_
_
_
_
_

Cómo vamos a producir cuando la pandemia quede atrás

El cierre de fronteras pone en cuestión el modelo industrial global y refuerza la idea de reaprovechar los recursos

GETTY IMAGES
Thiago Ferrer Morini

No son buenos tiempos para el reciclaje, o al menos eso parece cuando vemos el rebrotar del plástico y de los guantes de un solo uso. Y es lógico: la protección contra el coronavirus debe de ser la prioridad ahora mismo. Pero si hay una cosa que esta pandemia ha desencadenado es la aceleración de tendencias económicas ya existentes. Y una de ellas es el auge de la economía circular: el aprovechamiento de los recursos existentes y ya utilizados para hacer más con menos y con un menor impacto ambiental. Para el consultor Nicola Cerantola, "esta crisis, como la del 11-S, ha sido repentina. Un mundo que ya estaba allí se nos ha caído encima. Esta es una situación magmática: nos ha estallado un volcán, estamos sobre un mar de lava, y lo importante es que se solidifique en un molde distinto". "El confinamiento y paralización casi total, algo inédito en nuestra historia, nos ha permitido ver en primera persona el impacto de nuestra huella en nuestro entorno de una manera en que nunca antes lo habíamos visto (y posiblemente no volvamos a ver)", explica Nieves Rey, directora de comunicación de Ecoembes. "Y esta experiencia está actuando como una especie de revelación de aquellos errores que no debemos volver a cometer, muchos de ellos relacionados con esa 'economía lineal' basada en el despilfarro, el hiperconsumo y la sobreproducción".

La economía circular ya era de por si un concepto doblemente atractivo para las empresas: por un lado, les permite una mayor eficiencia, algo fundamental cuando ya sabemos que estamos en medio de la peor recesión global en nuestra memoria reciente. Por otro, reduce su impacto ambiental, lo cual no solo nos beneficia a todos como sociedad sino que tiene un indudable valor en tiempos en los que los consumidores aprecian cada vez más esta clase de compromisos.

Más relevante que nunca

"Lejos de alejar esta tendencia de las agendas empresariales y legislativas, la crisis actual hace que la economía circular sea más relevante que nunca", comenta Juan Alfaro, secretario general del Club de Excelencia en Sostenibilidad, que agrupa a 16 grandes empresas de diversos sectores. "Los principios circulares brindan soluciones creíbles y ofrecen, sobre todo, competitividad". "El drama es que estamos mejorando pero no a un ritmo suficiente, y llevamos muchos años así", señala Miquel Roset, director y portavoz de Retorna. " No tenemos estadísticas como para sacar conclusiones ni de qué va a pasar en seis, 12 o 18 semanas. Nuestra percepción es que, como sociedad, nos sentimos paralizados, en jaque. Pero esto ha sido un gran frenazo, y cuando uno frena puede perder la visión de túnel. Y percibimos que hay una fuerza muy potente que pide salir de esto en verde".

Desde luego, hay prácticas que no se han perdido: según Ecovidrio, tres de cada cuatro españoles han seguido bajando los envases de vidrio al contenedor especial durante las semanas de confinamiento estricto. "Es evidente que la pandemia está modificando todas las proyecciones para el futuro, algo, por otro lado, del todo normal", explica Rey. "El contexto actual no es diferente. Sin embargo, en medio de esta lógica incertidumbre, sí que identifico muy claramente el refuerzo de una línea roja en torno al medio ambiente que ya se estaba dibujando con claridad en todos los sectores económicos, institucionales y sociales antes de que la pandemia estallara, y que la actual crisis ha terminado de apuntalar".

Tampoco desde los poderes públicos no se ha dado señales de que se quiera dar marcha atrás. En marzo, la Comisión Europea anunció su estrategia de economía circular, una renovación de la anterior planificación quinquenal, que (según la propia Comisión) para 2016 había creado más de cuatro millones de empleos y generado 147.000 millones de euros en valor añadido, frente a los 10.000 millones de dinero público invertido.

