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Migrados
Coordinado por Lola Hierro
capítulo 6/7

Señores del consulado guineano: sus súbditos queremos papeles

Jean Koulio, guineano residente en Madrid, explica las dificultades de sus compatriotas para obtener documentos legales. Sexto episodio de un relato migratorio

Jean Koulio, con un amigo en su casa.
Jean Koulio, con un amigo en su casa.Casilda Saldaña
Lola Hierro

Jean Koulio echa raíces en Madrid, logra independizarse y tiene una oferta de contrato de trabajo que podrá firmar cuando le concedan el permiso de residencia. En este momento, decide hacer algo por los demás y funda una asociación para ayudar a sus paisanos. Sexta y penúltima parte del relato migratorio de un joven guineano que emigró a España y comenzó una nueva vida.

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Del capítulo anterior: No llegué a París. En Burdeos me paró la policía cuando viajaba en de un autobús. Allí la poli hasta se sube a los autobuses. Me devolvieron a la frontera, a Irún. Tenía dinero, pero ya lo había gastado en transporte. Cuando me dejaron en Irún como con la policía española vieron que yo hablaba un poquito de español y me dijeron: “Tú que llevas tres años en España, ¿qué ibas a hacer a Francia?”. Les expliqué el motivo y un agente me compró un vaso de café aquella noche y lo tomé con ellos. Luego al día siguiente volví a Madrid. A partir de ese viaje vi cómo sufren los chicos guineanos para conseguir un pasaporte o cualquier documentación. Así que pensé que por qué no crear un movimiento que nos permita defender nuestra causa en España. No hemos tramitado aún los documentos, pero sí tenemos la idea.

