premio Ortega y Gasset de Periodismo, ha servido para evidenciar los males de la España vacía, dar esperanza a algunos pueblos e incluso subsanar algunas deficiencias, como socavones en la carretera, una cuestión aparentemente menor, pero crucial para muchas localidades. Ferrer lamenta que estos no sean más que parches a un problema muy grave y complejo: “Es fundamental, más que hacer promesas, desarrollar realidades para los pueblos, el tema de las comunicaciones es vital, no solo telefónicas o internautas, sino también las viales, hay mucho pueblo que sus vidas están marcadas por tener mal las carreteras”. Uranga añade que, además de ayudas y soluciones, también es importante no poner trabas burocráticas a aquellos que, por ejemplo, deciden emprender en el rural.
La fotógrafa es natural de Pamplona, con lo que para ella el descubrimiento de la tierra fue mayor que para Ferrer, que aun así reconoce que se percató de que apenas había rozado el 10% de su comunidad. Ambos se sienten privilegiados al haber conocido tan en profundidad los pueblos de Aragón, no solo en verano, cuando la mayoría de ellos lucen saludables por las visitas, sino también en los momentos más duros, y conocer así de primera mano sus problemas: falta de oportunidades laborales, mala comunicación telefónica, carencia de internet, etcétera. Ferrer destaca la importancia de contar la España vacía desde el propio terreno, “sin teorizar desde la ciudad, ni pontificando desde lo académico” y alerta de que muchos pueblos "no ven futuro", algo que describe como “descorazonador”.
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