En España, esta semana el Gobierno ha anunciado su estrategia de economía circular, con el ambicioso objetivo de reducir en un 30% el consumo de materiales, mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua y recortar un 15% la generación de residuos (todo ello con respecto a 2010). La meta final es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por debajo de 10 millones de toneladas para el final de la década. "Creemos que es un paso en la dirección correcta", señala Rey. "Falta concretar, poner fechas y faltan ver como acaban los textos legales y lo que se aprueba en las transposiciones", recuerda Roset.

La necesidad de hacer con lo que ya hay, la base de la economía circular, no es un concepto abstracto. "Sus principios están aplicándose hoy para ayudarnos a enfrentarnos a la pandemia", señalan Etienne Kechichian y Nidal Mahmoud, dos especialistas trabajando para el Banco Mundial, en el blog de la organización. "Por ejemplo, los problemas de capacidad tanto en la producción como en la cadena de distribución del sector sanitario han impulsado la innovación circular. Hemos visto ya resultados como la esterilización de mascarillas o laboratorios de fabricación uniéndose para crear prototipos de productos y procesos para uso médico". "Una parte del sector ha readaptado su producción para hacer frente a la demanda de productos sanitarios", confirma Marta Castells, secretaria general de Texfor, la patronal especializada en productos textiles básicos.

Incluso fuera del sector sanitario, las empresas se han empezado a mover para readaptar su producción. El ejemplo más visible fue el de Seat, que montó una línea de su planta en la Zona Franca de Barcelona para la fabricación de respiradores de urgencia en colaboración con otras empresas del barrio. Para Jocelyn Blériot, responsable institucional de la Fundación Ellen MacArthur, esta clase de actuaciones son una muestra de lo que una economía abierta a las nuevas posibilidades productivas puede hacer. "Como hemos visto en los países más afectados por el virus, la capacidad de adaptar rápidamente las instalaciones industriales para cambiar la producción ha sido crucial", explica en un documento. "Tener en cuenta esa flexibilidad en más partes de la cadena de producción, diseñando tanto los productos finales como las herramientas para producirlos de forma que sean versátiles y multipropósito, puede ser una forma de ampliar el potencial de creación de valor y lograr una industria más capaz de resistir a los problemas; ambas posibilidades son valiosas más allá de la situación actual".

No solo se trata de los procesos productivos de la industria, tanto ligera como pesada. "Pongamos el sector de la construcción", apunta Blériot. "La renovación de las viviendas se ha impuesto rápidamente como una obvia acción positiva e inmediata, combinando un incentivo de la actividad local con una necesaria mejoría de la eficiencia". Otra muestra: "La apabullante sobrecapacidad de espacio para oficinas, y lo que un diseño modular y distintos patrones de uso pueden conseguir en términos de reducción de materiales y consumo de energía. Hay muchas áreas que se pueden explorar. Conforme los Gobiernos buscan formas de salir adelante, pueden hacerlo sin alejarse de sus compromisos de bajas emisiones implementando estrategias de economía circular".

La fragilidad global

Sobre todo, lo que esta crisis ha dejado en evidencia es la fragilidad de las cadenas de suministro globales. "Nosotros lo hemos notado, por ejemplo, en las materias primas farmacéuticas, cuya producción se ha trasladado en su mayoría a China e India", explica Juan Antonio Labat, director general de la Federación Española de la Industria Química (Feique). "Otro es el caso del gel hidroalcohólico, del que una parte importante se fabrica con isopropanol derivado del petróleo. Hemos tenido que pedir que nos dejasen usar el bioetanol reservado para los combustibles". La patronal Farmaindustria también lo ha notado. "Esta experiencia nos obliga a reflexionar sobre la dependencia respecto a la fabricación de bienes tan delicados y necesarios como los medicamentos de terceros países, y especialmente asiáticos, donde los costes laborales son bastante más bajos, las exigencias medioambientales son inferiores y las condiciones para apertura de actividades son menos restrictivas."

Estas tensiones no solo se notan en el sector médico. Muchos españoles pueden recordar las escenas de los primeros días del confinamiento, en los que en la mayoría de supermercados faltó papel higiénico, lejía y otros productos sanitarios domésticos. "En algunas ciudades, el confinamiento precipitado ha puesto al suministro de alimentos bajo presión y reforzado la necesidad de modelos de menor distancia entre productor y consumidor", apunta Blériot.

