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Ignacio F. Vázquez: “Los ‘podcasts’ son un espacio para la innovación narrativa”

Conversación con el padre de 'IN-Visibles' y 'Teléfono rojo'

El periodista Ignacio F. Vázquez.
El periodista Ignacio F. Vázquez.

El audioperiodismo ha sido elegido recientemente por los Premios Pulitzer como la decimoquinta categoría que será premiada en la edición de 2020. El jurado de estos relevantes premios consideraba que el podcast periodístico era un "relevante ejemplo de periodismo en audio que sirve al interés público, caracterizado por reportajes y narraciones esclarecedoras". De manera que los productores estadounidenses independientes o asociados a medios podrán competir en esta categoría. Una que, por cierto, cada vez tiene más adeptos en español. Uno de ellos es Ignacio F. Vázquez, un periodista y podcaster que comprende que a través del audio se pueden contar las mejores historias humanas, aquellas que son inenarrables en otros formatos o géneros. Su último podcast —perteneciente a la red de Cuonda— es un buen ejemplo de ello.

P. ¿De dónde surge la idea de IN-Visibles?
R. IN-Visibles nace como consecuencia de mi interés por las pequeñas historias y de mi rechazo a las aspiraciones grandilocuentes del periodismo. El lema de este podcast es claro: “Estamos aquí por las historias que no son importantes”, y eso es lo que hago, retratar la cotidianeidad. Dentro de esa cotidianeidad hay un tema que me interesa especialmente: la cobertura del trauma a nivel periodístico. Quién no ha sufrido alguna vez, ¿verdad? Creo que podemos contribuir a la desestigmatización de ciertos temas a través de nuestro trabajo, y el trauma es uno de estos temas. Me parece fundamental entender el dolor de los demás para comprender mejor quiénes somos como sociedad. Déjame remarcar que en IN-Visibles no me he centrado exclusivamente en la cobertura del trauma, sino que he tratado de mezclar formatos y temas porque me parecía que no tenía sentido poner limitaciones a un podcast que cuenta con medios tan escasos. Si hiciese eso, creo que me estaría boicoteando a mí mismo.
P. ¿Cómo ha elegido cada historia?
R. Las historias se han ido trabajando de forma distinta, algunas se han grabado durante más de tres meses y otras en un intervalo de 24 horas. Sí que es verdad que la elección de los contenidos es algo que hice ya hace mucho tiempo, antes incluso de dar forma al podcast. ¿Por qué he elegido esas historias? Porque eran historias que no he oído nunca en la radio, nadie se ha pasado cuatro meses documentando a la gente y los sonidos del Rastro de Madrid, por ejemplo, y muy pocos periodistas han ido al barrio de Usera a pasar un día con la comunidad china. Este episodio fue muy especial para mí. Usera es un barrio que conozco muy bien porque allí fui al colegio desde que tenía cuatro años hasta que con diecisiete llegué a la Universidad. Soy consciente del contexto en el que viven los ciudadanos de origen chino que allí residen. Cargamos con un racismo cultural que pasa inadvertido a veces, y esta comunidad es una de las que lo sufre. Mi idea era hacer un podcast para cuestionar ciertos estereotipos y descaricaturizar a estas personas, y creo que lo he logrado. Las historias las he elegido por su singularidad, creo que el audio es capaz de recoger una belleza que otros formatos no pueden.
P. El diseño sonoro es muy sencillo pero muy efectivo a la vez: ¿cómo lo trabaja: a partir del guion o antes del guion?
R. Es muy difícil tener un guion previo del tipo de historias que yo cubro. Puedo hacerme una idea de hacia dónde quiero ir antes de grabar todo pero, en general, no trato de predecir lo que voy a hacer, soy enemigo de las ideas fijas. Lo que más me gusta es sentir la incertidumbre de no saber si vas a conseguir algo valioso a nivel de contenido. Una vez lo encuentro y lo grabo, vuelco todo el contenido en el ordenador, me hago un guion con papel y boli, y lo sigo al pie de la letra. Después transcribo todos los audios, estructuro la narración, escojo los cortes y finalmente añado las músicas. Muchas veces no me gusta lo que he hecho, o hay algo que no funciona, y a pocos días de la publicación del episodio decido borrarlo entero para volverlo a hacer desde el principio.
P. Me interesa mucho el storytelling, la narrativa de cada episodio que es distinta en función del personaje. En el primer episodio, por ejemplo, es muy interesante cuando mete diegéticamente sonidos que has grabado mientras corre por el metro y llega tarde a las entrevistas…
R. Soy un consumidor nato de This American Life desde que tenía 19 años y creo que de tanto escuchar ese tipo de radio se me ha pegado algo. Con IN-Visibles he tratado de aplicar lo aprendido y también he querido experimentar con la narrativa. Hay gente a la que no le gusta y algunas personas me han dicho que lo hago para darme protagonismo, pero el motivo por el que lo hice es más bien el contrario: lo hice para demostrar que los periodistas no somos perfectos. Cuando grabamos algo tenemos un poder del que no sé si somos conscientes. Somos capaces de eliminar y editar nuestros propios fallos. Me niego a hacer eso porque yo trato con personas que me hablan de sus debilidades, de sus miedos, de sus errores y, en ocasiones, de sus secretos. Trabajo con los sentimientos de otras personas y eso es una enorme responsabilidad. Empezar ese episodio asumiendo mi torpeza me pareció una carta de presentación muy honesta.
P. Se percibe en su trabajo un gusto especial por el podcast de no ficción narrativo: hábleme de sus inspiraciones, creo que es un gran oyente de podcasts estadounidenses.
