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Belén Cuesta, de rodar entre colegas a estrenar cuatro series y 15 películas en cuatro años

Conoció a Los Javis en la barra del bar donde trabajaba, y de su mano ha recorrido el camino que lleva desde ‘La llamada’ hasta la tercera temporada de ‘Paquita Salas’

La actriz sevillana posa para ICON con la mirada asomada a su prometedor futuro, con vestido de punto Loewe y zapatos Pura López. Estilista Jorge García Valero. Maquillaje y peluquería Elena Tebar (Kasteel AM). En vídeo, declaraciones de Cuesta.Vídeo: Noelia Carballo | Europa Press

“Hay veces que estás ocho horas posando y acabas reventada, pero hoy ha sido muy cómodo y muy rápido”, celebra Belén Cuesta en el ilustre aparcamiento de la redacción de El país. No siempre ha posado tan a gusto. “Antes juzgaba lo que no me gustaba de mí misma”, recuerda, “pero con la edad aprendes a sentirte mejor”.

Habrá contribuido también ser una de las actrices que más trabaja en la a veces maltrecha pero siempre tenaz industria audiovisual española: cuatro series y 15 películas (seis de ellas se estrenan en 2019) en cuatro años. Y todo empezó, como casi siempre cuando se trata de la historia de orígenes de un actor, poniendo copas en un bar.

"En Port Aventura aprendí mucho, era muy divertido improvisar y hacer teatro de calle con niños de diez años insultándote… Es algo que te curte”

Interior noche. En una de las mesas del Válgame Dios, en el madrileño barrio de Chueca, uno de sus camareros (Javier Ambrossi) le promete a su compañera de barra y amiga (Belén Cuesta) que le va a escribir “un papel tan bonito que nunca tendrá que volver a servir copas”. Se trataba de Sor Milagros en La llamada, una anécdota que se montó para un fin de semana en el vestíbulo del teatro Lara. “Durante los ensayos de repente alguien traía filetes rusos para comer, no sentíamos la presión de estar en un proyecto que fuera a ir a algún sitio. Nadie pensaba en el dinero, así que se repartía entre todos los que participábamos”, recuerda. Cuando a los dos meses la obra empezó a llenar la sala principal (donde continúa seis años después) siguieron dividiéndose los beneficios a partes iguales.

Para su siguiente proyecto, Javier Calvo y Javier Ambrossi volvieron a escribirle un papel. Magüi, la leal ayudante de Paquita Salas, evocaba más a eso que Cuesta llama “la ternurita”. Tanto, que mucha gente asume que ella es así. “Eso pasa. Me dicen: ‘¡Cuenta un chiste!’ o me llaman para un monólogo, pero a mí me asusta porque soy actriz y no me considero humorista. Pero, a ver, tampoco es que yo sea un ogro. Me gusta hacer la comedia cerca del desastre, del drama, de la torpeza”. Y de eso Paquita Salas tiene de sobra: lejos de reírse de la miseria, la ingenuidad o la cutrez de sus heroínas, Calvo y Ambrossi se ponen de parte de ellas y contra los cínicos que las miran por encima del hombro. La primera temporada se rodó en ocho días (“el único catering era que alguien dijese: ‘voy al chino, ¿queréis Doritos o Donettes?’”, recuerda Cuesta) y la segunda saltó a Netflix, donde también se ha estrenado la tercera.

“Quién iba a decirme hace cinco años que estaría aquí haciendo una entrevista con un Loewe maravilloso y hablando de una serie que empecé con mis amigos”

“Quién iba a decirme hace cinco años que estaría aquí haciendo una entrevista con un Loewe maravilloso y hablando de una serie que empecé con mis amigos”, se asombra. De rodar entre colegas a no poder desvelar nada de la tercera temporada por temor a las represalias de Netflix. Eso significa que Belén Cuesta ha triunfado. Adiós a trabajar en Port Aventura. “Allí aprendí mucho, era muy divertido improvisar y hacer teatro de calle con niños de diez años insultándote… Es algo que te curte”.

Lo que quiere contar de esta temporada es que se ha reído más que en las dos anteriores y que ha trabajado con Terelu Campos, que interpreta a su nueva jefa. “Ha estado muy disfrutona, a veces te formas una imagen de la gente pero luego es guay que te sorprendan”.

A sus 35 años, Belén se considera “muy moderna para algunas cosas y muy antigua para otras. Para según qué fiestas sí que me siento más antigua, me da pereza amanecer en una fiesta, prefiero salir por el día. Antes iba a un evento y sentía que estorbaba, ahora llego en plan ‘¡abrid!’. No, es coña”, aclara entre risas. Para Cuesta, el momento más especial de su carrera fue cuando nadie trató de reemplazarla por otra actriz más conocida en la adaptación al cine de La llamada. “Pero es que todo lo que ha ocurrido con La llamada y con Paquita Salas ha sido bastante excepcional. De ensayar en un garaje a aparecer todos guapísimos en los Goya. De los filetes rusos a las hamburguesitas de colores”.

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