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Columna
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Siria desmembrada, guerra infinita

Todos estos juegos siniestros son posibles porque el país en realidad no existe ahora como poder soberano

Sami Naïr
Tropas turcas y de las milicias sirias afines a Ankara en el extrarradio de la ciudad siria de Ras al Ayn.
Tropas turcas y de las milicias sirias afines a Ankara en el extrarradio de la ciudad siria de Ras al Ayn.NAZEER AL-KHATIB (AFP)

La invasión turca lanzada el 7 de octubre en la frontera de Siria abre otro foco de desmembramiento en este país, y permite a los dirigentes turcos no solo debilitar a las fuerzas armadas de su enemigo tradicional, el Partido Comunista Kurdo (PKK), sino, al mismo tiempo, pretender crear un pasillo en territorio sirio para desplazar a unos dos millones de refugiados árabes en territorio poblado por kurdos sirios. El régimen de El Asad es totalmente incapaz de hacer frente a esta iniciativa. Queda demostrado, una vez más, que con el apoyo tácito de Rusia, el silencio cómplice de Irán y la aprobación-denegación confusa de EE UU, se está diseñando una Siria desangrada, presa de sus vecinos. Las poblaciones civiles en este país están, más que nunca, desprotegidas y el coste de la operación turca puede ser alto en vidas humanas y tragedias de refugiados. El hecho cumplido turco no volverá atrás, y conlleva consecuencias decisivas para Turquía y el futuro de la región.

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Primero, las fuerzas esparzas de los terroristas del ISIS aprovecharan del debilitamiento del PKK para reorganizarse, fortalecerse, y emprender ataques en todas partes. Pues la invasión les beneficia directamente. Segundo, es una ilusión aterradora, por parte del Gobierno turco, afirmar que su acción estabilizará una “zona de seguridad” entre el Éufrates y la frontera de Irak, con una ocupación de unos casi 500 kilómetros, con penetración de 30 kilómetros dentro del territorio sirio. Concretamente, será más bien una zona permanente de guerra incontrolable, salvo pagando un altísimo precio en vidas humanas y gastando millones para su Ejército. De hecho, dada su situación económica actual, Turquía no tiene los medios para asegurarse la victoria en caso de conflicto prolongado en esta región. Es un increíble e irresponsable error del Gobierno turco, que no se explica de otro modo, sino por desviar la atención de la opinión publica de la crisis interna en la que se encuentra el país. Tercero, nada apunta a que el pretendido retorno de los refugiados será un éxito, dado que mayoritariamente no provienen de esta región, y no quieren, a su vez, devenir fuerzas de ocupación frente a los oriundos kurdos. Es una idea totalmente loca, irrealizable, salvo si Turquía busca lanzar otra guerra civil en Siria. Dicho de paso, el mero hecho que el presidente Erdogan amenace a los europeos de reabrir las fronteras de su país, en caso de represalias a esa invasión, demuestra la fragilidad de los acuerdos firmados con Berlín y las instituciones europeas en 2016 para la repatriación de los refugiados en Turquía…

Todos estos juegos siniestros son posibles porque, y solo porque, Siria en realidad no existe ahora como poder soberano. El país ha sido despojado, el régimen de El Asad gobierna un reducto fantasma, una entidad raquítica, sin existencia internacional, y que ha devenido rehén de los apetitos voraces de sus aliados como de sus enemigos. Es un desastre humano para el desafortunado pueblo sirio.

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Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

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