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¿Qué opinan los judíos españoles de 'Unorthodox', la serie de moda en Netflix?

Desciframos 'Satmar' con la ayuda de Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España

Yanky (Amit Rahav) y Esther (Shira Haas), posando como recién casados en 'Unorthodox'. En vídeo, el tráiler de la serie.
Aitor Marín

Esther, de apenas 17 años, es obligada a casarse en un matrimonio concertado. Tanto ella como él, Yanky Shapiro, forman parte de la comunidad ultraortodoxa Satmar, de Williamsburg, en Nueva York. A los pocos meses, ella escapa a Berlín dispuesta a empezar una nueva vida. Unorthodox, basada bastante libremente en la historia de la escritora Deborah Feldman, se ha convertido en uno de los últimos grandes éxitos de Netflix. Se trata de un retrato de una de las comunidades jasídicas más cerradas dentro del judaísmo que ha seducido hasta a la comunidad judía española. Al menos, a Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España. “Es una serie muy bien trabajada, desde todos los puntos de vista. Del guion a la interpretación, pasando por la estética. Para mí, refleja el eterno combate entre la libertad individual y el sometimiento a las reglas o el yugo del dogma”.

A pesar de presidir una federación de comunidades ortodoxas judías, Querub asegura que “muy poca gente sabe lo que sucede en Satmar. En lo referente a la praxis, estamos en polos opuestos, pues la ortodoxia es diferente según las comunidades y las diferentes interpretaciones del judaísmo”, cuenta. Pero ni le sorprende ni le incomoda nada de lo que se cuenta en Unorthodox. “La imagen que ofrece la serie podría ser bastante fiel a la realidad”, señala.

Él se queda –y cuidado, que aquí empezamos con los spoilers (haremos los menos posibles)– con la escena en la que, ya en Berlín, la protagonista va con sus amigos músicos a la playa del lago Wannsee. Uno de los chicos le explica que justo en la villa que hay enfrente, Gross, es donde los nazis decidieron la Solución Final. “Es un momento clave”, asegura Querub. “Ella contesta con un reproche en forma de pregunta inquisitiva: ‘¿Y os bañáis aquí?’. Pero termina por sumergirse también, como antes lo había hecho en el baño de purificación ritual (mikve) previo a la ceremonia del casamiento. Se quita la peluca y la tira. Es en ese momento cuando de verdad renuncia al yugo de los dogmas de su comunidad. Este baño en el lago pretende ser además el bautizo de una nueva vida. Es una historia fascinante”.

En Satmar, casarse supone cortarse el pelo y lucir a partir de ese momento una peluca. El dogma exige que la mujer no pueda presumir.
En Satmar, casarse supone cortarse el pelo y lucir a partir de ese momento una peluca. El dogma exige que la mujer no pueda presumir.

¿Le preocupa a Querub que el público saque la impresión de que todas las comunidades judías son como la que aquí se presenta? El presidente de la FCJE se ríe con ironía: “Nadie ha esperado a esta serie para tener confusiones o prejuicios sobre los judíos. El mundo se ha acostumbrado a ellos y no entiende que el judaísmo siempre ha sido extremadamente plural. Una comunidad ortodoxa como de la que yo vengo, que es de Tánger o de Madrid, se parece poco a una comunidad ortodoxa como Satmar, cuya forma de interpretar la Torá es muy estricta”.

Vamos pues con los detalles que hacen que esta comunidad de Satmar sea tan diferente a la mayoría. “Forma parte del movimiento jasídico, fundado en el siglo XVIII por un rabino tremendamente respetado y seguido llamado Baal Shemtov. Es originaria de Satu Mare, una ciudad de Rumanía (antes fue húngara) cuyo nombre significa Santa María”. Esto parece una paradoja, pero no lo es puesto que en la religión judía no se reconoce el papel que la Virgen y Jesús tienen en el cristianismo. “Da lo mismo que tengan esa denominación religiosa católica. Ellos son de allí”, apunta.

“La de Satmar es una de las comunidades más cerrada que hay dentro del movimiento jasídico. Creen de una forma obsesiva en la salvación del alma desde un punto individual, y eso solo se produce a través de una fe inquebrantable en Dios y del seguimiento estricto del dogma, es decir de la interpretación estricta que ellos hacen de la Torá”.

Interpretación que, en Unorthodox, da lugar a escenas tan llamativas como el rapado del pelo de la protagonista justo después de su boda. A partir de entonces, tendrá que cubrir su cabeza, al igual que el resto de las mujeres casadas, con una peluca. “Eso es algo bastante habitual entre los ortodoxos, no solo sucede en Williamsburg. Es una tradición que tiene un origen espiritual, es un símbolo de la humildad de la mujer. Lo hacen para no presumir”, explica Querub.

