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Feminismo

Cómo ir a una entrevista de trabajo con medias azules se convirtió en un escudo contra el machismo

Mary Beard, escritora e intelectual británica, explica por qué siempre elige esta prenda cuando opta a un puesto laboral

La escritora Mary Beard durante el festival literario Oxford Literary Festival, celebrado el pasado mes de abril en Inglaterra.
La escritora Mary Beard durante el festival literario Oxford Literary Festival, celebrado el pasado mes de abril en Inglaterra.Getty Images

Cuando una mujer reivindica su poder o reclama más visibilidad en las instituciones, a menudo la rebautizan con el nombre de Mary Beard. Esta historiadora e intelectual británica se ha convertido en los últimos años en un icono del feminismo. Con el mismo humor e inteligencia que usa para responder a aquellos que la atacan en redes sociales, la catedrática de Cambridge ha conseguido acercar la cultura clásica a un público generalista. A través de sus documentales en la BBC o en sus diferentes libros –el último se titula La civilización en la mirada–, refleja también cómo la sociedad se ha construido a base de silenciar y excluir a las mujeres. Ella misma ha vivido esa situación a lo largo de su carrera, pero tiene un truco para salir airosa de la situación: unas medias azules.

"Hay una antigua expresión inglesa referida a las mujeres académicas, a las eruditas: se les llamaba bluestocking ["las de las medias azules"] y no era ningún cumplido. Venía a decir que esas mujeres no eran para nada sexis. Cuando fui por primera vez a una entrevista de trabajo, pensé: estos hombres (porque la mayoría eran hombres) seguro que dirán cosas sobre mí, dirán: 'Es una auténtica marisabidilla'. Y me dije a mí misma: 'Les voy a dejar claro que ya sé lo que están pensando", le contaba Beard a la periodista Sandra Sabatés en una entrevista reciente en El intermedio. "Así que me compré unas medias azules, como para decirles: 'A ver quién se atreve ahora a ir diciendo por ahí que soy una listilla'. Y si alguno se atreve, que sepa que lo sé, y que me da igual", zanjaba entre risas.

La escritora y crítica literaria Elizabeth Montagu, fundadora de la Blue Stockings Society.
La escritora y crítica literaria Elizabeth Montagu, fundadora de la Blue Stockings Society.Getty Images

El término bluestocking al que se refiere la historiadora surgió en Reino Unido a partir de la Blue Stockings Society, un movimiento literario fundado por la escritora británica Elizabeth Montagu y la intelectual irlandesa Elizabeth Vesey en el siglo XVIII. Su finalidad era acercar la literatura a las mujeres, en un momento en el que solo los hombres tenían acceso a la universidad y ellas debían acallar su inteligencia. Pero también los varones estaban invitados y disfrutaban de este club literario (a veces, comportándose de forma condescendiente o insultado a sus compañeras). Incluso se cree que el origen del nombre se debe al botánico Benjamin Stillingfleet, que como no tenía dinero suficiente para comprar unas medias negras de seda –propias de la indumentaria de la época–, se presentó con las más baratas del mercado, unas de lana azul.

Se desconoce si fue por el resentimiento de aquellos a los que no invitaban a sus charlas o porque la sociedad de la época todavía no estaba preparada para el cambio, pero las bluestocking pronto se convirtieron en un objeto de mofa. "Es el personaje más odioso de la sociedad", apuntaba el humanista William Hazlitt.  "Las azules, esa tierna tribu que suspira por los sonetos", escribía Lord Byron en su poema Don Juan, quien también le recomendó a la poeta Felicia Dorothea Hemans "tejer calcetines azules en lugar de usarlos".

Como ocurrió con la palabra ‘maricón’ entre el colectivo LGTBQI o el despectivo ‘nigga’ entre la comunidad negra, también Mary Beard ha decidido apropiarse del insulto para reformular su significado. “Y no te haces a la idea de cómo eso te levanta la moral”, apuntaba la historiadora. “Soy muy afortunada porque he tenido muchas entrevistas de trabajo. Y siempre que tengo una, me pongo medias azules, y lo mismo recomiendo a mis alumnas. Así nos evitamos ese tipo de bromas. Y si quieren hacerlas de todas formas, sabrán que lo sabemos, y que nos da igual”.

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