Y no solo se trata de productos, también de personas. "La dependencia de temporeros extranjeros para centros de producción a escala industrial hace que la industria sea vulnerable al cierre de fronteras", señala Blériot. En España, donde el sector agroindustrial es muy potente, se vio el 7 de abril, cuando el Gobierno levantó por real decreto restricciones a la contratación de personal agrícola para que las cosechas no se quedasen en el suelo o en el árbol. Pero las cifras están lejos de ser las adecuadas y aunque la contracción de la demanda no ha provocado un cambio drástico en los precios, es de esperar que lo acabemos notando en la cesta de la compra.

Razón de más para apostar por un cambio. "Tras la pandemia, habrá factores que ciertamente transformarán las cadenas de suministros de muchas empresas al comenzar a considerar más significativamente los riesgos a largo plazo, como pueden ser las consecuencias del cambio climático, desastres naturales o guerras", apunta Alfaro. "Anteriormente, las métricas para establecer las cadenas de suministro se constituían principalmente de los costes, la calidad y la distribución; sin embargo se ha de considerar nuevos parámetros cómo la resiliencia, la capacidad de respuesta a riesgos inesperados y de readaptación". "A largo plazo, la respuesta está clara", señalan Kechichian y Mahmoud. "Resiliencia, descarbonización y una trayectoria de crecimiento sostenible; todo ello debe ser parte de nuestra realidad pospandemia". "Conforme vayamos teniendo una mayor comprensión de las ramificaciones económicas de la pandemia, las formas en las que la economía circular podrá contribuir a la recuperación serán más detalladas", detalla Blériot. "Eso sí, es fundamental reconocer que el esfuerzo deberá ser sostenido, y que su éxito debe confiar en el esfuerzo de todas las partes. Conforme los Gobiernos vayan dando pasos para enfrentarse a los temas más urgentes, marcar una dirección clara y permitir que la innovación circular del sector privado alcance una escala sostenible nos permitirá combinar la regeneración económica, mejores resultados sociales y nuestras ambiciones climáticas".

Cómo concretar los cambios

¿Cómo concretar estos cambios? "Parece ser hora de explorar más el potencial de una inversión a gran escala en producción regenerativa y periurbana, junto a una agricultura de precisión gracias a la tecnología", pone como ejemplo Blériot. "Esta crisis impulsará la necesidad de modelos predictivos que ayudarán en la toma de decisiones ante incertidumbres", considera Alfaro. "Es necesario impulsar la transparencia en las cadenas de suministro internacionalmente, profundizar en un diseño dinámico y sobre todo, estimular la implementación y consideración de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza corporativa en las estrategias empresariales". "Tenemos que contar con un sector industrial capaz de fabricar aquellas materias primas y aquellos principios activos y medicamentos que necesitamos", consideran desde Farmaindustria. "Recientemente, Estados Unidos ha aprobado un plan con 800 millones de dólares. Desde luego, en España contamos con compañías farmacéuticas con larga experiencia en fabricación y capacidad para recuperar parte de esa producción que se ha ido deslocalizando a lo largo de los años".

La moda se prepara para un cliente exigente

La industria de la moda ha cambiado mucho en los últimos 20 años, pero no por ello ha dejado de ser económicamente importante. En España, representa casi un 3% del PIB y un 8,8% de las exportaciones. La semana pasada, un manifiesto conjunto firmado por las principales organizaciones de la industria dejaba en evidencia la preocupación del sector por la fragilidad de las cadenas de suministro y apostaba por la necesidad de reforzar la economía circular. "Una de las líneas que se están perfilando es la integración de la sostenibilidad en el sector", señalaba el documento. "Apostando por productos de calidad, con una mayor durabilidad y en la cercanía. Haciendo un uso responsable de los recursos y limitando los residuos. También será fundamental potenciar la innovación a través del desarrollo tecnológico y digital en todos los procesos de la producción, para ganar en eficiencia y agilidad". Uno de los factores tras esta apuesta está en las exigencias de los propios consumidores. "La demanda de hace cinco o diez años no tiene nada que ver con la demanda de hoy", explica Marta Castells, secretaria general de Texfor. "No es que todo el mundo pida productos sostenibles, ahora se sigue buscando por precio, pero se están valorando otras cualidades".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_