Esther Shapiro, en las aguas del lago Wannsee, en Berlín. Está a punto de renunciar a su comunidad.
Esther Shapiro, en las aguas del lago Wannsee, en Berlín. Está a punto de renunciar a su comunidad.

Precisamente la escena de la boda entre Esty y Yanky es uno de los momentos más espectaculares de Unorthodox. Una serie de ritos que merece la pena analizar. “Aquí no hay tantas diferencias entre las distintas variantes del judaísmo. Una boda judía puede ser tan complicada como quieran los contrayentes o sus padres, pero en realidad solo requiere de dos testigos habilitados, de un anillo y de la bendición del novio a la novia cuando este le pone el anillo”. Un testigo está habilitado, aclara Querub, cuando es judío practicante y respeta la santidad del Shabat. El anillo ha de ser de un metal precioso y haber sido comprado con dinero ganado por el novio gracias a su trabajo”.

De acuerdo con la ley judía, no hace falta nada más. Si bien la tradición y la costumbre han impuesto la firma de una Ketubá o contrato matrimonial para proteger los derechos de la mujer en caso de divorcio y la rotura de un vaso por parte del novio. “Significa que en toda alegría los judíos deben recordar que hay personas que sufren. Simbólicamente, refleja la destrucción del Templo de Jerusalén por la que los judíos tuvimos que abandonar nuestra tierra ancestral, la Tierra de Israel. Primero en el 587 a.C., y después en el 70 d.C”.

Unorthodox tampoco escatima detalles acerca de una noche de bodas, muy alejada de la pasión que le suponemos. “Para ellos, el matrimonio y el sexo no son solo por placer, sino que responden a un mandamiento divino o un dogma, como es procrear, pues la mujer tiene el don sagrado de la procreación”. En un momento de la serie la madre del novio incluso llega a explicar que las mujeres de la comunidad tienen la obligación de traer tantas vidas al mundo como judíos murieron durante el Holocausto. “Es otra obligación más que se imponen los miembros de la comunidad Satmar. Es el recuerdo permanente de la Shoah”, añade Isaac Querub.

Deborah Feldman, su autobiografía ha inspirado la serie, aunque ella ni toca el piano ni huyó a Berlín.
Deborah Feldman, su autobiografía ha inspirado la serie, aunque ella ni toca el piano ni huyó a Berlín.

La tradición y la obligación del cumplimiento estricto de las escrituras son una responsabilidad difícil de llevar para cualquier miembro de la comunidad, aunque, como advierte el presidente de la FCJE, “la comunidad siga ahí después de dos siglos y pico, así que son muchos los que aceptan esa vida de manera voluntaria y con toda la buena fe del mundo”. Sin embargo, por lo que vemos en la serie, aún es más complicado para las mujeres, cuyas funciones más allá de la procreación se limitan al ámbito familiar. “Tienen la responsabilidad de la armonía en el hogar, el seguimiento de las costumbres y tradiciones y del funcionamiento de la comunidad”.

“En el judaísmo hay hoy tres grandes movimientos: el ortodoxo, el conservador y el reformista. Los dos últimos son más importantes que el ortodoxo. Las comunidades ortodoxas prohíben a las mujeres leer la Torá o ejercer de rabinos. En las otras dos sí pueden hacer ambas cosas”, aclara.

Isaac Querub agradece la valentía de Deborah Feldman, autora de la novela en la que se basa la serie. Como Esty Shapiro, ella también tuvo un matrimonio concertado a los 17 años y no tardó en tener un hijo. Sin embargo, ni toca el piano como la protagonista en la ficción ni huyó directamente a Berlín. En 2010 abandonó a su marido y la comunidad de Satmar y se refugió en Nueva York en casa de un amigo. Empezó a escribir un blog y en 2012 publicó su autobiografía. “Si conocemos algo más de Satmar ahora mismo es gracias a gente como Deborah Feldman, que ha tenido la valentía, primero de salir, y después de hablar”, celebra Querub.

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Sobre la firma

Aitor Marín
Es redactor de EL PAÍS. Antes ejerció cargos de diversa responsabilidad en Man, Interviú, Maxim y Quo, entre otras publicaciones. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra. Escribe a veces de cómics porque le hubiera gustado dibujar. Además, es autor de la novela Conspiración Vermú (Suma de Letras).

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