¿Dejamos que la abuela tenga sexo?
La invisibilidad de la sexualidad en la tercera edad
La viudedad, la gestión del duelo por la pérdida de la persona amada y la intimidad de la mujer determinan su sexualidad en la senectud.
MI madre tiene una amiga que, después de quedar viuda y de que sus hijos hicieran su vida, decidió envejecer sola en un pisito, junto al mar, con sus perritos. La señora tendría entonces más de setenta años y en vez de acercarse a cualquiera de sus vástagos, se alejó, del que menos, más de 400 kilómetros. Cuando mi madre me contó la decisión de su amiga puso mucho énfasis en el tipo de urbanización a la que se iba en la que tenía de todo. Médico las veinticuatro horas del día, un comedor por si quieres comer acompañada, todo rodeado de verde y muy cerquita de la playa. Su propia casa, su escondite. Donde nadie pudiera controlarla ni fiscalizarla.
Hasta entonces yo no había imaginado que existiera esto que llaman ciudades para la tercera edad.
La viudedad es uno de los motivos por los que muchas mujeres dejan de tener cualquier contacto con el sexo. Pocas ancianas, además, reconocen usar juguetes sexuales, aunque luego sepamos que el 63% de mujeres tiene alguno en su casa. En muchos entornos, quedarse viuda significa salir del espectro sexual. Y ocurre mucho más cuanto más anciana es la mujer. Nadie imagina a su abuela follando, pero mucho menos con ganas de follar. Así que, las viejas, a envejecer. Marina se quedó viuda hace nueve años. Vive en una de las localidades con más población de Castilla-La Mancha, en su propia casa, cerca de sus hijos a los que ve con regularidad. Sale con sus amigas de siempre y tiene un novio secreto. Marina exhibe toda su vida social, pero no puede hacer lo mismo con su vida sexual. Y los primeros que se lo impiden son sus propios hijos. "Sería un disgusto que yo contara que tengo pareja. Mis hijos querían muchísimo a su padre, su muerte fue una auténtica tragedia familiar. Fue muy difícil quedarme sola, pero lo peor es que me obligan a estarlo hasta que muera". La actitud de los hijos de Marina es, sobre todo, cruel. "Mi novio me conquistó por la red. Mis hijos me conectaron a internet, me abrieron una cuenta de Facebook para compartir nuestra vida, nunca imaginaron que me haría un perfil en Tinder. Pero lo hice. Así conocí a mi novio y aunque, seguro, tardamos un poco más en tener sexo que la mayoría de los que usan esa App, nos gustamos y nos acostamos. Llevamos casi un año viéndonos a escondidas en mi piso".
La intimidad es una de las variables que determina la sexualidad en la senectud. Zoraida Granados, psicóloga y sexóloga especializada en duelos, la señala como imprescindible. "Piensa que si la persona que enviuda va a casa de sus hijos, seguirá las normas de la casa a la que va y los hijos con las mujeres viudas tienen menos tolerancia cuanto mayor es ella. Las mujeres, en residencias de mayores, aunque estén en plenas facultades, sean responsables y totalmente independientes, la mayoría no pueden intimar en sus habitaciones porque no lo permiten. Ni tener contacto físico, arrumacos, besos o caricias. A los hombres, las normas sociales los apoyan. ¿Por qué? Porque son los que reciben los cuidados, y si lo recibe de una mujer, está bien visto. Los hijos se preocupan menos si su padre, viudo, está acompañado". La gestión de la pérdida de la persona amada también es otra de las variables a tener en cuenta, porque se trata de tener la capacidad de sentir otra afectividad, no de sustituir ninguna y mucho menos la que nos hizo tan feliz.
Pero ¿es sano para una mujer tener sexo a esa edad? podría preguntarse alguien. "Pocas cosas más efectivas para mejorar el atrofismo vaginal que las relaciones sexuales", reconoce Cristina Redondo, médico especialista en ginecología de la Fundación Jiménez Díaz, y eso ocurre con la carencia de estrógenos: "Se ha comprobado que las mujeres que tienen sexo, les mejora la calidad de la mucosa de la vagina y su elasticidad, lo que facilitaría que pudieran disfruta con su sexualidad. A más sexo, se activa el cuerpo para poder disfrutarlo". Los lubricantes entran en la cama conforme acucia la menopausia, pero tener sexo ayuda a que el placer no se consiga solo artificialmente.
Desde que sé que existe esa especie de Melrose Place para viejos no dejo de pensarlo. Estoy segura de que en un sitio de esos llevaré muchísimo mejor mi pérdida de estrógenos y podré intentar mantener mi elasticidad y humedad vaginal, natural y artificialmente. A veces, volver a vivir sola a los ochenta puede ser muy rejuvenecedor..
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