La vida de Felipe VI que no está en la agenda oficial
Como otros monarcas del siglo XXI, el Rey, que celebra la próxima semana 52 años, intenta blindar su tiempo privado
Los reyes del siglo XXI imponen sus propias reglas y una de las más rotundas es diferenciar lo que es su trabajo y su vida privada. El modelo establecido por Isabel II parece estar en desuso, una soberana que da cuenta en todo momento de dónde y con quién pasa su tiempo libre, que tiene costumbres fijas hasta para celebrar su cumpleaños —nació en abril y lo celebra en junio porque hace mejor tiempo—. Muy diferente es la vida de los reyes de Holanda, de Bélgica y de España, países donde ya se ha producido el relevo en la corona. Ellos son los representantes de un nuevo estilo de monarquía.
Felipe de Borbón y Grecia cumple el próximo jueves 52 años y el palacio de La Zarzuela no informará, como es habitual, de cómo celebrará ese día. Esa actividad pertenece a la agenda privada, esa que se maneja con discreción en el difícil intento de que un rey tenga vida privada.
En los cinco años y medio que lleva en la Jefatura del Estado, Felipe VI ha impuesto algunas normas y la de diferenciar su actividad pública del resto de su cotidianidad es una rotunda. No informa dónde pasa las vacaciones —aunque el Gobierno siempre sabe donde está— tampoco, por ejemplo, a qué campamento de Estados Unidos van sus hijas en verano y, menos aún, da explicaciones de cómo son las citas familiares en La Zarzuela cuando hay algo que festejar.
En un intento de abrir algo la puerta a su vida no oficial, los Reyes de España dejaron que una cámara de Televisión Española captara hace dos años con motivo de su 50 cumpleaños escenas cotidianas como un almuerzo con sus hijas, una mañana preparándose para llevarlas al colegio o las imágenes de la grabación del discurso de Navidad cuando la princesa Leonor le daba un masaje en el cuello a su padre. Salvo esa concesión puntual, el resto de su vida está blindada.
Un miembro que perteneció al personal de la Casa del Rey asegura a este periódico que si se desvelara la agenda no oficial de don Felipe y doña Letizia sorprendería la normalidad que impera en ella. Al Rey le gusta cuando no está ante el foco mediático ser en la medida de la posible alguien de a pie. Una prueba es la foto obtenida el pasado día 3 de enero de él y de su hija Leonor paseando por la céntrica plaza de Benavente de Madrid mezclados entre la numerosa gente que en los días de Navidad acude al centro de la ciudad. Vestidos de sport y con una escolta tan discreta que era imperceptible, fueron descubiertos gracias al teléfono móvil de un ciudadano que se cruzó con ellos. Al parecer, como se supo posteriormente, salían de un cine cercano al que suele acudir la familia real a ver películas en versión original.
El cine es una de las aficiones que comparten los Reyes y sus hijas. Lejos han quedado las sesiones privadas que organizaban don Juan Carlos y doña Sofía en La Zarzuela. Ahora son ellos los que miran la cartelera y escogen sala. Llegan cuando las luces se están apagando y salen cuando aparecen los créditos. Lo hacen así para no molestar al resto de espectadores, no para evitar ser vistos. La seguridad está también en la sala, pero sin que apenas se note su presencia.
Fue la reina Letizia quien a su llegada a La Zarzuela impulsó este tipo de salidas. Ella incluso ha frecuentado macrofestivales de música con un grupo de amigos. Con don Felipe también ha acudido a otros espectáculos musicales, pero menos multitudinarios.
Los Reyes conforman un matrimonio que también disfruta del ocio por separado. Es normal que doña Letizia quede con sus amigas e incluso haga viajes con ellas y que don Felipe se reúna en cenas exclusivamente masculinas donde la cuenta se paga a escote.
El círculo de amigos del Rey se ha restringido en los últimos años desde que se produjo el relevo en la corona. De él ha salido uno de sus íntimos de siempre, Javier López-Madrid, por sus problemas con la Justicia, pero permanece a su lado Álvaro Fuster que con su esposa, Beatriz Mira, es la pareja que más frecuentan los Reyes. Otro fijo de su círculo es Pedro López-Quesada, el marido de su prima Cristina Borbón-Dos Sicilias.
También don Felipe mantiene relación con amistades nacidas del tiempo en que estudió en EE UU a los que en ocasiones visita en vacaciones. Y se mantiene unido a sus compañeros militares de promoción con los que se reúne periódicamente en almuerzos que se organizan en diferentes ciudades españolas. Dicen que con ellos se siente especialmente cómodo ya que le proporcionan la discreción que busca.
Amante del campo y del deporte
Felipe VI ha dejado de cazar desde que se casó, pero le gusta pasear por el campo y hacer excursiones con doña Letizia y sus hijas por poblaciones cercanas a la capital. Sigue esquiando, pero en familia lo hace fuera de España por lo que supone en una estación la presencia de la familia real. Eso sí, una vez al año don Felipe se reúne con su pandilla de amigos y se deja ver en pistas nacionales.
Le gusta mucho el deporte e intenta mantenerse en forma. Cuida de forma especial su espalda ya que de joven sufrió problemas debido a su elevada estatura. Como espectador, sigue el baloncesto y el ciclismo— de adolescente pegado a la radio—, también el fútbol. Jesús Gil desveló que era del Atlético de Madrid y él no lo ha negado.
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