Carlos A. Scolari: “Los ‘podcasts’ están explorando los límites de la comunicación oral”
Entrevistamos al autor del libro 'Las leyes de la interfaz' y 'Cultura snack'
Carlos A. Scolari es uno de los pensadores sobre medios de comunicación más reputados de España y Latinoamérica. Este teórico de la comunicación argentino vive en Europa desde 1990. Actualmente reside en España y es profesor de la Universidad Pompeu Fabra desde 2010. Uno de sus múltiples aportaciones teóricas fue la creación del término "hipermediaciones", según el cual, las tecnologías digitales no sólo transforman el mundo, sino que también inciden poderosamente en la comprensión de ese mundo que fabrican.
Algunos de sus libros son clave para comprender hacia dónde se encamina la industria mediática: Hipermediaciones (2008), Ecología de los medios (2015), Media Evolution (2020), Cultura Snack (2021) son algunos de ellos. Con él conversamos a propósito de su nuevo libro y sobre la pujante industria del audio en el ecosistema mediático.
Pregunta: Reedita su libro Las leyes de la interfaz en Gedisa con un epílogo dedicado al mundo pospandémico. Quería preguntarle cuáles son esas leyes, de qué modo afectan a los creadores de contenido y hacia qué mundo mediático nos encaminamos.
Respuesta: La primera edición de Las leyes de la interfaz es del 2018. En estos años tanto en mi equipo de investigación como otros colegas aplicamos este modelo de análisis, que es bastante flexible y simple, a diferentes realidades. Ante todo, partimos de una expansión del clásico concepto de “interfaz”: ya no solo analizamos la relación del sujeto frente a la pantalla, con el ratón o el joystick en la mano, sino que comenzamos a analizar un aula, un cine, un museo o un sector laboral como si fuera una interfaz. En otras palabras, escalamos el modelo de análisis y lo aplicamos a interfaces educativas, laborales, urbanas o culturales. Ahora bien, si algo puso en evidencia la pandemia es la obsolescencia y problemas de muchas interfaces. Por ejemplo, las interfaces sanitarias tuvieron que ser rediseñadas de un día para otro para acoger a miles de enfermos de covid; lo mismo sucedió con las interfaces educativas: en unas semanas se tuvo que pasar del modo presencial al online. Este modelo de análisis, que también puede ser aplicado a la producción de contenidos y a la comunicación, o sea, a las interfaces mediáticas, nos sirve para analizar el funcionamiento de las interfaces en sentido amplio, detectar sus problemas y, lo más importante, rediseñarlas.
P: Me preguntaba qué papel ocupa la eclosión del audio en estas interfaces. ¿Cómo lo analiza?
R: Podría decirse que están apareciendo nuevos actores en la interfaz mediática, desde nuevos generadores de contenidos (youtubers, tiktokers, podcasters, etcétera) hasta nuevos actores tecnológicos (por ejemplo los algoritmos o las vituperadas plataformas) y contenidos (vídeos breves y efímeros, podcasts, audiolibros, etcétera). En este momento, la comunicación oral mediatizada está en un estado de efervescencia: cada día surge alguna experiencia nueva, como la plataforma Clubhouse, fruto de las hibridaciones y experimentaciones en ese sector del ecosistema de medios.
P: Hay un aforismo de Marshall McLuhan que cita en el libro: “El contenido de un nuevo medio es siempre un viejo medio”. ¿Cree que algo así sucede, por ejemplo, con el podcast?
R: El podcast es un producto híbrido que recupera elementos de la radio, de la literatura (o mejor, del audiolibro) e incluso de los formatos breves audiovisuales disponibles bajo demanda. Esto siempre es así: los nuevos medios recuperan elementos de los viejos medios; por ejemplo el WhatsApp recuperó la escritura breve y resumida del SMS, la cual provenía obviamente de los mensajes telegráficos del siglo XIX. Volviendo a los podcasts, estos nacieron a comienzos de la década de 2000 con la tecnología RSS, un formato que permitía suscribirse a determinados contenidos de la web. Ese fue un primer paso en la transición del modo push, donde el emisor transmitía un contenido, como sucedía en el broadcasting, al modo pull, donde el usuario elige qué consumir y cuándo hacerlo. Pero no resulta fácil definirlos: los podcasts son algo más que una “radio on demand”…
P: Dice en el libro que las interfaces no son eternas, pero algunas como la interfaz del objeto libro parece serlo, ¿no? ¿Por qué las interfaces dejan de funcionar: desaparecen o simplemente se transforman?
R: Es muy difícil que una interfaz desaparezca totalmente: siempre algún componente —como el ejemplo del lenguaje telegráfico y los mensajes de WhastApp— puede reaparecer en otra interfaz. El libro impreso retomó infinidad de elementos de los libros manuscritos y de otros soportes de la escritura. Por ejemplo, las listas: estaban presentes en las tablillas de barro, en los papiros, en los libros y en… Twitter. En las últimas décadas se ha discutido mucho sobre la “muerte del libro”. Si bien cierto tipo de contenido textual —por ejemplo las enciclopedias o los artículos científicos— ya casi no se imprimen, otros gozan de una mala salud de hierro. Podríamos decir que hay una convivencia de diferentes formatos, soportes y experiencias de lectura. Esto no quita que en el futuro pueda surgir otra interfaz de lectura que supere a la del libro, pero seguramente esa interfaz tendrá mucho del libro.
P: Dice también que la evolución se mueve a ritmos lentos y no sé bien esto cómo casa en la época aceleracionista que vivimos.
