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Silvia Cruz Lapeña: “El podcast no es un formato tecnológico, es un género”

La periodista acaba de estrenar el podcast 'Crónicas Jondas' sobre el origen del flamenco

Foto de Alberto Gamazo.
Foto de Alberto Gamazo.

La periodista Silvia Cruz Lapeña lleva años dedicada al periodismo narrativo —borda como pocos los perfiles y las entrevistas— y, muy especialmente, al periodismo cultural dedicado al flamenco. Es decir, es una rara avis —joven, mujer— en un mundo como el del flamenco, un género musical y una industria que pueden ser minoritarios en una era dominada por el trap y el reguetón, pero que explican como pocos nuestra identidad. Con Cruz Lapeña conversamos a propósito de Crónicas Jondas, el podcast que acaba de estrenar en Podium; un documental sonoro que tiene como eje central al flamenco pero que se ramifica hacia otros intereses históricos y sociales.

P. ¿La idea de Crónicas Jondas —en plural— surge porque crees que se te quedaron cosas por contar en Crónica Jonda —en singular—, el libro que publicaste en Libros del KO?
R. No, yo en ese libro conté exactamente lo que quería contar y, de hecho, hay cosas en ese libro que yo no quería contar y que mi editor me obligó a contar y por las que le estaré eternamente agradecida. Por eso es un buen editor. Ese libro era redondo en el sentido en el que empezaba y acababa donde yo quería. El podcast lo que me ha dado es poder ponerle un sonido, un temor que yo sí tenía en el libro, es decir, que mi prosa, mi manera de escribir, no fuera suficientemente melódica o musical, que transmitiera no solo lo que a mí me suscita el flamenco, sino lo que sale de mí. El podcast me da eso y, sobre todo, darle voz a los demás. En el libro, claro, todas esas voces pasan por mí. Aquí están puras. Y eso es un valor añadido. Como lo es también poner esos pequeños fragmentos musicales de los que hablamos, dando contexto y analizando cada letra. Yo puedo iniciar un capítulo del libro diciendo: “Yo solo quiero caminar como camina el río hacia la mar”. Y no es igual que escucharlo en la voz de Camarón, por supuesto.
P. También es interesante el tema de la escritura porque imagino que te habrás dado cuenta de que no es lo mismo escribir pensando en sonido que hacerlo en otro registro como el de prensa escrita, que es el que tú has trabajado más. Ya habías hecho radio, este verano, por ejemplo, en A vivir que son dos días, pero ¿esto ha sido algo diferente?
R. Sí, ha sido algo difefente porque esto es narrativo. He aprendido muchísimo, por ejemplo, en esa técnica de repetir o ir recuperando ideas a lo largo de la narración oral. En el texto, por ejemplo, puedes volver atrás sin ningún problema, también a la hora de escribirlo. Es verdad que yo no he notado mucha dificultad —y eso podría corroborarlo el equipo que tú diriges— y creo que tiene que ver con ese esfuerzo que ya le dediqué al libro a que sonara, a que se pudiera leer en voz alta. Esa es la prueba que yo hacía: leer en voz alta. Si tenía sentido así, me valía.
P. Claro, porque una de las cosas que se hace en el podcast y que no tenía el libro es esa mixtura de géneros que te permite el audio, ¿no? Es decir, que de repente nos traslademos a una taberna de principio del siglo XX en la Andalucía profunda a conocer los orígenes del flamenco.
R. El podcast ha conseguido romperme un prejuicio que yo tenía porque esto de ser periodista desde que te levantas hasta que te acuestas, y casi desde que naces, hace que yo haya sido muy enemiga de las recreaciones. A mí, por ejemplo, un documental me suele rechinar si hay una recreación. Y aquí me di cuenta de que hay que hacerlo muy bien, tiene que estar muy bien metido, tiene que ser orgánico, que forme parte del engranaje. Me quité ese prejuicio y me di cuenta que se puede utilizar y muy bien.
P. Una de las cosas que están diciendo del podcast es que, aunque no te guste el flamenco, Crónicas Jondas te puede interesar. ¿Lo escribiste pensando para el gran público y no solo para el entendido?
P. Me habría dado mucho pena que el libro o el podcast solo lo compraran o escucharan los flamencos. Y es verdad que es un público muy objetivo pero, también, algo incómodo. Algo que me pasó con el libro y seguro que con el podcast también es recibir algunas críticas que venían a decir: ¿por qué narices yo me atrevía a contar intimidades que suceden en un entorno que es privado? Aunque, por supuesto, no hay nada privado en lo que yo cuento. Todo sucede en festivales con dinero público o el conciertos. A veces, al flamenco se le ha acercado gente muy buena pero demasiada enamorada, incapaz de mantener la distancia, ya no digo para informar, sino para contar.
P. Bueno, hay episodios dedicados a la precariedad del flamenco, ¿no?
R. Sí, ahí desvelamos algunas cosas pero, por ejemplo, alguna gente se ha mosqueado porque yo conté que en el Festival de la Unión se enfadó el novio de una de las participantes porque decía que había tongo. Y hay gente que se molesta porque cuentas algo que sucedió, no que yo diga que hay tongo. Algo que sucedió.
P. Y también, otro tema delicado es cuando en el episodio dos, titulado Flameca, fea o florero, hablas del machismo en el flamenco.
