¿Qué es ahora Podemos?
Pablo Iglesias parece que no quiere rendir cuentas a su formación de su gestión pero le obligarán, tanto sus élites como sus bases
La primera noticia que tuve de Pablo Iglesias fue escuchando la radio del coche hace unos años. Me sorprendió un tipo se explicara tan bien, con tanta seguridad y expresara opiniones tan contrarias a nuestro sistema político, económico y social. En el curso de la tertulia me enteré que le llamaban Pablo Iglesias, llegué a pensar que era un pseudónimo. Poco después se fundó Podemos y, al poco, obtuvo un notable resultado en las elecciones europeas de 2014. Por aquel entonces el agitador radiofónico quería asaltar los cielos.
En efecto, empezó con brío y pretensiones, su legitimidad provenía del movimiento 15-M contra los efectos desiguales de la crisis y la imperfecta democracia representativa. “¡No nos representan!”, en alusión a los políticos, era uno de sus eslóganes preferidos. Tuvo éxito en las primeras elecciones generales del 2015, en las siguientes de 2016, pero hasta ahí: en las del pasado abril las cosas fueron mal, peor aún peor en las últimas andaluzas, europeas, autonómicas y locales.
Parece que no quiere rendir cuentas a Podemos de su gestión pero le obligarán, tanto sus élites como sus bases. ¿Aún les representa? Cada vez menos y la culpa es suya: ha dicho tantas cosas y tan contradictorias que sus antiguos seguidores ya no saben donde está. En solo cinco años ha pasado velozmente por muchas etapas: primero fue un populista demagogo, después un leninista al estilo Anguita, ahora un socialdemócrata de izquierdas que mendiga un ministerio. ¿En qué quedamos? Su voto ha bajado mucho, la gente no es tonta.
Nadie se ha atrevido a decírselo pero muchos piensan: ¿por qué la segunda cara visible del partido es su actual pareja, Irene Montero, con el precedente de su antigua novia, Tania Sánchez, que fue enviada al gallinero del Congreso cuando dejó de serlo? ¿Es una casualidad? ¿Son las mejores? Imagínense que ello sucediera en otros partidos, en aquellos que no tienen la presunción de su superioridad moral. ¿Puede tomarse alegremente un permiso de paternidad como cualquier oficinista para así poder decir que forma parte del pueblo, que es el pueblo y no la élite, aunque si es necesaria su presencia acuda a donde le llaman? ¿Imaginan que Lenin, el día del asalto al Palacio de Invierno, estuviera con permiso de paternidad, o Fidel Castro, por la misma causa, retrasara su entrada en La Habana al caer Batista?
En Podemos ha habido mucha apariencia y mucha moda, demasiada comunicación y poca materia gris, más imágenes que lecturas, Juego de tronos como referencia intelectual. Palabras vanas, promesas fútiles, vacío infinito. Quizás del fracaso de Podemos surja otra izquierda. Pero sin Iglesias y sus parejas, con ideas y sentido de la realidad. Ahora Podemos no es nada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.