R: ¡La que funciona lentamente es la evolución biológica, no la tecnológica! Ahora bien, la sensación de vivir en un tiempo acelerado ya se tenía a principios del siglo XIX, cuando irrumpió la máquina a vapor y el tren cambió la concepción que se tenía del tiempo y el espacio. O sea, la aceleración es un componente fundamental de la Modernidad. El Romanticismo fue una consecuencia de esa aceleración: había que volver a los tiempos lentos del pasado… Esto no quita que, desde la llegada de la web hace solo 10.000 días, la vida del homo sapiens haya sufrido un ulterior “chute” de velocidad. Por otra parte, al tener tanta oferta de contenidos, nuestra atención se fragmenta en una multiplicidad de experiencias —muchas efímeras— de consumo mediático que aumenta aún más esa sensación de aceleración.
P: En su blog Hipermediaciones dedicó hace poco una entrada a hablar de la edad de oro de la comunicación oral. ¿Por qué cree que se está produciendo en estos momentos?
R: La evolución de los medios es un proceso complejo e impredecible. A principio de los años 1990 nadie hubiera pensado que el SMS se convertiría en la killer application de los teléfonos móviles y una gran fuente de ingresos. ¿Quién hubiera dicho que en la época de YouTube, TikTok y las stories el formato audio tenía algo para decir? Sin embargo, estamos asistiendo a un revival de los formatos orales. Recordemos que en la década de 1920, con la difusión de la radio, se vivió la primera edad de oro de la oralidad mediatizada. El actual boom de los formatos audio es diferente: se da en un ecosistema mucho más poblado y competitivo. En los años veinte, la radio solo competía con los diarios y el cine, en cambio, ahora hay una batalla campal por nuestro tiempo libre y nuestra atención.
P: En el post dice: “El podcast es una radio muy tuneada, con altos niveles de preproducción y sin los tiempos urgentes ni el caótico griterío del broadcasting”. No sé si podría desarrollar un poco más esta idea.
R: Lo que caracteriza a la radio tradicional es la transmisión en vivo, esa voz que interpela directamente a los oyentes. Esa sensación de que “alguien te está hablando” aquí y ahora es única y ni siquiera el poder de la imagen televisiva pudo con ella. Si bien algunos podcasts tratan de recuperar ese componente de la radio tradicional, otras experiencias —como Solaris, el podcast de “ensayos sonoros” de Jorge Carrión— están explorando nuevas dimensiones y formatos menos vinculados a la comunicación en vivo y en directo. Por ejemplo, la superposición de voces que caracteriza a las tertulias radiofónicas es muy difícil de encontrar en los podcasts. En este sentido, los podcasts están explorando los límites de la comunicación oral, yendo más allá de la radio broadcasting y generando nuevas experiencias dentro de las plataformas de contenidos bajo demanda.
P: También afirma que, aunque las especies mediáticas convivan, esto no significa que en la ecología mediática no haya una competencia brutal por dominar el territorio, que haya una lucha por la supervivencia. En este sentido, ¿qué medios sobrevivirán?
R: Como en cualquier ecosistema, siempre hay al mismo tiempo competencia y cooperación. Cuando surgió la televisión, la competencia con los cines fue brutal; sin embargo, después de unos años comenzaron a funcionar de manera articulada. En este momento asistimos a la llamada “guerra de las plataformas”, un conflicto que se está dando no solo entre las plataformas audiovisuales (Netflix, Amazon Prime, Disney+, HBO, etcétera), sino entre todos los actores del ecosistema mediático. Se lucha por nuestra atención pero también por nuestros datos. Si vemos qué pasó en el pasado, lo más probable es que no todos los actores sobrevivan o logren construirse un nicho para sobrevivir… De todas maneras, dado que la ecología mediática es un sistema muy complejo sometido a infinidad de variables, nunca podremos predecir qué pasará o qué medio se extinguirá. Hace 10 años nadie daba un duro por los discos de vinilo, y sin embargo han sabido construirse un nicho y sobrevivir.
P: ¿Qué opina acerca del debate de si escuchar audiolibros es leer? Creo que afirma que en los audiolibros, la voz es “esclava” del registro escrito.
R: Hace ya 50 años Walter Ong, un colega de Marshall McLuhan, elaboró el concepto de “oralidad secundaria” para referirse a la oralidad que se desarrolla después de la difusión del alfabetismo. No es lo mismo la oralidad de hace 6.000 años, cuando estaba naciendo la escritura, que la oralidad posterior. La escritura modificó nuestra forma de pensar y articular los discursos orales. Ahora bien, no es lo mismo leer un libro en silencio que escuchar a alguien leyéndolo. La lectura silenciosa es un fenómeno relativamente reciente (existe más o menos desde el siglo XIII): la lectura en voz alta, sobre todo grupal, fue durante siglos prácticamente la única forma de lectura conocida. No es lo mismo leer un libro en silencio que escuchar una voz leyéndolo: en ambos casos se activan procesos diferentes y se ponen en práctica diferentes competencias. No es lo mismo leer el Quijote que escuchar un audiolibro, como no es lo mismo verlo en película que luchar contra los molinos de viento en un videojuego. Son todas experiencias y vivencias diferentes de un mismo mundo narrativo.
P: Estamos asistiendo al florecimiento del audio social con apps como Clubhouse, Stereo o Twitter Spaces. ¿Cree que el audio puede ser el futuro de las redes sociales?
R: Como dije antes, es imposible predecir la forma que adoptará el ecosistema mediático en el futuro. Pero me animo a decir que veo difícil que el futuro de las redes sea exclusivamente de los formatos audio, pero el audio seguramente será parte del futuro de las redes sociales.
P: Por último, recomiéndeme algún podcast.
R: Obviamente, recomendaría Solaris, pero ya lo mencioné antes. Me gusta mucho también Verne y Wells Ciencia ficción, de Alberto García, donde revisita autores de ciencia ficción y otros géneros populares que aprecio mucho.
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