La juventud envejecida
Ante lo inevitable de las urnas en noviembre, no es difícil suponer el hartazgo generalizado ante la incompetencia de aquellos cuyo trabajo es ponerse de acuerdo. Y lo que me entristece más es ver la impotencia con la que muchos de mis amigos contemplan la situación política actual. Si nuestro estreno en la democracia ha constituido un innegable fracaso, ¿cómo mantendremos la fe en las futuras papeletas?
Marta Díez Castaño
Madrid
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