Cómo no parecer un charnego
A finales de este mes tengo que desplazarme a Barcelona por motivos laborales. Llegaré a Barcelona Sants con el miedo de que alguien me reconozca como un simple y advenedizo charnego, y trate de convencerme en un acelerado cursillo de cultura y lengua catalana —al más puro estilo propuesto por la alcaldesa de Vic— de las bonanzas de aquellas tierras, que por otra parte comparto desde hace mucho tiempo. Siempre he pensado que el éxito del independentismo, catalán o de cualquier otra procedencia, no está en mostrarse impositivo, sino inclusivo y expansivo. Nací en Bilbao, y nunca dudé ni he dudado en compartir lo autóctono. Sin ánimo de no inmiscuirme en la grandeza de la cultura catalana, trataré de bajar del tren sin ser apercibido por quienes secunden a Anna Erra. Desconozco aún si lo haré colocándome una barretina catalana, tarareando Els segadors o luciendo un lazo amarillo en la solapa. Todo sea por evitar a quienes tratando de engrandecer su cultura y folclore, la achican hasta conseguir lo contrario del objetivo autóctono buscado.
Luis A. Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.