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Toni Nadal: hay vida después de Rafa

A sus 58 años, el entrenador se ha reinventado como conferenciante de charlas motivacionales dirigidas a deportistas, jóvenes y empresarios: “Charlo y juego al golf con mi sobrino, pero ya no intervengo”

Toni Nadal, durante una conferencia en el Teatro Circo de Murcia, el año pasado.
Toni Nadal, durante una conferencia en el Teatro Circo de Murcia, el año pasado.Marcial Guillén (EFE)
Alejandro Ciriza

“Me gusta el golf, leer y sobre todo charlar, y también el ajedrez. Juego bastante y no lo hago del todo mal, pero no soy ningún fenómeno, desde luego…”.

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La inconfundible voz rasgada de Toni Nadal Homar (Manacor, 58 años) habla de aficiones y de un presente renovado, porque desde hace año y medio disfruta de una nueva vida después de haber acompañado a su sobrino Rafael por todos los rincones del mundo, desde que este empuñase la raqueta por primera vez cuando era un niño. “Obviamente, sigo compartiendo tiempo con él, charlando o jugando al golf, pero en lo profesional ya no intervengo. Ahora él tiene dos entrenadores que son los que le marcan la pauta. Yo fui su entrenador, pero ya no lo soy”, remarca el preparador, que hoy día se desenvuelve desde el punto de partida, desde la casilla de origen: la formación.

“Tengo el tema de la Academia y también doy algunas charlas, pero mi trabajo es, sobre todo, organizar y dirigir la Academia”, precisa el técnico, al frente de la escuela tenística que inauguró su sobrino hace tres años en Manacor. No obstante, lejos de acomodarse, la cotidianeidad de Nadal continúa siendo un hervidero. Instruye a los niños, sí, pero no es difícil seguir encontrándolo en los aeropuertos, de aquí y allá, e impartiendo charlas motivacionales que en el fondo no son más que un reflejo de su filosofía de vida: “Mi visión de las cosas parte siempre desde la simplicidad, porque no me gusta complicarme. Soy un hombre escéptico. Procuro entender la realidad de la manera más simple posible, y eso es lo que trato de compartir”.

Instalado felizmente a la orilla del mar, junto a su mujer Joana María Vives y sus tres hijos adolescentes, Nadal colabora actualmente con la Fundación Lo que de Verdad Importa y es a la vez un jugoso reclamo para asociaciones y empresas, que entienden que su experiencia junto a una de las grandes estrellas mundiales del deporte puede ser beneficiosa. “A veces me solicitan y yo voy, pero lo único que hago es trasladar mi visión del deporte. Al final, en la vida todo tiene un denominador común. Traslado a esas personas lo que a nosotros nos funcionó en una pista de tenis, tan sencillo como eso”, cuenta.

Varias de esas conferencias, dirigidas esencialmente a deportistas, jóvenes y empresarios, se han hecho virales durante los últimos meses a través de los vídeos de YouTube y las redes sociales. En ellas, el técnico –representado por la agencia Thinking Heads– hace hincapié en el valor del esfuerzo y la meritocracia, y su mensaje está calando hondo. “No creo que tenga ningún don de la palabra. Yo solo me limito a explicar cuatro cosas simples, porque entiendo la vida a partir de conceptos bastantes sencillos. Intento explicar de manera simple aquello que creo que es básico para el funcionamiento de cualquier persona, pero no hay ninguna fórmula mágica”, rebaja antes de aplicar la máxima a lo que durante tantos años inculcó a su sobrino: “Yo simplemente le decía: Rafael, pégale lo más fuerte posible a la bola, y si es posible que vaya adonde no está el rival, y si es posible dentro de la pista…”.

Lectura, negocios y columnista de EL PAÍS

Lector ávido, durante la conversación cita a Quevedo como advertencia a las nuevas generaciones –“el que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos”– y se describe como un hombre sencillo. Nadal lee, imparte charlas y también es columnista de EL PAÍS desde 2017. Goza con el Barcelona de Leo Messi –aunque su futbolista predilecto siempre fue Cruyff, “mi admirado Johan”– y no pierde de vista la actualidad ni la política. Menciona en el diálogo a Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez Reverte, y elogia la réplica del primero al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante el Congreso de la Lengua celebrado recientemente en Córdoba (Argentina).

Escultor y responsable de los éxitos de su sobrino, Nadal es hijo de un músico (Mestre Rafel) y se crió en el seno de una familia tradicional, compuesta por cinco hermanos. Compitió en los campeonatos nacionales como tenista amateur y estudió Geografía y Derecho, aunque no llegó a terminar ninguna de las dos carreras. Gestiona junto a su mujer la empresa Tenis Invest y también participa de negocios inmobiliarios y de hostelería. Es accionista, junto a su hermano Sebastià (el padre de Rafa), de Vidres Mallorca SL, especializada en la fabricación de los cristales Climalit.

Y, pese a haber dejado ya atrás el circuito de élite y los vuelos transoceánicos, sigue exprimiendo el tiempo con la enseñanza y la oratoria, sin perder de vista a su sobrino ejemplar: “Pese a todos los problemas que ha tenido, él nunca tuvo impedimento para darlo todo”.

Cinco idiomas, casado y padre de tres hijos

Afincado en Porto Cristo, el técnico es un hombre observador y políglota, capaz de expresarse en mallorquín, español, alemán y francés, además de desenvolverse correctamente en inglés.

Padre de Montse (17), Toni (16) y Joan (15), a los que lleva diariamente al colegio, el balear es autor del libro Todo se puede entrenar (Alienta) y también interviene en Sirve Nadal, responde Sócrates (De Bolsillo).

Comparte la vida con su esposa Joana María, una mallorquina de María de la Salut a la que le gusta figurar en un discreto segundo plano.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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