_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La eternidad

El Serrano real tocaba a dúo una pieza con el Serrano extinguido y las dos músicas se convertían en una sola música

Félix de Azúa
Imagen del interior del Teatro Real.
Imagen del interior del Teatro Real.

Inesperadamente, en ocasiones, una esquina de la vida se desgarra como un velo ante nuestros ojos y vislumbramos por la grieta lo que no puede ni debe verse. Me explicaré.

Tiene el Teatro Real de Madrid una actividad admirable que no sé si comparte con otros teatros de ópera. Es un taller musical para niños titulado ¡Todos a la Gayarre! Allí se instruye a las criaturas, con juegos y veras, sobre la ópera que está en cartel. Tiene un éxito rotundo. El otro día mi hija, al cumplir los siete años, me invitó a la función.

Se trataba de un introito al Don Carlo de Verdi usando como excusa el retablo de El jardín de las Delicias. El profesor Fernando Palacios, a quien los infantes adoran, presentó a un virtuoso de la armónica, Antonio Serrano (inmenso), que fue poniendo música a cada una de las figuras, cuentos, arias y situaciones del espectáculo. El virtuoso usó una docena de armónicas y pasaba de unas a otras con una elegancia emocionante.

Y de pronto la realidad se rasgó como una cortina. El profesor proyectó un YouTube de Serrano: una entrevista de 1990 cuando éste tenía 16 años. En el reportaje tocaba el joven una difícil pieza de exhibición y lo estábamos admirando en la pantalla cuando surgió el milagro. El Serrano realmente existente se puso a acompañar a su propio pasado del año 1990. El Serrano real tocaba a dúo una pieza con el Serrano extinguido y las dos músicas se convertían en una sola música. Me pareció que el joven Serrano volvía del mundo de los muertos para saludar al Serrano vivo y que ambos se ponían a hacer música para celebrar que nada muere. En un abrazo eterno la música unía el pasado difunto con el vivo presente de los vivos. Habría querido bailar. Salimos felices y nos tomamos un helado a dos cucharitas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_