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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Caos israelí

La degradación institucional es el fruto lógico de una sistemática falta de respeto a las reglas que ha encabezado desde hace meses Netanyahu con el exclusivo objetivo de no rendir cuentas ante la justicia

Benny Gantz en Rosh Ha'ayin (Israel), el pasado 2 de marzo.
Benny Gantz en Rosh Ha'ayin (Israel), el pasado 2 de marzo. NIR ELIAS

El nombramiento y aceptación por sorpresa de quien todavía es encargado de formar Gobierno en Israel como presidente del Parlamento refleja el caos institucional más grave que ha vivido el país desde su fundación en 1948. El líder de la coalición centrista, Benny Gantz, resultó elegido para el cargo con el apoyo abrumador de quien se suponía que era su encarnizado rival, el primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu. La decisión de Gantz ha disuelto fulminantemente su coalición.

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La crisis del coronavirus no ha hecho sino agudizar una situación que hace tambalearse el edificio institucional israelí. El país ha celebrado tres elecciones generales en el último año ante una parálisis política sin precedentes, condicionada por el permanente intento de Netanyahu de escapar a su procesamiento por corrupción y soborno. De hecho, el primer ministro debía haber comparecido ante un tribunal el martes 17 ya como imputado, pero una maniobra de su ministro de Justicia, aduciendo la crisis sanitaria, ha retrasado el proceso. Netanyahu no tendrá que responder ante un tribunal hasta mayo. Y eso si lo hace. En paralelo, la oposición pretendía destituir el pasado miércoles al entonces presidente del Parlamento, perteneciente al partido de Netanyahu. Negándose directamente a cumplir el reglamento, el cuestionado líder de la Cámara llegó a desobedecer una orden explícita del Tribunal Supremo para que convocara a los diputados. Cuando estos finalmente se reunieron el jueves la solución fue la más inesperada. Para rizar el rizo, Gantz todavía pretende formar Gobierno en un inédito ejercicio contra la separación de poderes que forma parte del manual de cualquier democracia.

La degradación institucional es el fruto lógico de una sistemática falta de respeto a las reglas que ha encabezado desde hace meses Netanyahu con el exclusivo objetivo de no rendir cuentas ante la justicia. Israel se ha adentrado en territorio político inexplorado donde parece que solo el veterano político tiene claro su objetivo: salvar su situación personal.

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