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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Puestos a salvar, salvemos el periodismo

No podemos evitar que se cierren medios como el 'Warroad Pioneer', pero sí que se olviden

Jorge Marirrodriga
Kiosko de prensa.
Kiosko de prensa. ANXO IGLESIAS

El periodismo se muere. Y no el periodismo de papel o viejunoo de “los oligarcas”. Poco a poco se va apagando la llama de un oficio que durante más de un siglo creció en las democracias y las ayudó a crecer. Que fue parte de la vida de ciudadanos libres cuyas sociedades sufrían una amenaza real y explícita de ideologías que despreciaban la idea de libertad individual y que sojuzgaban a sus propios ciudadanos quienes, entre otras cosas, anhelaban del mundo libre precisamente el periodismo.

Narra The New York Times en un reportaje de manual —uno se documenta, va al lugar, habla con las fuentes, consulta datos para complementarlo y evita las opiniones— el cierre del Warroad Pioneer, un periódico local de Minnesota con 121 años de historia. No ha ganado premios Pulitzer por cubrir dos guerras mundiales, la crisis de los misiles, el asesinato de Kennedy o la caída del muro de Berlín. Ni le ha hecho falta, porque en cambio ha cumplido con lo más importante. Lo que le da sentido a este oficio: servir a la comunidad. Con lo bueno y con lo malo, cometiendo errores y acertando. Claro, los vecinos de Warroad podrán seguir informados por otros canales. Compañías que se dedican a múltiples actividades para las que los ciudadanos son consumidores, la información un producto y el periodismo una idea caduca afortunadamente en vías de extinción. La Universidad de Carolina del Norte tiene un informe titulado El creciente desierto de las noticias que muestra el panorama. Advertencia: tiene más de 500 palabras, la frontera infranqueable de lectura en la pantalla de un móvil.

Está muy bien que los periodistas queramos salvar el planeta, pero deberíamos tratar de salvar al mismo periodismo, que también es de todos. Este oficio tiene muchas enfermedades, y entre ellas se encuentra el alzhéimer; un borrado total de memoria en los propios profesionales de lo que ha sido y de lo que todavía significa. No podemos evitar que se cierren medios como el Warroad Pioneer, pero sí que se olviden. Y no como un ejercicio de lamento nostálgico sino para recordar el sentido de misión para la comunidad —y para la democracia— que tiene este oficio. Hay quien proclama como ejemplo de libertades una sociedad sin medios. Estamos a menos de lo que creemos de descubrir qué pasa entonces.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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