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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lógica electoral

La desconfianza sigue marcando la relación de Unidas Podemos y el PSOE

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el palacio de La Moncloa, el pasado mayo.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el palacio de La Moncloa, el pasado mayo.Samuel Sánchez

Unidas Podemos presentó ayer un documento al líder del partido socialista, Pedro Sánchez, a fin de retomar las negociaciones para una nueva investidura en el punto donde fueron abandonadas el pasado 25 de julio. La respuesta del partido socialista no se hizo esperar: no es viable volver al mismo punto porque ha quedado claro, y se sigue demostrando en el documento de UP, que las dos formaciones mantienen modelos de Ejecutivo muy diferentes (uno insiste en un Gobierno de coalición y el otro, en uno monocolor y de colaboración parlamentaria) así como desacuerdos importantes en asuntos de Estado, como la respuesta al desafío independentista en Cataluña. El comunicado subrayaba, por otro lado, las coincidencias del partido socialista con las principales medidas sociales enumeradas por Unidas Podemos. Sorprende que esa coincidencia no marque más las relaciones entre las dos formaciones, al margen de cualquier otro desacuerdo.

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El procedimiento elegido por ambas fuerzas para dar a conocer las respectivas posiciones es prueba de que la desconfianza sigue dominando sus relaciones: más que entregar una oferta de negociación a la consideración del líder socialista, Unidas Podemos quiso exhibirse ante la opinión esforzándose por lograr la formación de un Gobierno de izquierdas, evitando así cargar con la responsabilidad del fracaso en el caso de una segunda convocatoria a las urnas. Esta lógica anticipadamente electoral subyace también en la inmediata respuesta del partido socialista.

Por lo que respecta al fondo de la iniciativa, el documento de Unidas Podemos parecía poner el acento en la negociación programática solo para disimular que el punto de partida sigue siendo el reparto de cargos en el interior del Gobierno. Resulta contradictorio proponer que las negociaciones se retomen en el punto donde se abandonaron para, a continuación, reclamar de nuevo las carteras por las que se produjo la ruptura. Y todo esto sin entrar en el concepto de coalición que manejó Unidas Podemos hasta el 25 de julio y que no ha sido desmentido ni por las declaraciones posteriores ni por el documento ahora presentado al partido socialista. Unidas Podemos se arroga el papel de garante de las esencias de la izquierda, además de poner en cuestión la estructura unitaria y solidaria del poder ejecutivo en el sistema político español.

Más allá de esta nueva escaramuza táctica, el hecho de que la posibilidad de formar Gobierno no dependa únicamente del apoyo explícito de Unidas Podemos al candidato socialista, sino también de la posición que adopte ERC frente a un difícil acuerdo entre ambos, parece conducir los intentos de negociación a una vía muerta. Siendo difícil anticipar la respuesta de los partidos independentistas a la sentencia que recaerá sobre sus dirigentes, el silencio acerca del problema territorial en el documento de Unidas Podemos no facilita el acuerdo con el partido socialista, sino que lo aleja. La supuesta valentía que le reclaman a este en Cataluña es justamente la que ellos no muestran para facilitar la formación de Gobierno: bastaría con que Unidas Podemos exigiera a los partidos independentistas la renuncia a la unilateralidad y el compromiso con el Estado de derecho, invitándoles a acatar sin amenazas las sentencias de los tribunales.

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