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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El poder performativo de las encuestas

Los sondeos se han convertido en elementos centrales de la política por su capacidad para generar acciones y transformar la realidad

Milagros Pérez Oliva
Pablo Casado, durante un encuentro con empresarios de la asociación AVE.
Pablo Casado, durante un encuentro con empresarios de la asociación AVE.Monica Torres (EL PAÍS)

Cuando en 1955 el filósofo John L. Austin dictó la primera de una serie de conferencias en Harvard sobre el valor performativo de las palabras seguramente no imaginó que el término tendría tanto recorrido. Se titulaba Cómo hacer cosas con las palabras y versaba sobre la capacidad de ciertas expresiones para convertirse en acciones y transformar la realidad. El discurso político se ha llenado de este tipo de expresiones. Los candidatos juran, prometen, apuestan y actúan esperando que sus palabras tengan valor performativo. Pero no solo las palabras pueden crear realidad. También las encuestas tienen ahora poder performativo, hasta el punto de que se han convertido en un elemento central de la política.

En la medida que reflejan un estado de opinión, los sondeos reúnen las características que el filósofo Roland Barthes considera esenciales para generar un efecto performativo: la capacidad de producir subjetividad, una forma de entender la realidad, y una convención social que les otorgue credibilidad. El último del CIS es un excelente ejemplo. Las reacciones que ha suscitado por parte de Pablo Casado y Albert Rivera son una demostración de ese valor performativo. El hecho de aparecer como perdedores y el dato de que el tripartito de la derecha no logra mayoría, les perjudica. En el otro lado, no está tan claro: una victoria tan segura del PSOE puede desmovilizar al electorado de izquierda abstencionista si no percibe la amenaza de un triunfo de la derecha. Pero también puede generar un fuerte efecto bandwagon, que consiste en subirse al carro del ganador. Habrá que ver cuál predomina, pero las insólitas matizaciones del presidente del CIS, José Félix Tezanos, poniendo en duda los resultados atribuidos al PP y a Vox parecen destinadas a contrarrestar la posible desmovilización, aun a cosa de poner en duda la credibilidad de la encuesta y su propio trabajo.

No sabemos el alcance exacto del efecto performativo sobre el electorado, pero sí sabemos que lo tiene sobre los actores políticos, que se apresuran a modificar sus estrategias. El efecto es tan indiscutible como paradójico: precisamente por su capacidad de incidir sobre los estados de opinión, tan pronto como se publica la encuesta deja de expresar la realidad. Su impacto sobre el electorado puede modificar los resultados que acaba de ofrecer, especialmente cuando hay un 41% de electores indecisos.

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