“La solidaridad puede mover el mundo”
La presentadora está muy comprometida con un proyecto humanitario en Madagascar
A los días de Silvia Abril (Mataró, 1971) le faltan horas. Desde septiembre, compagina su vida personal con el programa de la cadena SER El grupo, que dirige y presenta junto a su amiga la actriz Toni Acosta, un proyecto radiofónico que nace de un grupo de la red social Telegram, al que cualquiera puede unirse y que nutre de contenido su escaleta. Entre medias, colabora en programas televisivos como Late Motiv, presentado por su pareja, Andreu Buenafuente, con el que volverá a hacer de maestra de ceremonias en la gala de los Premios Goya, el 25 de enero, en Málaga. Y el próximo verano la veremos en la gran pantalla con su última película, Superagente Makey.
Con una agenda tan apretada, ¿le da tiempo a ser solidaria? Me da tiempo porque lo tengo interiorizado, es como si formase parte de mi ADN. Desde hace unos años, además, se han colado en mi vida unas personitas muy importantes, la Fundación Yamuna, a las que intento visitar regularmente en Madagascar y con las que hablo cada mes.
¿Y cómo llegaron a su vida? Tanto Andreu como yo, que antes donábamos dinero a varias ONG grandes, decidimos focalizar nuestra ayuda en un proyecto más pequeño y darle luz, potenciarles. El trabajo que hace Fundación Yamuna por la escolarización de los niños y para proveer con un empleo digno a mujeres condenadas a la prostitución para sacar a sus familias adelante nos enamoró. Así que intentamos no solo colaborar económicamente, sino involucrarnos en la medida de lo posible, visitándolos y desarrollando actividades con ellos. Ahora, por circunstancias, vamos cada dos años, pero, si por mi fuera, estaría allí cada seis meses.
¿Cómo recuerda su último viaje a Madagascar? Maravilloso, como todos los que hemos hecho. Ver in situ los proyectos que están desarrollando y conocer a las personas que forman parte de ellos hace que de verdad te impliques emocionalmente. Estás recibiendo el feedback de tu labor en directo, un poco como sucede en el teatro. Es allí donde te das cuenta de que, con voluntad, se puede mejorar la vida de la gente, de que la solidaridad puede mover el mundo.
Pero parece que estamos viviendo una crisis de solidaridad global... Para mí, más que una crisis de solidaridad, estamos viviendo una crisis humana. En cuanto el hombre se sintonice de nuevo con el planeta en el que vive, la solidaridad resurgirá.
Hay regalos que pueden cambiar vidas. ¿Usted qué va a regalar estas Navidades? Yo voy a regalar un baobab hecho por las mujeres de Yamuna en su taller, donde realizan manualidades maravillosas. El baobab es un árbol simbólico en Madagascar, un árbol grande, fuerte, milenario, como podría ser ese país si no fuese por la mala gestión de sus gobernantes.
¿Un regalo que haya recibido que recuerde con especial ilusión? La primera muñeca Nancy que no tuve que compartir. ¿Cómo no voy a recordar aquello? Yo vengo de una familia humilde y trabajadora, éramos cuatro hermanas y todo se compartía en casa. Así que imagínate lo que supuso para mí esa muñeca. Quizá mi solidaridad venga de la práctica de compartir cuando era pequeña.
¿Y un momento navideño especial? Unas Navidades que fuimos a Madagascar con Joana, nuestra hija, que entonces tendría tres años. Fue maravilloso verla allí correteando y disfrutando como uno más.
Obsequios que alegran vidas
Existe otra forma de regalar que no solo hace felices a aquellos que reciben directamente el obsequio, sino a muchos otros. Las compras navideñas solidarias contribuyen, por ejemplo, a que muchos niños y niñas en todo el mundo puedan acceder a una educación o a que personas en riesgo de exclusión social tengan una vida y un trabajo digno. Organizaciones no gubernamentales ofrecen un amplio catálogo de regalos solidarios, a las que se suman empresas que colaboran con diferentes causas. El Naturalista, por ejemplo, destina el 2,14% de sus beneficios anuales a proyectos sociales, y la marca SHRED hace lo mismo con programas de conservación medioambiental; mientras que PHES (Fotografía Española Solidaria) destina las ventas de su fotolibro 33.293 a varias entidades que trabajan con personas refugiadas en España, Grecia, Turquía y Serbia. Con los artículos de las fundaciones Down Madrid, A la Par y Vicente Ferrer apoyamos el trabajo de profesionales con discapacidad, y adquiriendo productos de la asociación Menudos Corazones y Asociación Infantil Oncológica de Madrid contribuimos a la investigación de cardiopatías congénitas y del cáncer infantil. Y si lo que nos mueve son los animales, podemos adquirir uno de las gafas de GreyHounders, que destina parte de sus beneficios a la protectora Galgos del Sol.
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