R. Sí, escucho mucho. Mi madre te diría que demasiado y que roza la obsesión. Estaba en segundo de carrera cuando comprendí que si iba a trabajar de periodista iba a ser haciendo este tipo de podcasts. Al principio pensaba que para ello había que estar metido en la radio, pero no es así, yo lo hago todo desde casa, y narro metido en un armario. Por desgracia, me di cuenta de esto en el último curso y tan solo empecé a grabar podcasts hace poco más de un año. Ya he hablado de This American Life, pero no quiero olvidarme de otros podcasts como Radiolab, Hidden Brain o Rough Translation, por ejemplo. Creo que la narradora o el narrador aportan cosas que solo ella o él son capaces de saber, porque solo ellos han estado con el entrevistado. Un narrador puede añadir información valiosa o decir en menos palabras lo que el protagonista dice de manera más extensa. Me encantan los podcasts narrativos porque es un formato que requiere tiempo, son podcasts que se cuecen a fuego lento. Es periodismo de calidad al fin y al cabo.
P. Hablemos de su anterior podcast, de Teléfono rojo, un podcast de periodismo internacional. ¿Por qué le interesa el tema y qué buscaba en Teléfono rojo?
R. Mi interés por la política internacional viene de lejos. Pude entrar en contacto por primera vez con la información internacional en la SER. Allí, mientras hacía prácticas en Hoy por Hoy empecé a visitar la mesa de internacional y a hablar con Álvaro Zamarreño, redactor de Internacional de la SER. Lo que de verdad me gustaba era eso, las noticias y la política mundial. Álvaro me ponía “deberes” todos los días y yo llegaba a mi casa tras pasar el día en la radio y le redactaba y grababa crónicas ficticias desde sitios como Japón, Washington, Tailandia o Bangladés. Aprendí mucho con él, me enseñó a hacer algo fundamental que es dar coherencia narrativa a mis textos. El Teléfono rojo nace en febrero de 2019, tras mi paso por esa emisora y tras una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores con la que me fui a trabajar a Yakarta (Indonesia). Volví a Madrid y al estar desempleado pensé que iba a apostar por lo que me gustaba, la política internacional. Con el tiempo, el programa evolucionó y pasó a ser un proyecto que debió de parecerle interesante a alguien, ya que captó la atención de Cuonda. Ángel Jiménez de Luís y Pablo Juanarena son dos de las personas crearon esa plataforma, y ellos me han ayudado muchísimo.
P. ¿Qué cree que aporta el formato podcast al periodismo que no haga otro medio?
R. Creo que los podcasts son un espacio para la innovación narrativa. Yo concibo mis podcasts como arte —que me perdonen los artistas de verdad— pero creo que eso de mezclar ondas tiene un componente creativo que no se debería despreciar. Aunque, como ya he dicho antes, los podcasts me atraen fundamentalmente por mi interés en la cobertura del trauma. Los podcasts pueden ayudarnos a entender y conectar con aquellos que son distintos a nosotros, algo que viene muy bien en tiempos convulsos como los que vivimos. Hay ejemplos muy buenos de esto que digo, uno de ellos es Volver, el podcast de Carola Solé y Podium Podcast. Este formato me interesa porque permite fomentar la empatía y nos ayuda a comprender el dolor de otros, dolores de todo tipo. Esto es lo que he intentado hacer con mis dos proyectos: generar empatía ya que siento profundo interés por el periodismo empático.
P. El otro día, hablando con Silvia Cruz Lapeña teníamos la discusión de si el podcast era un formato, un medio, algo tecnológico. Ella afirmaba que era un género. ¿Qué opina?
R. Estoy muy de acuerdo con esa definición de género. Pero además, yo creo que los podcasts son la radio del futuro y te explico la razón. Creo que la radio va a ser cada vez más grabada, cada vez más elaborada y que la obsesión por el directo decaerá. Ahí es cuando este formato entra en juego, en el momento en el que la calidad importe más que la cantidad y los periodistas tengan tiempo para investigar, documentar y preparar los contenidos de lo que hoy conocemos como podcast, pasará a estar cada vez más presente en la radio convencional. Tal vez llegará un día en el que los podcasts pasen a formar parte de las emisiones de radio diarias; tal vez las radios contratarán a periodistas para que les hagan podcasts de autor desde fuera de la emisora. Quién sabe, quizá algún día emitan IN-Visibles en la cadena SER y nadie se tirará de los pelos.
P. ¿En qué momento cree que está actualmente el podcast en español: cuáles deberían ser sus siguientes retos?
R. Bueno, sería atrevido por mi parte tratar de sentar cátedra sobre la situación del podcast en España porque no soy nadie, pero creo que hay un problema obvio: necesitamos inversión y paciencia por parte de esos inversores para poder hacer algo que merezca la pena ser escuchado. Respecto a los retos que tenemos, creo que el mayor desafío es la falta de calidad de algunos contenidos y eso es nuestra culpa. Sinceramente, me parece que es más difícil tener buenas ideas que conseguir dinero. Creo que deberíamos pensar mejor qué es lo que vamos a publicar antes de hacerlo, yo el primero. Si queremos que el podcast esté en buena estima, este es el paso a dar.
P. Por último, recomiéndeme algún podcast que le haya sorprendido últimamente.

Sick, un podcast de la radio pública de Indianapolis sobre las cosas que van mal en los lugares que están pensados para protegernos, por ejemplo, una consulta médica.

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