P. Pero en Madrid hay un consulado de Guinea en el que puedes pedir tu pasaporte guineano, ¿no?...
R. Hay, pero allí solo puedes hacer una tarjeta consular. Si ya hablo de pasaporte, ellos no saben cómo hacerlo.
P. ¿Y cómo has conseguido el tuyo?
R. Después de muchas luchas (ríe). Tengo un pasaporte después de mucha pelea, pero no con ellos.
P. ¿Dónde lo conseguiste, en París?
R. No, aquí. Me quedé en Madrid y me lo trajeron de Guinea porque la embajada ahora no puede hacer pasaportes, es una cuestión política. Ningún español que viva o no en España sufre para conseguir su documentación. Yo soy guineano, y para mí es casi imposible obtener una partida de nacimiento. ¿Voy a quedarme sentado? No, hay que hacer algo.
P. No te aburres nada.
R. No, yo no. Es que, de verdad, es difícil, y no soy el único. Hay muchos chicos guineanos hoy que sufren, que tienen una oferta de trabajo y casi la oportunidad de obtener la residencia española, pero no la pueden conseguir por culpa de la Administración guineana. Parece que quieren que los chicos guineanos se queden en Madrid muriendo de hambre, sin poder trabajar, perdiendo contratos después de tres años buscando. Que cuando lo consiguen, lo pierden por culpa de ellos. Un día fui a pedir un certificado de ausencia de antecedentes penales en Guinea y me encontré a un chico que contaba que venía de un pueblo que está pasado Toledo. Él quería inscribirse en el Consulado y para ello le estaban pidiendo el empadronamiento. Yo entré, pregunté a dos chicas y me dijeron lo mismo: que tenía que llevar el padrón, y también la partida de nacimiento legalizada en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Guinea...
P. Pero el padrón es un documento español, ¿no?
R. Me dijeron que tienen que saber dónde vives. Pero, ¿qué más dará? Mi casa es la embajada a todos los efectos. Si, por ejemplo, la policía va detrás de mí, ninguno tiene derecho a detenerme si yo me meto en la embajada. Les dije que pidiendo al chico que demostrara que tenía padrón no le estaban ayudando, porque él tampoco tenía pasaporte y sin él es casi imposible que te empadronen en España. A mí, por ejemplo, el padrón me caducó en abril de 2018 y desde entonces hasta febrero de 2019 no tenía. Iba al hospital cuando me encontraba malo, pero solo a Urgencias, porque allí no te piden documentación.
P. ¿Te pilló la ley de exclusión sanitaria?
R. Claro, y tuve problemas ya casi al final, que tenía que ir con los datos de Fernando [responsable de Juventud de la ONG Cesal] y una solicitud de Cesal que decía que yo estaba con ellos y que iba a ir a la clínica con acompañamiento. Pero yo solo no podía.
P. Y ahora, ¿en qué estás además de trabajar?
R. Solo quedo con mi asociación. Acabo de terminar de revisar los estatutos, porque de momento trabajamos como un grupo. Para trabajar como asociación reconocida por el Ayuntamiento hay que llevar documentación firmada y sellada por la embajada, y no es fácil pero casi lo hemos conseguido. Trabajamos para ayudar a los chicos chicos guineanos. Yo, por ejemplo, tengo la posibilidad de apuntarme a un curso y es fácil para mí porque solo tengo que coger el teléfono, llamar a Fer y contarle que quiero hacerlo. Y él me apunta. Si tengo un problema, sé dónde tengo que ir y a quién tengo que llamar; y si estoy enfermo sé con quién tengo que contar. Pero hay otros chicos guineanos y africanos que no tienen esta red de apoyo. Nosotros, que ya la tenemos, debemos ayudar los demás.
P. Con todo lo que has pasado aquí, ¿quieres volver a Guinea?
¿Es que África se ha convertido en un cementerio, o qué? ¿Por qué no vamos a trabajar ahí? Hay que salir, tomar ideas y volver para transformar tu casa
R. Claro, es mi origen.
P. ¿De visita o para volver a vivir?
R. Guinea es mi origen, volvería para vivir allí.
P. ¿Tienes primos, tíos, parientes...?
R. Sí, pero primos lejanos. Solo tengo contacto con dos o tres porque con los demás no me entiendo bien: muchas personas no están de acuerdo con mis ideas.
P. ¿Volviste a saber algo de la esposa de tu padre?
R. Sí, está bien, viviendo en la casa de mi padre. El miedo que tengo es que la venda, pero por ahora sé que sigue viviendo allí.
P. ¿Has hablado alguna vez con ella?
R. No, querría hablar cara a cara, ahora que ya puedo defenderme. Pero es que en África hay cosas que no se pueden hacer, yo no puedo echarla de casa de mi padre.
P. Bueno, en España tampoco puedes, o debes. Estaría feo.
R. Pero aquí, si la ley dice que se tiene que ir, se va fuera. En África no porque hay otra cultura, otra costumbre y otras tradiciones, no solo existe la ley. Pero por el alma de mi padre no puedo echarla.
P. ¿Hasta cuándo piensas quedarte en España?
R. No lo sé, pero creo que en 15 años estaré tranquilo en mi país; ya tendré 40 o por ahí y quiero volver a partir de esa edad. Quiero trabajar por mi país. Un presidente ruso dijo que un africano puede tener muchas riquezas, pasar sus vacaciones en París o México y tener sus negocios en Estados Unidos, Alemania o Francia y su casa en España pero, si se muere, pide que le entierren en África... Yo no voy a hacerlo así. ¿Es que África se ha convertido en un cementerio, o qué? ¿Por qué no vamos a trabajar ahí? Hay que salir, tomar ideas y volver para transformar tu casa.
P. ¿Tienes familia en España?
R. Fernando Morán, Marcos [responsable de Comunicación de la ONG Cesal] y todo Cesal. Ellos son mi familia.
P. Durante tanto vaivén, ¿te sentías igualmente dueño de tu destino?
R. Sí, pero sin forzar. Dejo a la vida hacer de mí lo que quiera. Yo me digo que la vida no es un problema que podamos resolver, hay que dejar que ella resuelva nuestros problemas. Si yo digo que mañana me dan la residencia y no lo consigo, es un problema mío, pero hay que seguir con otras cosas y esperar a que se solucione.

Continuará...

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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