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crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Déjame salir’ | Séptima semana de confinamiento infantil o cómo dar un paseo tranquilo es casi misión imposible

Estamos descubriendo que no era lo mismo esperar con ganas una película mientras haces tu vida normal que esperar algo tan tonto como poder salir con tu hijo a la calle

Que los niños vuelvan a pisar la calle ha provocado muchas lágrimas (de emoción y de rabia).
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¿Os acordáis cuando veíamos un tráiler y nos comíamos las uñas aguantando hasta Navidad para la última de Star Wars? Pues ya estamos descubriendo que no era lo mismo esperar con ganas una película mientras haces tu vida normal que esperar algo tan tonto como poder salir con tus niños a la calle.

Para conseguir este paseo de una hora al día, hemos esperado mes y medio y muchas ruedas de prensa contradictorias con directrices muy opuestas: “Que los niños vayan al súper y al banco a contagiarse” o “nos hemos liado, que paseen”; “Se puede salir de 9 a 21” o “salid solo en franjas horarias determinadas”; “Pueden salir padre y madre si conviven en el mismo domicilio” o “un solo adulto con un máximo de 3 criaturas” y, finalmente, “puedes llevar juguetes, pelota, bicicleta y patinete” o “¿no querías pasear? Pues pasea y punto”

Lo único que siempre ha estado clarísimo es que los columpios no se tocan aunque estén llenos de billetes de 500 euros.

Ya sé que estamos en pandemia global y todo es urgente y afecta a millones de ciudadanos, pero por eso es importante comunicar con claridad. No todos quieren o pueden estar pendientes de las noticias y de todas las actualizaciones y versiones, lo típico que tienes la vDEF, la vDEFok y la vDFokAhoraSíquesí y mandas la que no es.

Suerte que esta semana el entusiasmo paseador se ha moderado y repartido, pero lo que vi el 26  de abril se parecía más a un domingo de Sant Jordi y vermut que a una primera salida controlada de niños. Y era culpa de los padres. Muchos sin mascarilla ni guantes y totalmente enganchados a otros transeúntes, porque en fin de semana la distancia de seguridad y el COVID-19 no trabajan.

Si en vez de un virus casi invisible hubiera Predators cazando humanos, nos lo tomaríamos más en serio.

Después de leer a tantos expertos y de oír tantos comentarios de padres, no sé si lo necesitan más los niños o sus progenitores pero el sol, el ejercicio físico y ver que el exterior sigue existiendo siempre van bien.

Antes del 26 de abril, muchas familias tuvimos días para la gran reflexión: ¿Dónde ir en la primera salida? ¿Con qué ropa? ¿Y a qué hora?

Cuánta simbología y dudas en una mierda de paseo que hace dos meses nos habría dado pereza.

Nos pusimos todos a mirar en Internet páginas que calculaban el círculo máximo de un kilómetro, como generales explorando los mapas para un ataque crucial, para confeccionar el Paseo Histórico.

Y al final, con el calor, el agobio de la mascarilla y los guantes y el “no te subas aquí, no toques ese banco, cuidado con ese perro suelto, no corras, no te acerques a esa niña” conseguimos algo precioso: volver de golpe al histerismo de la vida normal.

No sé hacia qué “nueva normalidad” vamos a ir, pero al menos ahora ya podemos ir caminando con los niños.

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