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Sophia Hadjipanteli, la modelo que aboga por el ‘unicejismo’

La maniquí estadounidense de 22 años se suma a otras mujeres que se rebelan contra el canon de belleza mostrando una frente sin depilar

Sophia Hadjipanteli, en una imagen de su cuenta de Instagram.
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Una foto colgada hace pocos días ha suscitado decenas de comentarios. “Eres clavada a tu madre”, destaca la mayoría, bajo una imagen antigua de sus progenitores. En alguno de estos mensajes, no obstante, se produce la apreciación: “Ya entiendo de dónde vienen tus cejas”. La modelo estadounidense Sophia Hadjipanteli ha hecho precisamente de este elemento facial su seña de identidad. Partiendo de los genes maternos a los que se refieren sus admiradores, ha querido llegar al extremo: las dos líneas que arropan a los ojos se han convertido en una gruesa raya de pelo negro. La intención a la hora de mostrar una frente sin depilar no responde solo a algo estético, sino a una forma de rebelarse contra los arquetipos de belleza establecidos.

Conocida así como “la modelo uniceja”, Hadjipanteli ha decidido subvertir el canon. A sus 22 años es habitual en publicaciones de moda, enarbolando sin tapujos su tupida franja de vello. No es algo nuevo: empezó a los 15 años como una maniquí paradigmática, con unas medidas ajustadas a la delgadez imperante, una revuelta melena platino y unos elocuentes ojos celestes. Aparecer en la edición italiana de Vogue le empujó a ponerse delante de la cámara. Fue en 2015 cuando dejó de lado ese molde estereotipado y optó por dejar que la naturaleza invadiera su cara. Se mezcló un acto de insurrección con la inspiración del universo de la artista mexicana Frida Khalo, uno de sus referentes.

“No nacemos con inseguridades, se nos dice que odiemos ciertas partes de nuestro cuerpo. Estamos condicionados a ser lo que los demás quieren. ¡Recuérdalo!”, escribe en uno de sus múltiples retratos subidos a Instagram, donde suma 354.000 seguidores y desde donde ha lanzado la campaña #UnibrowMovement (Movimiento Unicejo). “Creo que la belleza en sí misma es grandiosa, porque es muy subjetiva en todas las culturas. Pero también creo que hay una gran comunidad que avergüenza a la gente con ciertos tipos de belleza, y eso está mal”, declaraba en una entrevista a la revista Vice el año pasado. “Lo diferente no tiene por qué ser feo”, esgrimía en la conversación, a pesar de haber sido tachada de “repugnante” o “asquerosa” por su aspecto.

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Hija de griego-chipriotas, Hadjipanteli nació y se crió en Maryland, al este de Estados Unidos. Allí cursó estudios de marketing y, según cuenta por correo electrónico, sufrió problemas de acoso. Por su procedencia, por su acento o por su atuendo. “Vestía de manera extravagante, alternativa, y me molestaron mucho por ello”, explica. “Esas intimidaciones no consiguieron cambiarme. Al revés: me motivaron a concentrarme en mis estudios. Y esa terquedad es la que me ha hecho sobreponerme a situaciones difíciles”, apunta.

Le sirvió incluso cuando dejó crecer sus cejas: “Era una obstinación, aunque en realidad me encanta experimentar con diferentes estilos y conceptos. Tener unas cejas gruesas no significaba algo único porque lo veía normal en mi familia. Los estándares de belleza en Chipre no son los mismos que los occidentales, y me gustaba esa conexión con mis raíces ancestrales. Son maravillosas y no me importa si a la gente les gusta o las odian: no pretendo ser una tendencia sino expresarme como me dé la gana”, cavila, añadiendo que asume las críticas lo mejor que puede. “De hecho, es curioso: noto cómo llaman la atención al verme, pero al rato se olvidan”, reflexiona, “y eso es lo importante, porque, cuanta más representación de los diferentes tipos de belleza, más se normalizarán”.

Ahora, Hadjipanteli vive con su pareja, el fotógrafo Zac Apostolou, entre Londres y Estados Unidos. Es la imagen de firmas como Diesel, Guess o Savage X Fenty, la marca de lencería de la cantante Rihanna. Se siente contenta de trabajar con diseñadores que desean transformar el gremio al incluir a modelos como ella en las campañas. A pesar de que el camino, señala, acaba de empezar. Aún se encuentra a menudo con reproches por su “falta de higiene” o “poca feminidad” y hasta ha admitido recibir amenazas de muerte. “Me tomo las críticas como algo implícito a la profesión”, alegaba en otra charla de Vice, donde reconocía también que en alguna ocasión le han afectado y ha necesitado tiempo para entender por qué existe esa tendencia a la inquina.

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El sentimiento de solidaridad hacia quienes pasan por lo mismo impulsa su lucha. “Quiero ayudar a otras personas a que sean fuertes contra las opiniones ajenas. Que alguien no ame todo lo relacionado contigo no significa que tú no lo hagas”, razona Hadjipanteli. Todos los días, arguye, recibe mensajes de madres que dicen haber ayudado a sus hijos a lidiar con el acoso escolar gracias a su estilo o sus cejas. “Estas palabras son muy especiales para mí. ¡No me mantendría tan firme si no tuviera tantos partidarios!”, exclama, mencionando a otras iniciativas como el body positive, que aboga por normalizar las tallas grandes, o a celebridades del sector como Winnie Harlow, que ha conquistado las pasarelas con vitíligo, una enfermedad degenerativa de la pigmentación de la piel. “Estoy realmente orgullosa de hacer que los demás se sientan más seguros de sus peculiaridades solo por mostrarme cómoda con aquello que me hace única”, sentencia.

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