"Cuando comenzamos el proyecto en Tawila, la mayoría de nuestros trabajadores también eran desplazados internos. Sus experiencias eran aún muy recientes. Lo habían perdido todo en ataques perpetrados por diferentes milicias. No había nada que recuperar, por lo que no querían regresar a casa a cualquier precio", explica Mohammed Elmutwakil, que trabajó como médico en la zona entre 2007 y 2008.
"Muchas personas han huido varias veces, han perdido familiares y ni siquiera han podido enterrar a sus seres queridos. Algunos no pudieron llevar consigo a todos sus hijos mientras huían de los ataques", dice Gibreel, miembro del equipo de MSF que lanzó la primera evaluación en la zona para establecer un proyecto estable.
En la imagen, una niña espera a ser atendida en una consulta médica en el hospital.