Cristina Castaño, de ‘Al salir de clase’ a la BBC: “He roto mis límites”
Era tímida: lo superó. La encasillaron: demostró que podía hacer otras cosas. Su padre se murió en sus brazos: sacó una lección positiva. Póngale un reto a esta actriz y lo superará
Cuando un personaje muy conocido que procede de una familia sencilla y alejada de los focos cuenta que nada ha cambiado en ella y sigue siendo la misma, directamente se equivoca, miente o se engaña a sí misma. Queda muy bien decirlo, pero si los años no convierten a una persona en mejor… menudo fracaso. Cristina Castaño (Lugo, 1978) llegó a Madrid en busca de una oportunidad con apenas 20 años. En unos meses ya era una de las protagonistas de Al salir de clase, la cantera de jóvenes promesas más imponente de la historia de la televisión. La niña llena de ilusiones, apasionada por la interpretación, sigue ahí. Pero la evolución personal ha sido enorme hacia la actriz y la mujer que siempre quiso ser.
Sobre la muerte de su padre: "Aquella noche estaba sedado, yo sabía que se iba. Le dije que podía hacerlo, y que lo hiciera tranquilo. Me pareció uno de los momentos más hermosos de mi vida"
“Las exigencias que me da la profesión han hecho que me transforme, me lo ha ido pidiendo un trabajo en el que me dejo el alma con cada nuevo personaje, porque mi pasión es mi trabajo”, dice. Son más de las diez de la noche y acaba de terminar una de las últimas funciones de Quién es el señor Schmitt, junto a Javier Gutiérrez, tras algo más de un año por toda España. Está en un momento dulce: su última película, Lo dejo cuando quiera, es una de las más taquilleras de 2019, y el teatro ha llenado allá por donde ha pasado. Además, su papel protagonista en Toy boy, a punto de estrenarse en Netflix tras su paso por Antena 3, ha recibido unas críticas excelentes. Y en 2020 dará el salto al inglés con una serie en la BBC que acaba de terminar y una película en inglés que actualmente rueda en Italia junto a varios actores internacionales como Christopher Lambert o Bruce Payne, entre otros.
“Cuando entré en Al salir de clase pensé que lo tenía todo hecho. Me volví conocida, gané dinero… pero no hubo otro personaje en televisión, no hice ninguna película. Lo pasé muy mal, la verdad. Menos mal que esa época me pilló estudiando interpretación. Ensayar textos de grandes autores me llenaba el alma, se me pasaban las horas sin darme cuenta. Estudiar me salvó de aquella época sin trabajo y me mostró la actriz que podía llegar a ser”, reflexiona.
Castaño era una chica joven que hacía lo habitual: fumaba, se tomaba sus copas cuando salía por la noche, no era constante en el deporte… y empezaron los cambios. El objetivo era sentirse segura de sí misma, no dejarse influir, forjar una personalidad. Y pone un ejemplo: “Si quería estar fuerte no podía depender de los tres vinos en una cena que los tomas solo para que te hagan perder la timidez. Quítaselo en una cena a cualquiera, a ver si se comporta igual. No necesitaba esa muleta y probé a dejar de usarla, algo que me ha dado una seguridad en mí misma tremenda ya que fui consciente de no tener que depender de nada más que de mí”, cuenta.
Dejar el tabaco vino después, gracias a sus muchos meses al frente del musical Cabaret. “Dejé de fumar cuando acepté el personaje, no me podía permitir una gripe de un mes por un cigarrillo. Y dejé de salir por la noche. Jamás he faltado a una función por enfermedad. No recuerdo el cansancio físico. Tiene que ver con estar enfocada en algo. Así que yo, para atrás, solo iría por recuperar la piel tersa de los 25”, dice entre risas.
Sobre forjar su personalidad: “Si quería estar fuerte no podía depender de los tres vinos en una cena que los tomas solo para que te hagan perder la timidez"
Pero a Castaño le esperaba un nuevo súper éxito: La que se avecina, el boom mediático de su carrera. “Las primeras temporadas no iban bien, se mantenía en antena porque a los jefes les gustaba, pero arrancaron los pases en Factoría de Ficción y el público le dio una segunda oportunidad. Estoy muy orgullosa de ese trabajo y me costó mucho dejarlo, aunque siento que hacerlo me ha revalorizado ante cierta profesión, que no me veía haciendo otra cosa”. Fue una época (2014) de mucho éxito que se vio marcada por la muerte de su padre, pianista, víctima a los 71 años de un cáncer de pulmón. Aunque incluso ahí surgió una nueva Cristina. “No lo recuerdo como algo traumático ni doloroso. Aquella noche estaba sedado, yo sabía que se iba. Le dije que podía hacerlo, y que lo hiciera tranquilo. Me pareció uno de los momentos más hermosos de mi vida, porque me siento honrada de haberle acompañado en su paso a ese otro lugar que no conocemos. Siento que la muerte es un tránsito, igual que el nacimiento. No sabía que iba a afrontar la muerte así, a él lo sigo sintiendo. Se fue como quiso, sin dolor y rodeado de sus seres queridos. Ojalá hubiera vivido 10 años más, pero si se tenía que ir, que fuera así. Años después, cada noche me subía al escenario en Cabaret y sentía que era él quien me tocaba el piano. Hubiera sido el hombre más feliz del mundo viendo a su hija en un musical en la Gran Vía”, reflexiona Castaño, que no está casada, no tiene hijos y actualmente no tiene pareja.
Pero su proceso de aprendizaje no termina ahí. También ha aprendido a desarrollar una fuerza con la que no sabía que contaba: “Tu lugar lo ocupas tú, no te lo da quien tienes enfrente. Cuando empecé era muy niña, insegura, dependiente de la opinión de los demás. Creo que he desarrollado cualidades nuevas que no sabía que tenía y he roto mis límites”. Y no lo hizo tan tarde como para verse en situaciones complicadas por ser tan alta y estupenda en una profesión que ha visto de todo. “Todas podemos contar, en esta profesión y en muchas, que el abuso de poder existe. Yo he perdido personajes por decir no, pero es que nunca me ganaría un personaje por decir sí. No me permitiría llegar donde quiero gracias a eso. Perdería todo el valor”.
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