Reciclar los edificios
La antigua estación de autobuses de Alicante reconvertida en plaza pública rescata la memoria de un lugar dándole un uso cívico
¿Qué hacer con los edificios que componen la ciudad pero resultan insuficientes para actualizar su antiguo uso? ¿Cómo recuperarlos para una nueva vida? La antigua estación de autobuses de Alicante permaneció cerrada durante unos años. Se había inaugurado una nueva más alejada del centro y el antiguo edificio de la Plaza Séneca, rodeado de bloques de viviendas, había quedado obsoleto, olvidado y descuidado. Como apunta el arquitecto José Luis Campos, “el lugar estaba envuelto en un sentimiento de pérdida”. Es evidente que, tras 68 años, la estación ya no cabía en un Ensanche transformado. Pero era importante darle un uso a un inmueble céntrico, amplio y luminoso.
“El edificio era muy reciclable. Tiene grandes luces y los elementos de soporte vertical se concentran en los perímetros”, cuenta Campos. En los noventa, se forró de cerámica y se pintó de azul. En los setenta, la cerámica era verde y el exterior rojizo. En los sesenta, se clausuraron los pasajes subterráneos que conectaban la estación con los autobuses. En resumen, con cada reforma, el edificio original de Félix de Azúa Gruart, había ido perdiendo o sumando algo.
Campos cuenta que el inmueble vacío, cerrado y sin uso molestaba. Recordaba un tiempo de mayor actividad. Pero no había necesidad de nada específico. De modo que propuso un uso flexible: usos culturales y sociales. La antigua estación se convertiría en una plaza pública abierta a disposición de los ciudadanos.
En pleno ensanche de Alicante, la Plaza Séneca ocupa su ubicación desde 1920. Campos cuenta que el Ensanche alicantino no tuvo éxito y por eso se desarrolló lentamente: “La sociedad burguesa prefirió construir sus casas frente al mar y no se consolidó hasta el final de los años 40”. Campos sostiene que la posguerra hizo que la plaza se construyera desprovista de árboles y que los vecinos han reclamado siempre lo mismo: vegetación. Tal vez porque no la tenía, sirvió para instalar mercadillos, o el circo y hogueras de San Juan.
La plaza existió hasta 1947, cuando a la construcción de la estación de autobuses de 1943 se unió la de las ya desaparecidas viviendas para maestros y funcionarios. Con esos dos edificios, la plaza dejó de ser espacio público. Por eso Campos, acudió a la historia del lugar para rescatar ese hueco de espacio libre. Más allá del parque, ahora con vegetación, el interior de la antigua estación es como una gran sala blanca de baile. Los frescos que Gastón Castelló pintó, también han sido recuperados. Hoy el muro oeste del edificio se ha convertido en un gran vidrio con cuatro accesos, que relacionan el interior con la plaza. El espacio interior fluye hacia el exterior y viceversa. El espacio público se ha multiplicado. Y se reinventa con mercados, presentaciones, juegos y todo tipo de actos cívicos que el interior, y el exterior, permiten acoger.
El proyecto de Crystalzoo abre un edificio al parque, rescata la memoria del lugar, recupera un edificio industrial ampliando su uso y permite el descubrimiento de los oficios —los murales de Gastón Castelló— en un inmueble capaz de reinventarse.
José Luis Campos Rosique de Crystalzoo trabajó en este proyecto asociado a Isaac Peral Codina y Luis Carreira Antón de Isaac Peral Arquitectos mientras que la arquitecta municipal Miriam Jareño firmó, como coautora, la recuperación de la plaza de Seneca.
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