12 fotosGrupo de artistas coronavirusDoce metáforas visuales del confinamientoDoce fotógrafos españoles, entre ellos cuatro premios nacionales, han aceptado el reto de resumir en una imagen su visión del confinamiento por la pandemia del coronavirus 11 abr 2020 - 15:19CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEl hombre el centro del universo. Así es como nos veíamos los seres humanos. Esto ha cambiado, un ser ultramicroscópico, que apenas podemos llamar ser vivo porque los científicos no se ponen de acuerdo, ha sido capaz de cambiar esa concepción. De repente, se ha visto nuestra fragilidad, una nube ha cubierto nuestro mundo ficticio y la Tierra deja de girar alrededor del ser humano. Habrá que encontrar nuestro nuevo lugar.Renaceremos… Tras el inevitable ritual de paso que este encierro nos depara… La vida, a pesar de todo, sigue y así el milagro de dar vida no se detiene. Entre las paredes blancas de mi hogar se han detenido cosas, pero otras como en mi cuerpo siguen su tránsito. La vida se revela a pesar del miedo, el dolor y el encierro. A pesar de haber cambiado hábitos, de no caminar ya libre. En mi cuerpo la vida sigue creciendo libre y ajena a todo este confinamiento. Mis lágrimas de emoción, de miedos, de deseo y esperanza. Mis lágrimas, que pronto serán leche en esta doble espera. Y, mientras, la luz dibujándonos, alimentándonos, envolviéndonos, cuidándonos.Consideremos la salud de las imágenes. La fotografía tiene una biología propia que comporta también enfermedades. Desde hace tiempo acudo a los archivos para localizar fotografías enfermas, fotografías afectadas por algún tipo de infección. Los hallazgos son puras metáforas de nosotros mismos.Survivall Internacional advierte que la protección de las tierras indígenas en todo el mundo es fundamental para evitar que miles de personas mueran del coronavirus. La experta Shara Shenker manifiesta: “Si sus tierras se protegen debidamente de los foráneos, las tribus no contactadas deberían estar relativamente a salvo”.Me gustaría que esta imagen que he compuesto hablara por sí misma, sin necesidad de palabras.El mundo, cuando se circunscribe a nuestras vivencias en un encierro, en un confinamiento, lo traducimos a nuestras paredes, nuestros muebles, nuestros libros y objetos y nos sorprende la vida propia que tienen y que, a veces, desconocemos. La fotografía la escribimos con la luz y lo podemos hacer todos. Es un ejercicio de introspección que desvela nuestro estado interior por muy extraño que sea o nos parezca.Este autorretrato representa lo que estamos sintiendo muchos seres humanos. La escalera, para mí, tiene un sentido ascendente, que nos lleva a la luz, y la puerta abierta es la que todos estamos deseando franquear dentro de poco. Para mí, esta imagen expresa la esperanza, la de encontrar la luz detrás de esta puerta que se abre al final de la escalera.En pausa, con fiebre y sin pistas. Ahogada en incertidumbre, me desvelo débil, vulnerable y esquiva. Necesito viajar, viajar al centro, a mi centro. Reconocerme en los brazos de mi padre. Recordar la textura de mi infancia, el color de los recuerdos y el movimiento de mi niñez a ocho fotogramas por segundo.Esta imagen habla de espacios vacíos, de luces y sombras, de cómo en nuestra ausencia pueden aparecer otras presencias, como las de esos animales que vemos asomarse ahora a las ciudades. Aquí aparecen entendidos en un sentido espiritual y simbólico, como entidades benéficas que se filtran por las paredes de nuestro espacio cotidiano, proponiendo con su presencia inocente un mundo más solidario y armónico entre todos los seres que lo habitan.Un final, un principio, Tánatos y Eros, Shiva y Brahma, muerte y vida. Nada volverá a ser lo mismo. La herida cicatriza, la cicatriz queda. Un instante que busca reconciliarse. Arte sanador y transformador sobre las cenizas.Autorretrato. Del despertar de la primavera, abrazando el silencio de todo lo que amamos. Entonces enmudeció el mundo y despertó este virus. Hemos perdido la libertad de manera estúpida, pues somos parte de ella... La ausencia de los abrazos de quien amamos, la añoranza, la pérdida y la negación de la despedida... La fragilidad de la vida. Me siento vulnerable ante el caos, los ecos del mundo y el ruido de lo que vendrá más adelante... Vuelvo como tantas veces a mi refugio, huyendo de la oscuridad, pero esta vez todo es más intenso. Palpo la energía de la gente en sus casas, en los hospitales, asilos... Decidí, una vez más, soñar para ser libre. Este es mi sueño.Desde la soledad de este secuestro obligatorio por un bien común, ante un siniestro y poderoso enemigo que ha dominado al mundo y nos ha hecho frágiles, sentimos que nos han robado la libertad, poder abrazar, besar, acariciar, compartir, respirar, conocer… En este Viaje a ninguna parte en una calle desierta, la maleta vacía expresa el deseo de libertad y la posibilidad de soñar.