Jóvenes y vivienda
Eran otros tiempos. Tenía 23 años y nos casamos. Optamos por comprar un piso, pedir un préstamo y firmar una hipoteca. De los dos sueldos de maestros, uno iba íntegramente destinado a pagar préstamo e hipoteca al 13,5%. Podíamos haber solicitado un piso de alquiler a cualquier Caja de Ahorros, que por entonces realizaban una verdadera función social. No las regían los políticos. Eran otros tiempos. Cierto es que no pudimos irnos de viaje durante varios años, ni restaurantes ni aperitivos, no había dinero. Entendimos que invertir en la vivienda propia era una forma de ahorro. No se nos pasó por la cabeza pedir subvenciones, pues fue nuestra decisión libre y responsable. Hoy nuestros hijos satisfacen la voracidad especulativa de los fondos de inversión en forma de alquileres desorbitados. Atrás quedaron ciertos valores sociales, se han trastocado en especulación.
Pablo Rivero San José. Zaragoza
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