Árboles

Maravillosos seres, imponentes, majestuosos. Con sus manos verdes siempre extendidas para captar los rayos solares, y los de la luna por las noches. Algunos enormes, otros pequeños, algunos de flores, otros con sabrosos frutos. En presencia de la luz, realizáis la fotosíntesis y desprendéis tanto oxígeno como CO2 absorbéis. También hacéis de filtro, en el bosque las partículas de polvo por metro cúbico de aire son infinitamente menos abundantes que en la ciudad. En invierno, cuando los payeses queman sus rastrojos por instinto, cometemos una aberración. Los rastrojos son abono para los campos después de tres años en reposo, como bien sabían los señores feudales. Miro desde mi ventana de la colina y veo un mar de verde, tanto o más bonito que el azul del mar.

Joaquín Durall

Porqueres (Girona)