R. Claro, de Adela Cubas, por ejemplo, una de las pioneras de la guitarra. Es pionera porque exige cobrar por su trabajo, va a tablaos, viaja… pero claro, hablamos finales del siglo XIX y principios del XX. En ese episodio recreamos esa entrevista famosa con Colombine en la que ella contaba que un empresario le dijo que se hiciera una gira por América pero al final no fue porque el tipo prefería a un perro que hacia acrobacias. Y ella decía: “Yo lo entiendo, el perro es muy gracioso y yo soy muy fea”. Pero bueno, en el episodio dos salen chicas de ahora que, como no aceptan cenas con empresarios, no les contratan.
P. En el podcast, además, hay un cuidado muy especial en la producción: hay expertos absolutos del flamenco en cada episodio.
R. Sí y, además, intento no usar las fuentes que se han usado siempre porque, normalmente, son masculinas y además hay gente que tiene cosas muy interesante que decir y nunca las dice. Hay mujeres que saben de todo: organizadoras de festivales europeas, managers, cantantes, teóricas, etcétera. Claro que las fuentes tradicionales sirven y tienen un bagaje estupendo, pero hemos de tener puntos de vista diferentes. En uno de los episodios, por ejemplo, hablaremos con Jero Férec, que hace un flamenco queer muy alucinante.
P. Y luego está la labor del contexto y de un género musical que es atravesado por la cultura, la sociología, la antropología, la economía, la historia…
R. ¿Sabes? El otro día me llamó un cantaor cuando escuchó el podcast para decirme si no tendría que ver algo la letra de la soleá —que me cantó por teléfono— “no te metas con la nena, la nena tiene una faca pa’ quien se meta con ella”, con lo que cuenta el director del Museo del Bandolero en el primer episodio. Y claro, la pobreza, el bandolerismo tienen que ver con el origen del flamenco, así como lo que cuenta Cristina Cruces Roldán de los puertos donde había riqueza, pero también en la sierra de Ronda. El otro día, Faustino Nuñez —catedrático de Flamencología del Conservatorio Superior de Música de Córdoba—, tras escuchar el podcast, dijo que la palabra flamenco viene de una palabra que quiere decir navaja. Eso está sin demostrar y por eso no está incluido, pero sin duda hay una relación directa entre flamenco y todas esas disciplinas.
P. Yo no sé si estás de acuerdo con que existe un resurgir del flamenco que se debe al fenómeno Rosalía. ¿Crees que ella y su música han beneficiado al género? Ella ha llevado a grandes artistas del flamenco a sus shows, por ejemplo.
R. Yo creo que lo que ha hecho Rosalía es muy importante y está basado en el flamenco. Ella conoce las bases del flamenco perfectamente porque lo ha estudiado en uno de los mejores sitios que es la Escola Musical Superior de Catalunya y con Chiqui, que es un señor que conoce el flamenco como pocos. Pero lo que ha hecho Rosalía ha beneficiado a Rosalía. Yo no veo el beneficio en el flamenco, al menos de momento. Tampoco podemos pretender que sea algo rápido y también habrá que ver qué hace ella, si querrá seguir indagando en el flamenco. La gran aportación de Rosalía, creo yo, es audiovisual. Es decir, traer el videoclip al flamenco. Pero en lo estrictamente artístico, en el negocio y en la proyección a largo plazo, en realidad, creo que no.
P. Estamos inmersos en esta era de la audificación y en la conquista de un público joven que puede estar casi igual de interesado en la música que en el podcast. Parece que puede haber ahí una confluencia en el perfil de la audiencia. No sé si crees que el podcast puede servir para potenciar este periodismo narrativo que tú practicas pero ahora con temática musical y en formato sonoro.
R. Tiene muchas posibilidades y de alguna manera, tiene sentido. Pienso que puede tener que ver con cierto hartazgo visual. No me atrevo a decir algo categórico al respecto, pero yo estoy harta, tengo los ojos secos. Estamos todo el rato mirando, leyendo, la foto, el vídeo, el meme, el GIF…
P. Y la imaginación que se despliega a través del audio que tiene mucho que ver con la literatura y el periodismo también, ¿no?
R. Sí, es la evocación. Y la voz humana que es poderosísima. El timbre de la voz es tan importante. ¿Cómo no va ser importante? Creo que hacer los podcasts de esta manera casi artesanal vuelve a dignificar el periodismo que, casi siempre, se hace de forma rápida y espontánea. ¿Y qué narices tiene que ver la espontaneidad con la cutrez?, me pregunto yo. De la misma manera que no puedes hacer faltas de ortografía cuando escribes un texto, no puedes hablar así como si se te cayera la voz.
P. ¿El podcast para ti es un formato, algo tecnológico, una forma de contar una historia, es un medio propio?

No es nada de esas cosas, es un género. Esa es mi conclusión, al menos, provisional. Para mí no es un formato, ni es un medio ni es tecnológico. Porque tecnológico es también escribir un texto: necesito grabadora, ordenador, teléfono. Mis ojos también son tecnológicos. Para mí es un género porque esa reconstrucción de la que hablábamos no la utilizaría en una crónica escrita, no podría hacerlo con palabras, estaría mintiendo. En sonido es diferente por esa evocación. Creo que el podcast es un género por cuanto utilizas recursos que no utilizas en ningún otro sitio.

P. Y finalmente, Silvia, ¿te ha gustado el formato, vas a seguir indagando en él?
R. Muchísimo, me lo he pasado muy, muy bien. Me ha permitido ver mi oficio de otra manera, ver otros recursos a mi oficio. Y claro, yo me he reencontrado con mi voz que la uso para hablar pero menos para contar. Buscar la correspondencia de mi voz narrativa con mi voz real ha sido simplemente maravilloso.

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