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En lo que dura este vídeo, 10 niñas han sido víctimas de la mutilación genital femenina

Ocho actrices españolas y la activista keniana Asha Ismael destacan que esta práctica tiene por objetivo controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, en una campaña de Mundo Cooperante

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Asha Ismael es una de las fundadoras de Save a Girl, Save a Generation. Ella es una de las 200 millones de supervivientes de la mutilación genital femenina en el mundo. Desde la ONG trabaja de manera incasable para su erradicación en su país de origen, Kenia, y en el planeta. De no producirse cambios sustanciales, el número de víctimas aumentará y habrá otros 63 millones de mujeres mutiladas en 2050, denuncia la organización Mundo Cooperante que, con motivo del día internacional contra esta práctica, ha lanzado una campaña. En el vídeo, la activista keniana comparte su experiencia acompañada de ocho actrices españolas: Macarena García, Melani Olivares, Luisa Gavasa, Cristina Urgel, Carmen Navarro, Laura Arolachipi, Sara Gómez y Miriam Cabeza. De forma desinteresada, todas ellas se han convertido en la voz de las que sufren en silencio.

Las artistas realizan un relato en primera persona de cómo afronta una mujer ser sometida a una mutilación. Con esta estrategia la organización busca "generar empatía y mostrar que esta forma tan clara de violencia supone una agresión directa a la mujer como grupo; el ejemplo más evidente de que la violencia de género es una realidad de global", explica la ONG en un comunicado. La mutilación genital femenina "no está motivada por razones culturales o religiosas. Su objetivo real es controlar el cuerpo de la mujer y su sexualidad", explican Cristina Urgel y Melani Olivares en el vídeo.

Para luchar contra esta práctica, Mundo Cooperante desarrolla un programa de apoyo a las mujeres de la etnia masai que dicen "no" a esta práctica en Kenia y Tanzania. También a las que se dedicaban a practicar la ablación como forma de vida y al dejar esta actividad necesitan otra fuente de ingresos. En este caso, la elaboración y venta de las pulseras tradicionales de su comunidad que ya han adquirido más de 50.000 personas desde que se puso en marcha el proyecto, según la ONG.

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