Compromiso histórico
El PSOE puede ofrecer la posibilidad de un acuerdo a PP y Cs, y estos pueden examinarla de buena fe
Recuerdo bien 2016. Por primera vez, tras las elecciones de diciembre, no se pudo formar Gobierno. El PP, partido más votado, no logró apoyos para la investidura. Tampoco PSOE y Cs, que sumaron sus votos para alcanzar un prometedor acuerdo. Los comicios se repitieron y nada cambió. Ninguna suma daba. ¿Ninguna? Falso. Hubo siempre, oculta bajo su notoriedad, una suma posible: la que juntaba los votos del PSOE con los del PP para dar un Gobierno transversal y estable al país, en un momento en que el proceso soberanista catalán tomaba la curva hacia el precipicio. En beata ignorancia de las leyes de la politología, algunos pedimos esa gran coalición como la opción que más beneficio podía rendir al país. Pero no se podía pedir al PSOE, se nos dijo, que dañara sus expectativas electorales pactando con su rival.
Nunca entendí ese argumento. Usando sus votos como palanca, los socialistas podían haber arrancado al PP importantes reformas sociales que ofrecer a su electorado. Más importante: podía haberle obligado a iniciar los trabajos de una reforma constitucional que, ¿lo recuerdan?, era la única salida al atolladero catalán. No hubo modo. Se impuso el no-es-no, el izquierda-no-pacta-con-derecha. Tampoco Cs, que dio su brazo a torcer, quiso participar en el Gobierno, decisión que tampoco entendí. ¿No es desde el Gobierno desde donde se cambian las cosas?
Bueno, agua pasada. Pero díganme algo. En los aciagos meses de septiembre y octubre de 2017, ¿no habría sido mucho mejor tener en Moncloa un ejecutivo fuerte de PP-PSOE o de PP-Cs? ¿Se habrían cometido los mismos errores durante la crisis catalana si las decisiones se hubiesen tomado de manera colegiada por los tres partidos que abarcan el centro español? ¿Y no es posible acaso pensar que tendríamos ya un borrador de la reforma de la Constitución? Pues hete aquí que en 2019 la historia se repite, aunque con los papeles cambiados. Ni entonces se pedía al PSOE que avalara lo que no le gustaba del PP ni hoy se pide a PP y Cs que avalen lo que no les gusta del PSOE. Entonces como hoy se trata de lo mismo: de saber si los españoles tenemos líderes capaces de aparcar diferencias y poner a cubierto, en un compromiso histórico, los consensos vitales del Estado y lanzar el país hacia el futuro.
Cierto: es irritante escuchar a muchos que en 2016 estuvieron en la intransigencia exigir ahora altura de miras. Pero los que en 2016 sí pedimos un pacto estamos donde estuvimos. El PSOE puede ofrecer la posibilidad de un acuerdo a PP y Cs, y estos pueden examinarla de buena fe. Si lo hacen conjuntamente, neutralizarán el ventajismo electoral que supondría que sólo uno facilitara la formación de gobierno. Porque ya es delicado trance que un país necesite un estadista, pero es que el nuestro necesita no uno, sino tres.
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