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Nipah virus

Un virus más mortal que el ébola, sin cura y que aparece cada año

India ha confirmado un caso del Nipah, que en 2018 se cobró la vida de 17 personas en el subcontinente asiático

Personal médico con trajes protectores traslada objetos en bolsas del pabellón de infecciosos del Centro Médico Ernakulam en Kochi, Kerala (India), donde ha aparecido un brote del virus Nipah.
Personal médico con trajes protectores traslada objetos en bolsas del pabellón de infecciosos del Centro Médico Ernakulam en Kochi, Kerala (India), donde ha aparecido un brote del virus Nipah.Prakash Elamakkara (EFE)
Pablo Linde
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Desde que se descubrió en 1998, el virus Nipah ha aparecido casi cada año. Es más mortal que el ébola, no existe tratamiento ni vacuna contra él y es una de las infecciones que la Organización Mundial de la Salud (OMS) vigila con lupa ante una posible epidemia. El último brote se ha confirmado esta semana en India, con un joven de 23 años infectado y al menos otras cuatro personas bajo sospecha.

Fuera de los lugares donde es endémico, India y Sudeste Asiático, no es de momento un motivo de preocupación. En esta zona tampoco es alarmante, pero sí tiene en guardia a las autoridades sanitarias: el año pasado, 17 personas fallecieron por su culpa. El huésped natural del virus es un murciélago frutero de la familia Pteropodidae, pero puede llegar al ser humano a través de otros animales, como el cerdo, o incluso de alimentos. También se produce contagio entre personas.

Emmie de Wit, investigadora del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), aclara que, incluso viajando a zonas endémicas, las posibilidades de contagio son “extremadamente pequeñas”. “Como científicos, nos preocupamos porque el Nipah es uno de los virus más mortales. En promedio, el 70% de las personas que se infectan mueren [en el caso del ébola es aproximadamente el 50%]. Y porque puede pasar de una persona infectada a alguien que cuida de ella. En este momento, no se transmite muy bien entre seres humanos, pero si eso cambiara, la epidemia podría tener un efecto devastador en la vida de las personas, la salud pública y las economías globales”. La científica y su equipo están trabajando para comprender mejor por qué el virus es tan letal y para desarrollar vacunas y tratamientos antivirales que prevengan o curen la infección.

La OMS explica en su web informativa que el Nipah se asocia a un espectro de manifestaciones clínicas que van desde un proceso asintomático hasta un síndrome respiratorio agudo o una encefalitis mortal. Y que, ante la falta de fármacos para luchar contra el virus, el único tratamiento posible es la asistencia sanitaria intensiva para los enfermos. Por esa razón la mortalidad varía mucho en función de los sistemas de salud con que cuenten los infectados: desde un 40% hasta más del 70%.

El Nipah no es por el momento un motivo de preocupación global, pero sí tiene en guardia a las autoridades sanitarias: el año pasado, 17 personas fallecieron por su culpa

La aparición de este virus no es casual, según de Serge Morand, de Investigación Agrícola para el Desarrollo (Cirad, por sus siglas en francés). En su opinión, la deforestación creciente en las zonas donde se han producido los brotes ha empujado a los murciélagos a buscar recursos más cerca de los humanos. “Las últimas décadas han estado marcadas por crisis de salud cada vez más frecuentes, en su mayoría enfermedades zoonóticas, pero también se observa el aumento de la resistencia a los antibióticos. Lamentablemente, nos enfrentaremos a riesgos crecientes y nuevas crisis de salud, ya que los factores impulsores siguen presentes: el aumento de la conversión de los bosques para los productos básicos (árboles de palma aceitera, de caucho, de pulpa, palmeras datileras), la agricultura y la ganadería, el cambio climático, la variabilidad climática y los eventos extremos (sequías, inundaciones) que ponen en peligro la vida silvestre, el ganado y los seres humanos. Varios estudios también han sugerido que la disminución de la biodiversidad puede disminuir un servicio importante que aporta un ecosistema saludable: la capacidad de regular las enfermedades”, explica.

La propuesta de este investigador es encontrar la manera de “convivir con una rica biodiversidad”, en lugar de acabar con ella, que es la tendencia actual. Más allá de la investigación médica, Serge enfatiza en que es necesario un trabajo de prevención: “¿Qué tipos de entornos naturales, usos de la tierra y características del paisaje pueden favorecer un ambiente saludable, tanto para los humanos como para la vida silvestre? Hay pocos estudios. Los proyectos de restauración y reconstrucción deben incorporar un componente de salud pública y veterinaria realizado por ecologistas de enfermedades y salud”.

Mientras, la ciencia avanza para buscar medicamentos. En este momento hay dos tratamientos antivirales prometedores que podrían usarse en humanos “pronto”, según De Wit. El primero es un anticuerpo desarrollado en la Uniformed Services University de EE UU. Este es el tratamiento para el que se dispone de la mayor cantidad de datos en modelos animales para demostrar que puede proteger contra la enfermedad del virus Nipah. El segundo es remdesivir, del equipo de la propia De Wit, que ha mostrado que puede ser eficaz cuando se administra poco después de la infección. “Ambos son seguros en humanos. De hecho, remdesivir se está testando en un ensayo clínico en el brote del virus del Ébola en curso en la República Democrática del Congo, porque también es eficaz contra él en modelos animales”, explica la científica, quien asegura que esos dos tratamientos podrían probarse en pacientes con el virus Nipah en el contexto de un ensayo clínico de inmediato.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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