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Del ‘twerking’ maldito a ‘Black Mirror’: el renacer de Miley Cyrus

La cantante y actriz recurre al productor de Amy Winehouse para relanzar su carrera musical y reflexiona sobre la industria a través de su inminente papel en la serie de Netflix

Miley Cyrus, en la gala Met de 2019. En vídeo, trailer de "Black Mirror".
Héctor Llanos Martínez
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En noviembre de 2018, los brutales incendios en California cambiaron la vida de Miley Cyrus. Su casa en Malibú se quemó por completo. El suceso, aunque traumático, fue el impulso definitivo en el proceso de reinvención que la estadounidense lleva años gestando y que culmina esta semana con varios estrenos como cantante y actriz.

El 31 de mayo presentó en directo en Barcelona su nuevo trabajo discográfico, She is coming, como una de las estrellas del Primavera Sound. Y este miércoles 5 de junio regresa a lo grande a las pantallas de televisión como protagonista de uno de los nuevos capítulos de la prestigiosa serie de Netflix Black Mirror. Su personaje, una particular estrella del pop en la era de la tecnología, da pie a una crítica a la industria que ella ha ayudado a construir junto a los responsables de la serie aportando sus experiencias personales. “Retrata la excesiva explotación a los artistas y cómo las cifras eclipsan a la parte creativa”, avanza ella misma en el periódico británico The Guardian.

Esa es precisamente la batalla que libra actualmente Cyrus en la música y que ha trasladado a su vida personal. En este medio año tras el incendio, le ha dado tiempo a organizar una boda relámpago con Liam Hemsworth, con quien ha pasado casi una década de rupturas y reconciliaciones. Se casaron solo unas semanas después de perder su hogar común y juntos se han instalado en Nashville, muy cerca de la casa en el que ella se crió.

No es que la irreverente estrella pop haya decidido cambiar su personalidad para agradar al mundo; simplemente ha bajado de revoluciones. A sus 26 años, sus ciclos vitales son rápidos e intensos. Ya ha triunfado, se ha reinventado, ha fracasado y empieza a resurgir. Finalizada su estela de estrella infantil como Hannah Montana, Cyrus se empeñó en hacer añicos su imagen de chica Disney consciente de que el peaje a pagar era más alto que el de estrellas masculinas como los Jonas Brothers. Mientras ellos se desprendían sin problemas de sus anillos de castidad, ella necesitó reivindicar su derecho a controlar su cuerpo.

Lo hizo potenciando una imagen hipersexual en vídeos, entrevistas, redes sociales y actuaciones en directo. Las críticas, más que hacia su comportamiento, se centraban en lo forzadas que parecían todas estas intervenciones públicas. El punto más álgido en su ascenso a la polémica llegó con su comentada actuación con Robin Thicke en los MTV Video Awards de 2013.

Miley Cyrus y Robin Thicke en los MTV Video Awards de 2013.
Miley Cyrus y Robin Thicke en los MTV Video Awards de 2013.getty images

Las consecuencias de ese twerking maldito fueron de lo banal —Vogue renegó de la cantante y canceló la portada que tenía programada con ella— a lo esencial —su relación con Hemsworth terminó por romperse. No volvieron a unirse hasta 2016.

“Me sorprendo a mí misma con mis decisiones. A veces, incluso pienso: ¿Por qué narices hice eso? o ¿Qué me llevó a ese punto? ¿Qué? ¿Por qué?”, confesaba en febrero de 2019 en Vanity Fair, tras conquistar de nuevo las portadas de las revistas.

El precio por llegar al éxito en la industria del entretenimiento siendo mujer le pasó también factura en su vida privada. Las decisiones tomadas en su carrera han sido la causa oficiosa de ruptura en casi todas las ocasiones en la que la pareja se ha separado.

Ella lo explicaba a su manera en Harper’s Bazaar: “Necesitaba cambiar. Y cambiar mientas la otra persona no lo hace en la misma dirección es demasiado complicado. De repente, te sorprendes pensando del otro: Ya no te reconozco. Tuvimos que volver a enamorarnos el uno del otro”.

A la hija del cantante Billy Ray Cyrus no le importó perder fuerza en las listas de éxitos a cambio de alejarse de un sonido pop con el que no se sentía cómoda. Publicó en 2017 Yonger Now, disco en el que abrazaba sus raíces en la música country. Fue un absoluto fracaso comercial. Pero el experimento le llevó a recurrir al productor de Amy Winehouse, Mark Ronson, para salvar su carrera. Él ha ayudado a la cantante a rendir homenaje a su madrina Dolly Parton sin salirse de los sonidos actuales en el tema Nothing Breaks Like a Heart, con el que ha conquistado las plataformas digitales. Juntos vuelven a colaborar en She is coming, el primero de los tres EPs que lanzará a lo largo del 2019.

A pesar de los cambios, su esencia sigue intacta. Su reciente campaña de promoción en torno a She’s coming incluye sugerentes posados en Instagram y el lanzamiento de un particular merchandishing. A través de su tienda digital se venden preservativos con el nombre del disco inscrito en el envoltorio. El precio de venta es de 20 dólares cada unidad, aunque hay una razón que justifica su elevado precio: la compra incluye una copia digital del álbum.

Tras tempestades, incendios y algún tiempo para la calmada reflexión, Cyrus parece ahora burlarse a través de su personaje en Black Mirror del papel que ha representado en la cultura popular en los últimos años.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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